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Nayib Bukele, 'el salvador'

Oscar Esquivel | 19/08/2023 | 02:22

Han pasado cuatro años desde la llegada de un empresario salvadoreño al poder presidencial de El Salvador, con un periodo de seis año para terminar en 2024,  ha promovió su inminente reelección de manera inconstitucional, gracias al triunfo de su partido en las elecciones intermedias, que le dio una mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa, el hombre con arraigadas ideas centro izquierdistas, pero actuando como un centro derecha, acepto desde un inicio que el gran mal que aquejaba al país Centroamericano era la violencia que ejercían las pandillas de la Mara Salvatrucha.

Con una población de 6.15 millones de habitantes, antes de la llegada de Bukele, por cada 100 mil habitantes había 100 asesinatos, la mayoría propiciada por los delincuentes en pandillas, hoy en un cambio radical, solo 2 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. ¿Qué hizo Bukele? Simple, puso a trabajar a la fuerza pública reorganizada, al día de hoy están en las cárceles 65 mil Maras, 45mil de ellos recluidos en la prisión más grande jamás construida (Centro de Confinamiento al Terrorismo) CECOT, funcionarios salvadoreños dicen que es un monumento a la justicia, ¿en qué momento sucedió esto? Para terminar con la violencia hubo mano firme, solicitud desesperada de la población, para el Estado salvadoreño fue recibir una avalancha de críticas y señalamientos internacionales por su controversial medid, porque al hacerlo se instituyo un estado de excepción.

Nayib se formó bajo el sistema de partidos, después el hartazgo del tradicionalismo petrificado de los partidos sus formas y políticos corruptos inmersos en la degradación social que tiene la oligarquía, Nayib Bukele funda el suyo propio, mismo que lo mantiene en el poder, con 85% de aprobación ciudadana y con el 90 % de apoyo al combate a la delincuencia, para algunos es el mejor presidente que ha tenido EL Salvador desde la vida republicana del país, para otros es un dictador moderno. Para quienes vivieron en la angustia, hoy tienen la libertad de moverse, los negocios son prósperos, y la movilidad por el país es una “gloria” ya no se pagan extorsiones, el terror ha desaparecido; para los expertos analistas políticos, la democracia se ha perdido y el peligro de una dictadura será realidad, si gana las elecciones en 2024.

Tal vez los derechos humanos se violan de los miles de delincuentes al estar en cárceles en las mismas condiciones que ellos maltrataban a sus víctimas, el hacinamiento y el hambre, hombres y mujeres tatuados, MS símbolo del poder criminal, ahora la comunidad internacional aboga por ellos, pero los salvadoreños los llaman terroristas, ellos mataban, robaban, se apoderaban de viviendas completas, señalaban a jóvenes para integrarse por la fuerza a las pandillas, el secuestro “voluntario” una práctica común, no valían las suplicas de madres o padres, tenían que entregar en tributo a uno de sus hijos o hijas menores de 15 años, so pena de una muerte segura.

Países que abogan por los derechos humanos, como siempre a la “vanguardia”, los policías del mundo, los Estados Unidos, en los años 90 deportaron a El Salvador 4500 pandilleros, que al tiempo se convirtieron en 70 mil soldados del crimen.

La pobreza, la desigualdad, el abandono gubernamental, permitió hasta meterse en los sueños de los niños salvadoreños por ser parte de una pandilla, es mejor el dinero fácil obtenido por la extorsión, que espera a estudiar para ganar 315 dólares al mes.  

Detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones de personas, juicios simulados con jueces del régimen del “Dictador Moderno”, son algunas de las contradicciones de este estado de excepción, pero ante la violencia ¿cuál sería el camino correcto? Para Bukele, son mínimas las manifestaciones negativas, a los beneficios que se obtienen. El tiempo en el poder a sido corto, aún no se refleja en la economía, los beneficios de la mano duran contra la delincuencia y el combate a la impunidad, con 2 millones de pobres, 500 mil en pobreza extrema, inversión interna muy disminuida, y no se diga la extranjera, la paz debe ser una plataforma que catapulte el bienestar del ciudadano.

Con datos de ONGs en El Salvador hay 20 000 detenidos sin causa alguna, 153 muertes en cárceles, ante esta realidad con un presidente que viola la constitución para buscar la reelección, un mandatario que prácticamente desmantelo el poder judicial, con la ayuda de una mayoría de representantes diputados; así con todo esto, el pueblo salvadoreño votará por Nayib Bukele, acudirá en masas, arrasará las elecciones ¿Por qué, si viola la ley? Porque el pueblo quiere paz, vivir sin miedo, viajar sin terror, caminar por las calles, hacer negocios para disfrutar de sus frutos, porque esta hasta la coronilla que lo roben, los secuestren, lo humillen.  

Ante un ejemplo controvertido por la dureza del Estado ante la delincuencia, en nuestro país continuamos preguntándonos como podemos ponernos de acuerdo para encontrar la paz que tanto añoramos, estados enteros bajo el régimen criminal, no se puede tapar el sol con un dedo, ni creer que las “cosas” de los problemas sociales, se resuelven con un discurso vano, hueco, sin sentido, nos horrorizamos hipócritamente viendo las imágenes de los Maras Salvatruchas en las cárceles y como son tratados, mientras aquí, los derechos humanos sucursal del Estado que defiende al criminal, los ministerios públicos no hacen bien su trabajo o aparentan hacerlo para provocar que un juez corrupto de libertad a un criminal prácticamente confeso, nos da miedo la disciplina, obedecer la ley y exigir que se cumpla. Al Estado Mexicano le da lo mismo un desaparecido, que cinco, un secuestro en la ciudad que otro en alguna carretera, no le importa gastar dinero para la fiesta,  mientras el presupuesto en seguridad cada vez es menos, prometen cámaras por toda la ciudad y terminan sembrando jardines en plena sequía, compran a jueces y magistrados para asegurar impunidad cuando el fuero se termine.
¿Qué queremos? Corcholatas, gelatinas, güeros o morenos, verdes color corrupto, o de verdad somos ciudadanos que el país nos importa menos que un programa televisivo, como el de la casa de los famosos, la gente  lo ve como un guía en la educación de nuestros niños y no leemos un libro por pensar en la malicia que nos pueda ofrecer y nos ofenda la fe.

Si nos gusta la manipulación, continuemos sin exigir un cambio verdadero en la impartición de justicia, que no solo es la relativa al crimen, si no la búsqueda del equilibrio social y económico.
“Siempre se podrán hacer cosas extraordinarias mientras no perdamos la brújula de la bondad”
“ La disminución de la pobreza un gran logro que debe extenderse para terminar con ella” OEA
Nos saludamos pronto.
Oscar Esquivel