Arqueólogos chinos descubrieron un búnker subterráneo que se usó por científicos japoneses en la Segunda Guerra Mundial. En el sitio se realizaban experimentos con seres humanos por parte del Escuadrón 731 del ejército japonés durante la ocupación de China por Japón entre 1931 y 1945.
Este búnker se descubrió cerca de la ciudad de Anda, en Heilongjiang, China. Se construyó por los japoneses en 1941 y se funcionó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El laboratorio era el mayor centro de investigación de la Unidad 731, su ubicación exacta se desconocía hasta ahora.
Los investigadores del Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Heilongjiang declararon que su descubrimiento “pone de relieve el legado actual de las atrocidades de la Unidad 731 y su impacto en los esfuerzos para prevenir la guerra biológica”.
El búnker tiene una estructura en U, de unos 33 metros de largo y 21 metros de ancho, de la que parten salas y túneles. Como los arqueólogos no han entrado al lugar, todavía no se sabe el fin de cada habitación. Sin embargo, creen que las habitaciones se componen de laboratorios, salas de observación y disección, celdas, barracones, garajes, baños, comedores y pozos.
El Escuadrón 731 comenzó en 1931 como una unidad de salud pública gestionada por los japoneses, sin embargo, llegó un momento en el que amplió sus investigaciones para comenzar a practicar grotescos experimentos con cautivos chinos, coreanos, rusos y estadounidenses.
Los terribles experimentos de la Unidad 731 incluían pruebas con granadas, bombas bacteriológicas, lanzallamas y armas químicas. Sus miembros practicaron actos que ponen de relieve hasta dónde puede llegar la maldad de un ser humano:
Se calcula que 12.000 hombres, mujeres y niños murieron en los experimentos de esta unidad.
Otro hecho relevante fue que los científicos del Escuadrón 731 criaban pulgas infectadas de peste en los laboratorios. A estos animales los lanzaron desde aviones que volaban sobre ciudades chinas para causar brotes de enfermedades que mataron a cientos de miles de personas.
Un ex comandante del Escuadrón 731, Sakaki Hayao, describió los experimentos realizados allí como algo “extremadamente cruel” cuando habló ante el tribunal militar especial de Shenyang.
Hayao vio a personas atadas a postes y expuestas al ántrax, una enfermedad causada por la bacteria bacillus anthracis lanzada en bombas desde aviones y detonadas por los japoneses.