La selva amazónica está en el centro de la atención mundial sobre la conservación de la biodiversidad en el mundo y se la reconoce como un valioso recurso natural para mitigar el cambio climático. No obstante, la abundancia de naturaleza que se encuentra en los biomas amazónicos no solo ayuda a controlar el clima.
El territorio amazónico también puede deslumbrar a cualquier visitante que se aventure por sus ríos, cascadas, montañas y selvas únicas. Más allá del encuentro de las aguas entre el Río Negro y el Solimões, agenda estas cinco maravillas naturales que la Amazonía tiene para ofrecer.
1. La pororoca en la desembocadura del Amazonas
El río Amazonas vierte millones de litros de agua dulce por segundo en el Océano Atlántico y es uno de los ejemplos más sorprendentes de la fuerza y el tamaño del mayor afluente del mundo.
En la desembocadura del Amazonas, donde una extensa pluma de agua fangosa avanza casi 200 kilómetros mar adentro, es posible observar la llamada pororoca. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el fenómeno, uno de los más famosos de la región amazónica, se produce cuando las mareas del Océano Atlántico son lo suficientemente altas como para obligar al río Amazonas a retroceder, lo que genera olas de 3 a 6 metros de altura a lo largo de unos 20 kilómetros hacia el interior del río. Derivada de la lengua tupí, la palabra pororoca significa “estallido” y ocurre todos los días, con un periodo de mayor intensidad entre enero y mayo.
Todos los años, la Secretaría de Estado de Deportes del Estado de Pará (Brasil) promueve el evento Surf na Pororoca, que atrae a cientos de atletas y turistas a la región para ver las olas únicas que genera este acontecimiento de la naturaleza.
2. La vista desde la cima del Pico da Neblina
También dentro de la selva amazónica se encuentra el pico más alto de Brasil. Con 2995 metros de altura, el Pico da Neblina, también conocido comoaripo Y, se encuentra en la Serra do Imeri, dentro del municipio de São Miguel da Cachoeira, en el estado de Amazonas, en la frontera con Venezuela.
Según un artículo publicado en 2022 en National Geographic, las visitas al monumento natural estaban prohibidas desde 2003, pero desde mayo del año pasado, los indígenas yanomami llevan a los turistas al pico rodeado de selva amazónica.
La excursión comienza en São Gabriel da Cachoeira, en un trayecto de 88 kilómetros en coche y otras seis horas en barco por el río Cauaburis hasta un campamento cerca de la aldea de Maturacá. Allí es posible pernoctar y someterse a rituales de orientación y protección realizados por los chamanes yanomami (ancianos de la comunidad y líderes espirituales). Al día siguiente, tras otras dos horas en barco, el grupo de visitantes llega al comienzo del sendero que lleva cuatro días de marcha hasta la cumbre.
3. Las cascadas de Presidente Figueiredo
El municipio de Presidente Figueiredo, a 107 kilómetros de Manaus, es conocido como la "Tierra de las Cascadas", según la Compañía de Turismo del Estado de Amazonas (Amazonastur).
El Ministerio de Turismo ya ha catalogado más de 150 cascadas en el municipio, muchas de ellas visitables, y cada año se descubren y catalogan nuevas cascadas. Además, la ciudad también alberga una gran variedad de grutas, cuevas y senderos por la selva amazónica.
La principal cascada para los visitantes es la de Iracema, de ocho metros de altura. Según Amazonastur, la mayoría de las cascadas se encuentran en senderos de zonas aisladas y con cierto grado de dificultad de acceso. Por lo tanto, es obligatorio contratar un guía o una empresa acreditada para visitar las hermosas cascadas.
4. Archipiélago de las Anavilhanas, en el río Negro
En un laberinto de 30 000 hectáreas de islas y espejos de aguas negras que se transforman con la variación del nivel del río, el archipiélago de Anavilhanas destaca entre los destinos amazónicos.
Bañado por el río Negro, Anavilhanas está a unos 40 kilómetros de la ciudad de Manaos y es el segundo mayor archipiélago fluvial del mundo, con unas 400 islas y 60 lagos, informa Amazonastur.
Debido a su inmensa biodiversidad y riqueza natural, el lugar fue reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) como Patrimonio Natural de la Humanidad en 2000.
Siguiendo el ciclo de crecidas del río Negro, el archipiélago puede disfrutarse de distintas formas según la época del año. Según la agencia estatal de turismo, en la estación seca (de septiembre a febrero) se puede disfrutar de las playas de arena blanca que surgen por todo el archipiélago.
En la época de crecidas (de marzo a agosto) destacan los senderos acuáticos de igapó, que son paseos en barco por los bosques inundados, que forman un paisaje misterioso e impresionante.