Los operativos prometidos por el Instituto Nacional de Migración (INM), junto con Ferromex y otras autoridades, sólo ha retrasado horas o días, pero no parado, el flujo de la ola migrante que llega con miles a Ciudad Juárez, Chihuahua.
Aunque algunos de los viajeros sí son detenidos y llevados hasta el sur del País, ya sea su mayoría a Tapachula, Chiapas, o a Villahermosa, Tabasco, el grueso de estos extranjeros sigue arribando a la frontera entre México y Estados Unidos.
Una muestra fueron los aproximadamente mil 500 migrantes, en su mayoría venezolanos, que el sábado arribaron en tren a esta ciudad fronteriza tras estar varados más de 12 horas en Ahumada, a unos 125 kilómetros de Ciudad Juárez.
Personas en situación de movilidad entrevistadas explicaron que, aunque les fue más difícil llegar, de cualquier forma lograron su objetivo de estar a unos metros del 'sueño americano'.
A William Campos y su medio hermano Luis Torres, les llevó ocho días llegar a Ciudad Juárez desde que tomaron el tren en Huehuetoca, Estado de México, debido a que personal de Ferromex, indicaron, no les permitía subirse a los vagones.
Sin embargo, se mantuvieron junto a las vías de las diferentes estaciones en espera de obtener autorización y así fue como pudieron viajar hasta bajarse en la frontera para dirigirse al Río Bravo.
En Torreón pernoctaron dos días debajo de un puente, hasta que salió el tren a la ciudad de Chihuahua, donde permanecieron casi cuatro días, y cuando venían en camino, una avería en una manguera del tren, presuntamente provocado por un migrante de acuerdo con testimonios, los retrasó por más de 12 horas en Ahumada.
Fue a las 5:00 de la madrugada del sábado que el tren paró en el cruce de Perimetral Carlos Amaya y Eje Vial Juan Gabriel, con unos mil 500 migrantes que habían permanecido varados en distintos puntos del estado.
Los dos hermanos tomaron un camión que los llevó hasta el Centro, donde con los pocos recursos que aún les quedan, pagaron un hotel, donde pudieron dormir y asearse.
Este domingo, se dirigieron al bordo del Río Bravo para conocer la forma en que pueden solicitar asilo a Estados Unidos, donde observaron la alambrada de púas, los elementos de la Guardia Nacional de Texas desplegados a lo largo del muro fronterizo y cientos de migrantes formados para entregarse a la Patrulla Fronteriza y ser procesados.
Aproximadamente a la 1:30 horas, elementos del Instituto Nacional de Migración arribaron al lado mexicano del Río Bravo en vehículos oficiales, y realizaron un recorrido en el área donde se observa ropa abandonada por quienes cruzan el afluente.
Los agentes dialogaron con un grupo de migrantes que caminaban por el lugar, pero no fueron retenidos, por lo que luego de inspeccionar la zona se retiraron.
Cuando arriban los migrantes en tren a Ciudad Juárez, una gran mayoría se dirige directamente al Río Bravo para entregarse.
Los hermanos William y Luis optaron por acudir un día después luego de haber vivido días de angustia por no saber si podrían "montarse" al tren.
¿Qué les decían, por qué no los dejaban avanzar hacia Juárez, por qué duraron 3 días en la ciudad de Chihuahua?, se les pregunta.
"Porque no había autorización pal' tren pa' que saliera, que llevara migrantes", señala William, quien lleva en su mochila artículos de aseo personal y una sábana.
Estas indicaciones, comenta, se las daban quienes manejan los rieles y los maquinistas.
"En cada estación perdimos como dos días, tres días", recuerda el venezolano de 45 años.
"Porque los trenes no salían, no dejaban montar los trenes, que no estaban trabajando todos, sino 60 trenes, nos dijeron, por motivos, por peligro para nosotros".
De Venezuela salieron hace un mes y una semana, tiempo en el que además de pernoctar junto a las vías, han dormido en las calles y en los puentes.
En su caso, señala que salieron de su país debido a que en la zona donde vivían se registró un conflicto guerrillero y militar desde el 2020, que derivó posteriormente en amenazas contra los habitantes para que dejaran las tierras.
"Y debido a la situación en Venezuela decidimos venirnos para acá porque no hay nada que hacer allá y si se hace la plata no alcanza ni para comer", lamenta quien se dedicaba a la pesca.
Luis, a su vez, narra que le impactó ver en Huehuetoca una cruda realidad de la migración, donde se habían juntado unas 2 mil personas.
"Ahí pues hubo muchos accidentes, también varias personas perdieron la vida ahí, un señor pues estaba acostado en los rieles y no sé qué le pasó, todo el mundo se apartó y pues lamentablemente le quitaron como que la pierna", recuerda.
"Llegó la ambulancia, no, eso es impactante para las personas. Le amputaron la pierna y se lo llevaron para el hospital".
Luis espera tener la misma suerte que un compañero de viaje que conoció en el tren en Chihuahua.
"Él se entregó y él hoy ya pasó, está en el refugio del otro lado. Me dijo 'no me preguntaron nada, solamente me procesaron y seguí'", asevera.
"Hace como un mes pasó un primo y también estuvo un tiempo ahí, lo procesaron, pasó. Está trabajando ya, le dieron su permiso pa' trabajar. No sé, es como suerte, no sé en qué va eso, que a unos van, y a otros los regresan".
El domingo también llegó al Río Bravo el ecuatoriano Alejandro López, de 43 años, quien también viajó en tren desde Huehuetoca, pero quien asegura no haber tenido contratiempos.
"En el tren casi no he tenido mucho inconveniente", narra mientras observa desde el bordo del río.
Él viajó en un vagón sin problema.
"Se escuchan muchas cosas que pasan en el camino, la vida del migrante es bien difícil", dice.
"Escuché que unos compañeros que vinieron hacia adelante con la bendición de Dios lograron pasar".