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Así surgió el mito de las cigüeñas y los bebés

Muy Interesante | 29/03/2023 | 16:18

Esta ave aparece volando por los aires sosteniendo una especie de pañoleta donde transporta a un recién nacido sonrosado y feliz. La historia se remonta a la antigua Grecia. Hera, la diosa del parto, convirtió a su rival Gerana, la reina del pueblo pigmeo, en una grulla como castigo porque tenía un romance con Zeus. Gerana levantó a su bebé, lo envolvió y se fue volando con el niño en el pico.

En la mitología nórdica, las cigüeñas simbolizaban los valores familiares y la pureza, pues se creía que eran monógamas. Si una cigüeña anidaba en el techo de una casa traía buena suerte y la posibilidad de un nuevo nacimiento. Era una creencia extendida en los Países Bajos y Alemania.

Con el paso de los siglos, la grulla se convirtió en cigüeña, dice Paul Quinn, profesor titular de literatura inglesa en la Universidad de Chichester, en Reino Unido. Esto se debe a que las cigüeñas son aves propensas a anidar en los hogares, por lo tanto, es un animal con vínculos familiares.

Un momento fundamental para que el mito de la cigüeña se popularizara ocurrió a principios del siglo XIX cuando la cigüeña comenzó a aparecer en los cuentos de hadas. En estas historias a casi siempre acudía al rescate de los bebés humanos.

Marina Warner, profesora de la Universidad de Londres, afirma: “Encontraba bebés en pozos, estanques o pantanos, los sacaba con su pico y los envolvía en un cabestrillo”.

Hay un cuento “Las cigüeñas”, de Hans Christian Andersen (1839), que retoma estos elementos. Andersen es uno de los autores infantiles más famosos del mundo, por lo que su historia también ayudó a que la cigüeña tuviera un vínculo muy estrecho con la figura de los bebés.

Andersen cuenta en esta historia que existe un estanque a donde las cigüeñas acuden para rescatar bebés y llevarlos con sus padres hasta sus casas. Como ocurre en muchos cuentos de hadas, hay una parte bastante oscura. A los niños que se portan mal, en lugar de llevarlos hasta su nuevo hogar con una nueva familia, la cigüeña les lleva un hermanito muerto.

Hay algo que se conoce como Nevus flammeus nuchae. Se trata de una marca de nacimiento en la piel de los recién nacidos que aparece por malformaciones en los vasos sanguíneos. De manera coloquial se dice que es una marca que las cigüeñas dejan cuando muerden la piel de los bebés.

Hay otras explicaciones que nos dan más luz sobre cómo nació el mito de la cigüeña. Por ejemplo, la misma imagen de las aves es de pureza, bondad y cuidados maternales. Así lo explica Rachel Warren Chadd, coautora de Birds: Myth, Lore and Legend:

“Las aves son grandes y blancas, vinculadas a la pureza, y sus nidos grandes, prominentes y están cerca de donde viven las personas. Por lo tanto, su comportamiento de crianza es muy evidente”.

Los historiadores estan de acuerdo en que la idea de la cigüeña estaba muy arraigada en Alemania y Noruega. Durante la era pagana, en la época medieval hace más de 600 años, las parejas se casaban durante el solsticio de verano anual, porque el verano estaba asociado con la fertilidad.

En ese periodo, las cigüeñas comenzaban su migración desde Europa a África. Las aves regresarían la primavera siguiente, nueve meses después. Las cigüeñas “migrarían y luego volverían a tener sus polluelos en la primavera casi al mismo tiempo que nacían los bebés”, aclara Warren Chadd.

De esta manera, las cigüeñas se convirtieron en símbolo de portadores de nuevas vidas: en el caso de los humanos, llegaban cargados de un nuevo bebé para las familias.