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moda y belleza

Cómo han evolucionado los relojes G-Shock, según un experto

GQ | 02/11/2023 | 14:50

Es fácil entender por qué los relojes G-Shock son tan populares —y apreciados—. Se trata de piezas resistentes diseñadas para durar y, como un bono adicional, otorgar una dosis de estilo a la muñeca, todo por un precio bastante asequible. Sin embargo, ganarse el respeto de los expertos en relojería no ha sido una tarea sencilla que se logró de la noche a la mañana.
 
La historia de G-Shock comenzó a escribirse con un objetivo arraigado en la creatividad de sus desarrolladores: innovar. Desde entonces, la marca de origen japonés no ha parado de superarse con cada uno de sus lanzamientos. Este 2023, la sub firma de Casio, G-Shock, cumple 40 años y no podría ser mejor momento para hacer un viaje en el tiempo que nos permita analizar la evolución de los relojes G-Shock, junto con Mr. Tatsuya Izaki, planificador de relojes en G-Shock, quien cuenta con más de 30 años de experiencia diseñando modelos de la firma y curiosamente, no posee tantos relojes como se podría esperar, pues constantemente estos pasan por su muñeca antes de salir a la venta con la finalidad de ser probados, pero poco le pertenecen.
 
La década de los 80: El comienzo
Si eres un apasionado de la relojería y un fan de Casio, es posible que conozcas la anécdota que impulsó la creación del primer G-Shock de la historia. Lo que comenzó como una terrible experiencia fue el motor que daría vida a uno de los relojes más populares del momento, pues en 1981, el entonces ingeniero de la marca japonesa, Kikuo Ibe, tiró accidentalmente un antiguo reloj que su padre le había obsequiado, haciendo que este se dañara. Obsesionado con esa experiencia, se dio a la tarea de crear un reloj que resistiera a prácticamente todo, creando el concepto “triple 10”, cuya finalidad era crear un reloj que durara 10 años, resistiera 10 bares bajo el agua y sobreviviera a una caída de hasta 10 metros.
 
 
 
Tras reunir un equipo especializado y fabricar más de 200 prototipos, Ibe finalmente lo logró y en abril de 1983 se lanzó el primer G-Shock de la historia, el DW-5000C, en cuyo diseño el corazón del reloj se encontraba en el interior de una estructura de carcasa hueca de forma octagonal, lo que le permitía quedar suspendido en el aire. Y al estar fabricada en resina de uretano, esta se encargaba de amortiguar los golpes. Cada detalle fue pensado para evitar dañarse ante cualquier caída, desde la colocación de los botones hasta la pantalla de cristal.
 
En los años siguientes, Ibe siguió firme ante la promesa de crear “Un reloj duradero que no se rompa ni aunque se caiga”. Fue entonces cuando surgieron modelos como el WW-5300C de 1994, cuyo principal atractivo era ser resistente a las bajas temperaturas de hasta -30 °C; el DW-5500C, de 1985, que prometía mantenerse intacto incluso al entrar en contacto con el lodo y el polvo; el DW-5600C, de 1987, equipado con luz de fondo electroluminiscente, el cual se convirtió en el primer gran éxito de la línea; y el DW-500C, de 1988, con un diseño compacto que mantenía los atributos del modelo original, pero en un tamaño inferior que se adaptaba a la muñeca de un niño.
 
Sin embargo, uno de los cambios más notables llegó con el AW-500, de 1989. Este fue el primero de los relojes G-Shock que presentó la combinación de la tradicional esfera analógica junto con una pantalla digital. Y aunque el modelo seguía siendo resistente a los golpes y sumergible en al agua hasta 200 metros de profundidad, este se llegó en una caja circular, inspirada en el diseño de un reloj de buceo.
 
Los 90: Crear para mejorar
 
 
 
La década de los años 90 se inauguró con el lanzamiento del DW-6000GJ, el primero de los relojes G-Shock con cronógrafo de 1/1000 segundos. Este ajuste fue un hito, pues el logro representaba una hazaña para la industria de los relojes de pulsera, permitiéndole ser una herramienta confiable para las competencias atléticas.
 
Para 1992 —el año en el cual Mr. Tatsuya Izaki se unió al equipo G-Shock con la misión de expandir la marca más allá de ser reconocida como la empresa Casio dedicada a crear calculadoras— la firma japonesa añadió por primera vez sensores a sus creaciones. El DW-6100GJ, por ejemplo, presentó una pantalla de visualización de temperaturas de -20 a 60 °C y una gráfica para registrar los cambios. A este se le sumaron una larga lista de primeras veces: el primer reloj de buceo, el DW-6300 Frogman (1993); el DW-6500GJ Sky Force (1994), el primero con sensor para medir la presión atmosférica, la altitud y la profundidad del agua; el DW-6600 (1994), que por primera vez incluía una pantalla con fondo que se iluminaba incluso en la obscuridad; el primer modelo metálico, el MRG-100 (1996); y el primero alimentado por energía solar, el DW-9300J Master of G (1998).
 
Por supuesto, hubo otros modelo notables en los noventa. ¿Quién podría olvidar el mítico DW-001J (1994) de color amarillo? O el DW-8800BJ Code Name Cipher que te permitía guardar números de teléfono. Igual de memorable fue el DW-9800J con brújula electrónica y el DWG-100J con un diseño peculiar para triatletas. Además, los detalles de lujo se hicieron presentes por primera vez con el GT-000BJ —apodado como el G-COOL— y el GS-500 GIEZ.
 
Pero, según cuenta Mr. Tatsuya Izaki, incluso desde entonces el objetivo era atraer a generaciones jóvenes, lo que explica el espíritu lúdico y arriesgado de la marca.
 
2000: La nueva era
Tal como sucedió en la música y la moda, los 2000 sacudieron la escena de la relojería. En G-Shock esto significó diseños futuristas y la combinación de las múltiples características que le habían conseguido cierta reputación a la marca japonesa de relojes.
 
 
 
 
Por ejemplo, si creías que tener un G-Shock analógico con pantalla digital era genial, el GW-1000DJ (2003) demostró que todo podía ser aún mejor, pues este fue el primer G-Shock analógico alimentado con energía solar y radiocontrol, además de llegar acompañado de una carcaza y correa de metal. Sin duda, este fue el momento en que la marca superó las expectativas.
 
 
Entre otros modelos, destacó el GW-100 Master of G, el primer G-SHOCK controlado por radio, equipado con una antena y el GS-1000J (2005) que supuso la primera ocasión que un modelo de la firma incluyó un cronógrafo y que mostraba la hora mundial con pantalla de fecha y siete manecillas. Además, el mítico 5600 se renovó, dando lugar al GW-5600J, que incluyó un sistema alimentado por energía solar y radiocontrol.
 
Durante esta década también comenzó a emplearse el recubrimiento de carbono similar al diamante y el sistema de radiocontrol Multiband —que permitió recibir las señales de calibración horaria que se transmiten desde las estaciones de todo el mundo—.
 
Lo cierto es que incluso en aquella época diseñar los relojes tomaba tiempo, pues de acuerdo con Mr. Tatsuya Izaki, presentar un nuevo modelo requiere de entre un año y medio y 3 años. Además, aunque los pilares de la marca se centraban en la resistencia, los creadores se permitían modificar ciertos aspectos de los nuevos relojes, en función de la demanda de los usuarios.
 
2010: Reinventarse o morir
Para este momento, el avance G-Shock era evidente, no solo se había ganado un nombre, ahora también era un sólido competidor. Sin embargo, no podía cruzarse de brazos y esperar a que el mundo lo recompensara por un puñado de éxitos. Fue entonces cuando, a la par de las nuevas tecnologías, G-Shock reinventó sus clásicos e incluso añadió otros modelos a su catálogo. Con el GW-3000 Sky Cockpit (2010), por ejemplo, hizo oficial su presencia en la gama de los relojes de piloto, con un modelo que sigue funcionando incluso en condiciones complejas, como durante un vuelo que desafía la fuerza centrífuga.
 
 
 
En 2011 llegó uno de los rasgos que actualmente más se aprecian de los relojes G-Shock. El GA-110 irrumpió con un diseño de gran tamaño y un bisel que sobresale de la esfera. Y aunque hoy muchos hombres buscan compañeros más delgados y pequeños —no es coincidencia que la carrera por el reloj más delgado se haya acelerado en los últimos años con modelos de Bulgari y Richard Mille— es muy probable que siempre existan aquellos deseosos de relojes llamativos y de gran tamaño, o caballeros lo suficientemente grandes como para desear piezas XXL —sí, este es un llamado a “The Rock”—.
 
Las exigencias utilitarias de sus usuarios impulsaron a Casio a hacer las modificaciones pertinentes y eventualmente añadieron relojes con conectividad Bluetooth. El primero que presentó la actualización fue el GB-6900 de (2012) Puede que en medio de la era de los smartwatches eso no parezca la última maravilla, pero en aquel entonces despertó el interés de varios. Después de todo, esto permitió que el reloj ajustara la hora de manera automática y avisara al usuario cuando recibía una llamada o un e-mail —¿déjà vu? Suena algo parecido llamado smartwatch—.
 
 
Entre las incorporaciones más notables se encuentran las estructuras aún más resistentes como la del MTG-S1000 (2013), el sistema para controlar desde el reloj la música que se reproduce, del GBA-400 G'MIX (2014), la incorporación completamente de metal en el primer G-Shock de la historia con el GMW-B5000 (2018), y el lanzamiento del apodado Casio Oak, el GA-2100 (2019), de forma octagonal. Este último es uno de los modelos más apreciados por los coleccionistas, pues su diseño es similar al del conocido Royal Oak de AP —claro, la versión japonesa no requiere de un suntuoso fondo de ahorros—.
 
2020: Todo puede ser absolutamente mejor
Acercándose a su cuarenta aniversario, G-Shock sigue haciendo lanzamientos que causan sensación entre los coleccionistas —por ejemplo el MTG-B3000PRB-1A inspirado en las auroras boreales—.
 
 
 
Y regresando al Casio Oak, este se vuelve aún más evidente con el nuevo modelo de 2022, el GMB2100, fabricado en su totalidad con metal. Además, como una respuesta a las tendencias de relojería, la marca japonesa ha creado su propio diseño de brazalete integrado, que a su vez lo vuelve más resistente. Entre las menciones de honor se encuentra el GSTB400 G-STEEL revestido con fibra de carbono, el cual presume ser uno de los relojes más delgados del catálogo G-Shock y la línea G-Shock Remaster Black, una celebración al aniversario número 40 de la marca.
 
Esta década apenas está arrancando y aunque G-Shock parece haber encontrado la fórmula para hacer de sus relojes un objeto de deseo —modelos innovadores, utilitarios, resistentes y asequibles—, la marca sigue firme en el objetivo de crear relojes resistentes. ¿El reto? Luego de 30 años frente al departamento de planificación en la firma, Mr. Tatsuya Izaki tiene claro hacia donde ir. Ahora es urgente adaptarse a las demandas de los usuarios, apuntando a la tecnología de un smartwatch que mantiene la forma original de un G-Shock y direccionar la creación de los relojes hacia una vía más sostenible, por ejemplo, optando por materiales biodegradables o reciclados.