Desde niño, el cineasta chileno Christopher Murray se sintió atraído por las historias que le contaba su abuela, en especial aquella de 1880 en Chiloé, de donde ella era originaria, acerca de una comunidad de brujos que fue descubierta y enjuiciada.
Brujería, que llega hoy a cines nacionales después de cautivar al público del Festival de Sundance, es el resultado.
En el filme, Rosa Raín (Valentina Véliz) es una indígena huilliche que presencia la muerte de su padre, atacado por los perros de un granjero alemán, sin encontrar justicia ni apoyo en las autoridades.
Por eso, la niña decide acudir a un viejo maestro, Mateo (Daniel Antivilo), quien resulta ser el líder de La Recta Provincia, la sociedad secreta de brujos que lideran y orientan a los antiguos habitantes del archipiélago.
Cuando Mateo es apresado por encabezar esta organización, acusada de intentar ser autoridad paralela al naciente gobierno chileno, Rosa decide asumir el camino de la brujería e inclinar la balanza a su favor.
"Este asunto se da en un contexto donde Chile recién está dando sus primeros pasos como República madura, con un código penal que recién estaba estrenado y, sobre todo, en estas regiones donde la justicia estaba a voluntad de la gente que estaba a cargo como representante de la República y, por lo tanto, había inequidades.
"Es justamente por eso que La Recta Provincia proveía de resistencia y una suerte de justicia local que le hacía sentido a ese territorio", contó Murray, en entrevista en video.
Con recreaciones del Chiloé de 1880 y una protagonista local que no es actriz de profesión, Murray y su proyecto cautivaron a figuras como sus conterráneos Pablo y Juan de Dios Larraín (Jackie, Neruda), así como al mexicano Nicolás Celis (Roma), quienes se sumaron como productores.
"Es un pasaje inédito en la historia de Chile, pero para mí el cine siempre debe tocar lo universal, hablar de temáticas que traspasan la frontera. En este caso se trata de los procesos de colonización que tienen características similares, sobre todo su violencia, de ahí que se hayan sumado a la producción figuras como estas", subrayó el realizador de El Cristo Ciego.
Otro de los objetivos del filme, que cuenta con toque mexicano en la fotografía (María Secco) y la música (Leonardo Heiblum), era darle otra interpretación al mundo de la brujería.
"La palabra tiene un componente político, ha sido ocupada con un tono negativo para invisbilizar o marginalizar a ciertos grupos y cosmovisiones. Me interesaba revindicar esa palabra como una apuesta de confrontación, de lucha política, porque en el fondo para la isla tiene un sentido muy profundo", concluyó Murray.