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Conoce los 'retiros en la oscuridad' y sus beneficios

CQ | 10/07/2023 | 16:06

Es muy probable que los retiros en la oscuridad no estén entre tu lista de cosas por hacer, después de todo, el temor a la oscuridad es uno de los miedos más atávicos y arraigados que existen: la oscuridad aniquila el sentido de la vista, pero agudiza todos los demás. Sin embargo, sin ojos, parece que no podemos confiar en nosotros mismos, en nuestros instintos, aunque sean la brújula más infalible que existe. Quizá porque la oscuridad nos obliga a mirar en nuestro interior. En la oscuridad, los movimientos se hacen más lentos, ponderados, casi nulos: es mejor no moverse, quedarse, escuchar la situación para comprender qué hacer, para sobrevivir. El hombre de las cavernas sabía moverse en la oscuridad, y hacer el menor ruido, para escapar de lobos o leones. Pero hoy, ¿de qué depredadores huimos? ¿A qué o a quién tememos?
 
Para responder a esta pregunta están los “retiros en la oscuridad”, es decir, las instalaciones que organizan retiros de meditación en los que los participantes eligen deliberadamente vivir en la oscuridad durante tantos días como puedan soportar, “forzándose” a la introspección, que luego transmuta el miedo inicial en un viaje interior trascendental.
 
¿Por qué hacer un retiro en la oscuridad?
El maestro Mantak Chia lleva más de 40 años promoviendo estos retiros. La inspiración le vino de los animales, que cuando se hieren se esconden en una cueva para curarse y permitir que el cuerpo se cure. Del mismo modo, funciona con el alma de las personas.
 
En la oscuridad, no importa el dinero que tengas en tu cuenta, la ropa que lleves, el puesto que ocupes en una empresa. En la oscuridad, estás a solas con lo que eres, vuelves a la esencia, escarbas en ella. Y todo lo que tienes es el momento presente: no hay proyección, no hay pasado.
 
Contrariamente a lo que podría pensarse, la oscuridad proporciona muchos más estímulos que la luz: los sentidos se activan, se siente con el vientre, la mente, la primera en entrar en órbita, se desconecta.
 
Los retiros en la oscuridad no son nada nuevo
Desde tiempos inmemoriales, todas las tradiciones espirituales han explotado la oscuridad para la búsqueda de la iluminación. Ya sean pasadizos subterráneos, pirámides, catacumbas o cuevas, el hombre siempre ha buscado retirarse a la oscuridad para encontrarse a sí mismo. En la tradición taoísta, como escribe Mantak Chia en su artículo titulado Darkness technology, la cueva, la Montaña Inmortal, el Wu San, representan la Cámara Alquímica Interior Perfecta. Meditar y ayunar en la cueva es la etapa final del viaje espiritual. Las cuevas son el punto más cercano a la energía de la Madre Tierra, ya que contienen la primera información sobre la vida, la esencia vital del poder de la Tierra. No es casualidad que el Tao afirme que “cuando entras en la oscuridad y esta se vuelve total, la oscuridad pronto se convierte en luz”.
 
Tampoco es casualidad que los grandes maestros de la humanidad fueran a encontrarse, alcanzando la iluminación, en cuevas oscuras, pasando la mayor parte del tiempo meditando. Mahoma recibió la primera revelación del Corán en una cueva, al igual que Buda. Del mismo modo, aún hoy, los niños de la comunidad Kogi de Colombia son aislados en una cueva oscura hasta los 9 años para permitirles desarrollar sus propiedades curativas en conexión con el cosmos.
 
¿Cómo afecta la oscuridad a nuestro cerebro?
La oscuridad total modifica profundamente la sensibilidad sensorial del cuerpo/cerebro. Nos vemos privados de toda referencia visual. Los sonidos comienzan a desvanecerse a medida que perdemos el contacto con el mundo exterior y volvemos nuestros sentidos hacia el interior. La oscuridad apaga los principales centros corticales del cerebro e inhibe las funciones mentales y cognitivas de los centros cerebrales superiores. Los estados emocionales y sensoriales mejoran, en particular, el sentido del olfato y los sentidos más finos de la percepción psíquica. Los sueños se vuelven más lúcidos y el estado onírico se manifiesta en la conciencia consciente. “Despertamos en nosotros la conciencia de la Fuente, el espíritu, el alma”, explica Chia. “Descendemos al vacío, a la oscuridad del espacio interior profundo”.
 
La oscuridad activa los centros más profundos del cerebro: la glándula pineal, el hipotálamo y la hipófisis. En concreto, en los primeros días se produce la hormona del sueño melatonina, que calma el cuerpo y la mente como preparación para las realidades más sutiles de la conciencia superior. Alrededor del quinto día inmerso en la oscuridad, la pinolina, que actúa sobre los neurotransmisores del cerebro, permite que las visiones y los estados oníricos emerjan a la conciencia consciente. Al cabo de unos diez días, el cerebro sintetiza las llamadas “moléculas espirituales”—5-metoxi-dimetiltriptamina (5-MeO-DMT) y dimetiltriptamina (DMT)—, que facilitan las experiencias trascendentales de amor y compasión universales. La DMT es, en efecto, una sustancia psicotrópica muy potente. Según el psiquiatra Rick Strassman, la glándula pineal produce de forma autónoma pequeñas cantidades de DMT durante la fase REM del sueño, la fase en la que la actividad onírica es más intensa. En esta fase, es fácil tener visiones.