Un disco compuesto por catorce canciones que la propia artista ha definido como uno mucho más reflexivo que sus trabajos anteriores y en el que experimentó con nuevas herramientas, creando sus temas a partir de bases rítmicas o samples, volviendo así a la esencia más alternativa de los primeros años de su carrera. Esa valentía, honestidad y libertad que conduce a quien no tiene nada que perder.
Mon Laferte decidió además abrazar toda aquella música que la emociona. La que disfruta, “con la que me pasan cosas a nivel corporal, emocional y también la que me hace pensar”, dice.
Es por eso que en “Autopoiética” podemos encontrar, entre otras propuestas, una cumbia rebajada en “Te juro que volveré”; trip-hop, mariachi y bolero en “Tenochtitlán”; referencias a la movida del tango electrónico en el interludio “Artículo 123″; un techno crudo en “Autopoiética”; una salsa con todas las de la ley en “Los amantes suicidas” y una reinterpretación impactante de “Casta Diva”, una pieza de la ópera Norma de Vincenzo Bellini, en donde reina precisamente lo mejor de aquel género docto y los guiños al dembow. “Mi idea era mezclar todos los mundos que amo”, dice la artista.
“Autopoiética” deja en claro algo muy interesante y es que los procesos creativos y las obras nacen en el momento en que deben nacer. “Antes yo no habría hecho un disco así, definitivamente”, dice Mon Laferte. “Siento que estoy en un momento de mayor seguridad en mí, en mi música. Tengo una claridad que quizás antes no tenía. También estoy cada vez teniendo menos prejuicios. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dicen, supongo que algo de eso hay”.