Carlos Álvarez Flores | 12/09/2023 | 01:28
Equivocadamente nuestro país mantiene el modelo obsoleto, caro y contaminante del “relleno sanitario” como columna vertebral de la gestión de sus 44 millones de toneladas anuales que genera. Esta errónea costumbre es un claro contrasentido en las condiciones que vivimos los 8,000 millones de seres humanos en el planeta. Nuestro consumo de recursos naturales en el año 1972 fue de 7.52 ton/hab/año y para el año 2021 tuvo un aumento extraordinario del 59.35 % para llegar a 12.57 ton/hab/año de recursos naturales. Estos datos nos rebelan que esta vida moderna (vida urbana) requiere de muchos más satisfactores (alimentos, vestido, comunicación, transporte y esparcimiento) que hace 50 años, exigiendo más recursos naturales.
Conocemos nuestra huella ecológica desde 1996 a propuesta de William Rees y Mathis Wackernagel, que la definieron como los espacios terrestres y marinos necesarios para producir todos los recursos naturales y bienes que consumimos. Ya rebasamos la biocapacidad del planeta lo que significa que estamos consumiendo los recursos naturales de nuestros hijos y nietos. Es por esto que no podemos seguir dilapidando nutrientes (residuos orgánicos) y recursos naturales (todos los materiales y sustancias que producimos para fabricar todo lo que usamos) en esta forma irresponsable de consumo y producción lineal que no corresponde al concepto de sustentabilidad, que ya parece una palabra hueca.
No debemos perder más tiempo en modificar el modelo de gestión de los residuos sólidos urbanos. Actualmente esta gestión es obligación de los ayuntamientos. Sabemos que tienen poca capacidad financiera y carecen de personal calificado para implementar el nuevo modelo de gestión.
Es indispensable una campaña nacional de educación ambiental basada en las nuevas condiciones del planeta por la crisis climática. Debemos iniciar de manera inmediata la separación en fuente de nuestros residuos sólidos urbanos (RSU) como una forma de reducir las emisiones de metano que se generan en los 2,200 tiraderos a cielo abierto, que no rellenos sanitarios. Es necesario que el gobierno federal intervenga en estas acciones en conjunto con los gobiernos estatales como lo exigen la Ley para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos y el Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos.
Debemos crear 200 centros regionales para la gestión integral de los residuos sólidos urbanos en todo el país. En ellos deberemos producir composta con la fracción orgánica de los RSU debidamente separada en cada región que debe comprender varios municipios. También se deben agregar las excretas de animales y las podas de parques y jardines. Con estos residuos podremos producir 5 millones de ton/año de composta que se deberán utilizar para recuperar suelos erosionados y regenerar su capacidad de absorción de CO2.
Debemos acopiar separadamente los seis tipos de plásticos que más usamos con la meta de poder aumentar su reciclaje hasta llegar a 7.0 millones de ton/año. Hoy solo reciclamos 2.0 millones de ton/año. El resto de los RSU que no son reciclables se deben usar para producir unos 12 millones de ton/año de CDR (combustible derivado de residuos) que los pueden comprar los 35 hornos cementeros existentes para sustituir el coque del petróleo y reducir emisiones de CO2.
Estamos en el preludio del proceso electoral más grande de la historia donde se disputarán más de 8,000 cargos públicos, incluyendo el de la Presidencia de la República y 9 Gubernaturas con sus congresos y el Congreso de la Unión. Es muy importante que esta propuesta se pueda plantear y discutir en las campañas.
*Carlos Alvarez Flores, presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C. Experto en Gestión de Residuos y Cambio Climático. www.carlosalvarezflores.com y Twitter @calvarezflores