Quebec es sin dudas una de las ciudades de Canadá más hermosas. El motivo principal está en su aire europeo, que se lo da el hecho de haber sido una antigua colonia francesa. El francés es su lengua oficial, aunque la mayoría de la población es bilingüe y tiene buen manejo del inglés.
La Vieux-Québec, o ciudad vieja, es la zona más antigua de la ciudad y en donde mejor se deja ver la influencia de este país europeo. Sus calles parecen sacadas de un cuento de hadas y te recordarán a los encantadores pueblos franceses. Se trata de la única ciudad fortificada que encontramos al norte de México. De hecho, sus murallas son las más antiguas de Norteamérica y su hermoso centro histórico es Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Quebec se encuentra atravesada por el río San Lorenzo, que también pasa por Montreal. El navegante Samuel de Champlain fundó la ciudad en 1608, época de la cual conserva su encanto. Otro detalle interesante de su historia es que entre 1859 a 1865 fue la capital de Canadá. Hoy es la capital de la provincia con el mismo nombre.
¿Qué ver en Quebec?
La zona más encantadora de la ciudad es Old Quebec. Se trata del casco antiguo, el cual está dividido en dos partes: Haute Ville (la parte alta, encaramada en lo alto de una colina) y la Basse Ville (la parte baja, que se extiende junto al puerto viejo, entre los acantilados y el río). Ambas zonas poseen calles empedradas repletas de restaurantes y cafés coquetos, pequeñas boutiques y cientos de rincones fotogénicos.
Una de las maneras de moverse de una zona a la otra es usando el funicular que sortea una empinada colina. Si no tienes problemas para caminar, te recomendamos que subas por las Escalier Casse-Cou, una de las más antiguas del país desde la cual se obtienen hermosas vistas de la Rue du Petit Champlain.
Le Petit Champlain es el barrio más encantador de Quebec. Se encuentra situado en la zona baja de la ciudad y es un rincón ideal para los amantes de la fotografía. Lo mejor de todo es que permite apreciar la construcción más emblemática de la ciudad, el Château Frontenac.
El Château Frontenac es en realidad un hotel, pero su forma de castillo francés le da un aire majestuoso. Comenzó a funcionar en 1893, luego de que la compañía ferroviaria Canadian Pacific Railway lo usara para promover el turismo de lujo en sus trenes. Hoy en día, es gestionado por la cadena Fairmont y es uno de los hoteles más fotografiados del mundo.
El corazón de Quebec es la bonita Place Royale, donde Samuel de Champlain fundó la ciudad en 1608. A su lado se encuentra Notre-Dame-des-Victoires, la iglesia de piedra más antigua de Canadá y Estados Unidos.
Otro de los encantos de Quebec es la Ciutadella, una de las construcciones más antiguas de la ciudad. Hoy en día acoge la residencia del gobernador del país, aunque se mantiene fiel a sus orígenes y sigue sirviendo de instalación militar.
Allí podrás conocer la historia militar del país, presenciar un cambio de guardia (entre junio y septiembre) y disfrutar de unas vistas privilegiadas de la ciudad. Una de las mejores cosas de la Ciudadela de Quebec es que hay partes habilitadas para caminar sobre las murallas y se conservan algunas de sus antiguas puertas de acceso.
Finalmente, si deseas tener unas vistas privilegiadas de Quebec tienes que subir al Observatoire de la Capitale. Este mirador situado a 220 metros de altura regala una panorámica de 360° de la ciudad. Además, cuenta con pantallas interactivas que muestran el antes y el después de Quebec.
Por último, a pocos minutos de Quebec encontramos el Cañón de Santa Ana, uno de los muchos atractivos naturales que tiene este país, al igual que el valle glaciar contenido en el Parque Nacional de la Jacques-Cartier. Los paseos de avistamientos de ballenas en este parque marino son una de las mejores excursiones para hacer desde Quebec. ¡No te la pierdas!
Otro de los paseos imperdibles por los alrededores de Quebec es la Cascada Montmorency, un impresionante salto de agua situado a las afueras de la ciudad. Con 83 metros de altura, es incluso más alto que las famosísimas Cataratas del Niágara. La zona alrededor de la cascada cuenta con varios senderos que transcurren entre sus bosques, miradores, una tirolina y una vía férrea.
