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LAS MAÑANERAS: Lo bueno, lo malo y lo perverso

Lupillo González | 31/03/2023 | 23:53

Desde que Andrés Manuel López Obrador inició su mandato en diciembre de 2018, instauró la conferencia mañanera con el fin de acaparar la agenda pública. Viendo lo bueno de este ejercicio, es que ningún primer mandatario de la nación había tenido una relación tan directa y constante con los medios de comunicación. A pesar del control que trata de imponer Jesús Ramírez Cuevas (Coordinador General de Comunicación Social y Vocero del Gobierno de la República), muchos periodistas han tenido la libertad de cuestionar de forma directa al primer mandatario, algo que pocas veces se llegó a ver o a permitir durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

 

Lamentablemente la conferencia matutina ha sido un campo de batalla para el mismo gremio periodístico donde ha repercutido también la división cotidiana que genera López Obrador. Unos cuestionan y los otros se burlan de ellos y los atacan. Los afines a la 4T se desviven en halagos al presidente o se montan escenarios para la zalamería como el protagonizado por la mandataria estatal de Campeche Layda Sansores.

 

A López Obrador le apetece el estilo de aquellos líderes socialistas Fidel Castro o Hugo Chávez de hablar y hablar a diario por horas, donde el punto medular solo sea su discurso. 

 

También este espacio se ha convertido en un muro de los lamentos para culpar de todo al pasado y todo aquel que ose cuestionar a la cuarta transformación, será etiquetado y lanzado a la hoguera como conservador, fifi, fantoche, sabelotodo, aspiracioncista y neoliberal.

 

Como boxeador en la esquina a punto del nocaut, López Obrador para poderse zafar de cuestionamientos muy validos como el hecho por la periodista de Animal Político por el espionaje del Ejército a periodistas y defensores de derechos humanos, escabulle el bulto y en lugar de responder de forma clara se avienta esa de “nosotros no espiamos, nosotros hacemos labores de inteligencia”. Este es un claro ejemplo de todos los cuestionamientos que nunca tendrán una respuesta adecuada. 

 

La mañanera se ha convertido en un tianguis, en momentos hasta una pachanga donde el anfitrión baila, canta y maneja a su antojo los momentos, para finalmente no atender los temas importantes, que se marque su agenda y la nota principal sea que López Obrador cantó una de Chico Ché. 

 

Hasta el momento a López Obrador se le han podido contabilizar más de cien mil afirmaciones no comprobables en las mañaneras. Lamentablemente se satura ya el desgastado argumento de “ya cambiamos, no somos los mismos”, presuponiendo que todo lo que hacen él y su equipo está bien. Es por eso que la prensa es más crítica. Y eso no significa que sea conservadora.

 

Me gustó mucho la opinión dada a Letras Libres del reportero del semanario Proceso Arturo Rodríguez, que menciona que la mañanera en términos generales, el balance actual es muy nocivo para el periodismo. Señala que el presidente considera que se trata de un diálogo genuino, pero lo que en realidad hace es descalificar la opinión de diarios y demás medios; a veces de manera personalizada, a veces genérica.

 

Por su parte Kevin Zapata Celestino en su ensayo Las “Mañaneras” de AMLO y los abusos de la comunicación presidencial, argumenta acertadamente que las “mañaneras” del presidente Andrés Manuel López Obrador, lejos de representar un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, forman parte de una estrategia de control mediático que tiene por objetivo monopolizar la agenda pública. Como consecuencia de la saturación mediática y la retórica del presidente, se polariza a la sociedad y se rompe el diálogo ciudadano, lo que pone en riesgo a las instituciones que sostienen la democracia en México.

 

Ya se fueron cuatro años del sexenio y se avecinan los tiempos electorales por lo que pregunto: ¿Se vivirá un mayor desgaste de la mañanera en fecha próxima? ¿Esta tribuna servirá como una nueva santa inquisición a los opositores de Morena y sus aliados? ¿Se promoverán las piezas electorales claves de AMLO violando las leyes? ¿Se transformará en un coliseo romano donde los periodistas incomodos serán lanzados a los leones?