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Eutancia capitulo IV

Oscar Esquivel | 26/05/2023 | 07:32

Esta es la cuarta ocasión que escribo sobre el tema, es verdaderamente controvertido y polémico, sobre todo en la cultura occidental donde vivimos, altamente silenciada por la religión, ahora me doy cuenta no se si fue la pandemia, pero al día de hoy a mi alrededor han fallecido amigos y conocidos, en condiciones de dolor extremos y sé que su único deseo era ya no sentir dolor. Es para ellos este reclamo a la sociedad.

 

Cuando se nace, no venimos de la nada, porque todo somos algo, nada puede ser esculpido de la nada, se llega a la vida entendiendo el comienzo como un punto de partida y después vivirla, para posteriormente dejar un legado que todos quisiéramos y mostrarle al mundo, la huella que dejamos al paso en la vida terrenal.

 

La humanidad siempre espera algo, milagros tal vez, un evento que nos permita encontrarnos, como esperar la llegada de Dios, mostrando su bondad infinita, existen otros que esperan a los alienígenas que para algunos somos el experimento que dejaron en el planeta hace miles de años, siempre esperamos el regalo perfecto divino, a cambio de demostrar que hemos cambiado siendo portadores de paz y bienestar.

 

Cuando una persona muere, deja un espacio difícil de reemplazar, tal vez imposible, somos únicos, con nuestra aportación en la vida, se fueron formaron ideas en las personas de nosotros para no ser olvidados. No se podríamos decir que un sabio es mejor que un trabajador o un artista es menos valioso que un científico, porque existen seres humanos que se catalogan como extraordinarios por su aportación a la ciencia, la cultura, el arte, a la sociedad misma. Los pobres desprotegidos también cuentan su propia historia, podríamos mostrar una infinita lista de las aportaciones tangibles e intangibles, que hace el hombre a favor de la tierra o el universo mismo.

 

Cuando todo eso se piensa y razona surgen preguntas ¿quiénes somos? ¿Cómo somos? ¿A dónde vamos? y aparecen los temas tabús.

 

La mayoría católica y cristianos de México, así como otras religiones, han sido los principales opositores a la implementación de la eutanasia, los remedios paliativos no llegan y no funcionan.

 

“El necio se sienta a la orilla del rio a esperar que termine de pasar el agua; pero esta fluye y continuara eternamente” Horacio.

 

En ninguna religión en sus escrituras, advierten sobre si el individuo ocurre a una falta grave al solicitar morir asistido por otra persona, es al terror a descubrirnos como auto flagelantes,

o dejar en la mente de quienes nos rodean, un recuerdo como personas cobardes que nos quisimos ir, por voluntad propia.

 

La posición contradictoria de quienes ejercen la medicina, al hacer un juramento de atender al enfermo y mejorar su salud, aliviando el sufrimiento del paciente, esto lo hacen suministrando medicamentos para devolverle la salud ¿Pero ¿qué sucede cuando ya no está a su alcance la cura? Se utilizó la máxima tecnología, los mejores consejos de entre profesionales, se estudió el caso clínico por varios galenos y desafortunadamente ya nada se puede hacer en esos momentos ¿Pasará por la mente del doctor, aplicar la eutanasia? Algunos dirían que sí, su formación profesional de curar y quitar el sufrimiento es su deber, pero en nuestra sociedad de sangre cargada de prejuicios morales y religioso, le hablaran a su oído indicándole que no debe hacerlo o estará en pecado mortal.

 

EL médico al saberse capacitado para tener la mejor respuesta del diagnóstico fatal se debería entender que conoce la voluntad del paciente, terminando con su dolor y reconociendo profundamente que el único camino es la muerte asistida, si el medico ignora la voluntad de quien sufre y no participa en este proceso doloroso ¿incurriría en alguna falta profesional? Tal vez recurrirá a cuidados paliativos que le haga tener una agonía menos dolorosa, pero desafortunadamente altamente angustiante para el paciente y sus familias, ¿también incurriría en una falta ética o profesional?

 

La ética del facultativo medico será siempre incólume, mientras sopese el bienestar y el dolor, la religión y las costumbres deberían ser el segundo plano.

 

Escribir sobre la eutanasia es también hablar de clases sociales, el sistema de salud es un fracaso que no puede cubrir las necesidades paliativas de una persona en estado terminal. Con solvencia económica, se puede recurrir a la medicina privada, aun cuando es cara, abusiva, egoísta y agiotista, ante el dolor nada se puede hacer, y si tenemos que quietárnoslo pagaremos hasta con lo que no se tiene. El sistema de salud del estado pudiera tener los implementos necesarios, para esperar la muerte con cuidados médico-adecuados, el vivir en la ciudad también importa o en poblaciones que cuenten con una clínica medianamente equipada, pero ¿Qué sucede con los pobres? Una persona que no cuenta con seguridad social o servicio médico privado y se encuentra en estado grave terminal, lo podrían revisar y atender en los centros de salud, suministrándole medicamentos que en ocasiones no hacen efecto, simplemente por ser pobres los gritos de dolor y angustia seria su única medicina.

 

Sentimos que la mayoría de los mexicanos aceptan dos cosas: La donación de órganos y la eutanasia, con la primera es necesario que todos y cada uno de nosotros apoyemos la donación universal, es decir mientras se tenga muerte cerebral, el paciente será donador múltiple sin mediar familiares ni la voluntad del fallecido; La segunda, la eutanasia, debe ser aplicada en pacientes en estado terminal bajo su voluntad plena y de no tenerla, un familiar bajo el consejo médico colegiado, tomará la decisión de asistir al paciente para el bien morir.

 

Ya somos maduros como sociedad como para comprender que la vida no llego de la nada, la fuimos conformando de diferentes maneras a lo largo de los años; Nos dimos cuenta del amor, pero también del sufrimiento. El transcurrir de los años, no fueron en vano, tomamos decisiones, fuimos libres, aportamos algo al crecimiento de la humanidad y si de esta manera se llegó a vivir, entonces tenemos el derecho ganado de tomar la mejor de las decisiones, tal vez, sea audacia, osadía, valentía, es un valor que le arrebatamos a las circunstancias, que algún enfermo, ahora reclama el derecho de morir con dignidad, de pie, ante los demás.

 

Dios recompensará, dicen algunos, Dios alivia el sufrimiento, dicen otros, pero ninguno acepta la voluntad personal del enfermo.

Nos saludamos pronto.

 

OSCAR ESQUIVEL