Como un homenaje de Día de Muertos a niñas y niños fallecidos, el artista y repostero José Ignacio González creó cinco piezas hechas con azúcar empleando distintas técnicas de modelado, las cuales estarán expuestas en el Museo del Alfeñique.
En la muestra La dulce muerte niña, inaugurada el martes, el creador dio forma a las cinco piezas de calaveras que representan a niños vestidos con ropones.
"Están inspiradas en el ritual de la muerte del siglo pasado, cuando un niño fallecía lo fotografiaban vestido con sus ropones, de ángel, de algún santo o virgen; y los preparaban para que llegaran al paraíso vestidos como tenían que estar", relató el repostero.
"Los fotografiaban como recuerdo y con la última imagen que iban a tener de estos pequeños, tomé como idea ese concepto y elaboré estas cinco piezas, cada una con su historia".
Las esculturas en azúcar fueron bautizadas con los nombres de Margarita, Caspio, Pedro, Miguel y Clara, ésta última, según la historia ficticia creada por el repostero, fue una niña que vivía en un convento y disfrutaba de hacer rompope con las religiosas.
Para realizar las esculturas, José Ignacio González dedicó tres meses, pues cada pieza tiene detalles de flores y texturas. El artista y repostero lleva 12 años dedicándose a elaborar calaveras y catrinas comestibles para la temporada de Día de Muertos.
