El Sábado Santo, conocido también como “Sábado de Gloria”, es una jornada de celebración en muchos lugares; sin embargo, a diferencia de otros días, el sábado es de silencio y reflexión.
Durante este día, la Iglesia Católica no realiza eucaristías, no toca las campanas, el Sagrario se deja abierto y vacío, el altar está despojado y no se administra ningún sacramento excepto la Unción de los enfermos y la Confesión de los pecados.
En esta jornada se produce la vigilia de 40 horas que los seguidores de Jesucristo realizaron después de su muerte y sepultura el Viernes Santo y antes de que resucite en el Domingo de Resurrección.
El sábado es una jornada de luto y de reflexión, se celebra la Soledad de María, la madre de Jesús, después de llevar al sepulcro el cuerpo de su hijo, quedando en compañía del apóstol Juan.
Cuando cae la noche en el Sábado Santo se produce la Vigilia Pascual, que concluye con la Liturgia Eucarística y se acompaña a la Virgen María, que vela en soledad junto a la tumba de su Hijo.
Antes de la medianoche se debe haber llevado a cabo la ceremonia, se compone de varias partes: