Sábado 11 de Mayo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Convirtiendo al sepulturero en rey

José Luis Solís Barragán | 18/05/2023 | 22:47

Si pudiéramos regresar un poco el tiempo y nos colocáramos hace 10 años ¿Quién hubiera imaginado ver al Partido Revolucionario Institucional en la situación en la que se encuentra hoy en día?, es decir, no era predecible ver al viejo partido de Estado, en terapia intensiva, convirtiéndose en un partido satélite.

 

Si uno hiciera un pequeño recuento histórico del PRI en las últimas décadas, no encontraría un momento tan complejo como el que hoy atraviesa, es decir las crisis han quedado manifiestas a lo largo de los años, pero había encontrado siempre la forma de salir avante, pero en este momento cada día que pasa la tormenta adquiere más fuerza y el PRI se ve más disminuido.

 

El PRI atravesó una transformación radical cuando dejó de lado la ideología nacional-revolucionaria y se entregó a los brazos de la modernidad acompañada del neoliberalismo, su identidad entró en crisis, pero su condición de partido de Estado permitió sortear el huracán que se avecinó.

 

El tricolor transitó de un partido preponderante a uno dominante y por último se convirtió en un competidor más en la arena electoral y pese a la crisis que trajo consigo perder al “primer priista del México”, los virreyes locales suplantaron la autoridad del tlatoani caído y nuevamente el PRI se acopló a su nueva realidad.

 

El peñismo fue el sueño de una nueva oportunidad para los priistas, un segundo aire refrescaba la estructura del dinosaurio, pero muchos de los integrantes de la nueva generación de priistas no encontraron limites en su ambición por acumular riquezas; y su frivolidad cobró factura en los comicios.

 

Sin duda alguna hoy el ser priista es toda una epopeya, entre otras cosas, por lo reumático que se encuentra el viejo dinosaurio y no hablamos de recursos económicos o triunfos electorales, sino que hacemos referencia a la brújula ideológica que se perdió, ya que pregonan matar al neoliberalismo, pero en los hechos defienden reformas y políticas que se gestaron como parte de esa lógica económica.

 

Ser priista es complicado, porque mientras se pregona una lucha titánica contra las formas autocráticas del lopezobradorismo, su dirigencia suprime todo vestigio de oposición y bajo los argumentos de “estabilidad”, prolonga la estancia de una dirigencia errática.

 

Hoy el PRI claudicó a vivir un momento refundacional que le permitiera encontrar el respaldo social que tanto necesita, pero quizás lo más incomprensible, es como la casi nula democracia interna aplastó la posibilidad de cambio, con el único objetivo de convertir al sepulturero en Rey.

 

Alejandro Moreno Cárdenas no es el único responsable de los resultados electorales en que se aprecia al PRI como un lastre, pero sin duda alguna su desempeño como dirigente nacional es una muestra clara del porque el priismo del peñismo fue tan duramente criticado, es decir por su necedad de sacrificar el interés colectivo, por su interés personal.

La ampliación de mandato de la dirigencia del PRI fue una muestra clara de la hegemonía de su Presidente, triunfar con 518, de los 521 votos disponibles muestra un férreo control en su Consejo Político y ello es tan democrático como las encuestas que buscan legitimar el dedazo, o incluso tan democrático como imponer su razón, sólo porque tengo mi mayoría.

 

Muchos priistas serán responsables de convertir a su sepulturero en Rey, serán responsables de continuar con el pragmatismo político que los hace poner en permanente riesgo una alianza opositora y todo en aras de conservar un coto de poder con miras a las candidaturas del próximo año.

 

Pocas posibilidades de un buen augurio para el PRI, pero si algo si se le debe reconocer al gran “Alito”, es su capacidad para consolidar los canales comunicantes que existen entre el PRI y MORENA, ya que su pragmatismo y su indefinición ideológica, alimenta a los que se ostentan como los nuevos defensores del nacionalismo y de la justicia social.

 

Pocos meses faltan para la sucesión presidencial y el PRI pretende arrancar con un piloto que no entiende que México ya cambió y si su forma de hacer política no lo hace, pocas posibilidades habrá de ser un verdadero competidor en la arena electoral.