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Las armas que no vimos

Oscar Esquivel | 10/03/2023 | 02:07

Se dice que en la guerra todo se vale, los convencionalismos quedan en solo eso, una convención de notables hace la reglas, según para atenuar los efectos negativos que trae el caos de la destrucción. La humanidad desde sus inicios nunca ha dejado de pelear entre ella, territorio, alimentos, esclavitud, riqueza, el objetivo. Al evolucionar, con el pasar de los siglos, fueron imponiéndose la religión, las ideologías a base de las armas, con el pretexto de infligir sus “ideales”, se formaron movimientos internos de cada país, para después exportar su manera de implementar “orden y progreso” una forma sutil de conquista.
 
Las grandes potencias se dividieron al mundo el siglo pasado, comunismo y capitalismo, algunos permanecieron “neutrales” hasta donde su conveniencia les permitía, ambos bandos requerirían necesidades diversas, sus sociedades se convirtieron en insaciables depredadores de otros países, si no la compraban lo arrebatan y listo, esta clase de comportamiento aun continua sucediendo, sobre todo occidente voraz e incansable consumista, lo malo de todo esto, es que Asia sigue el ejemplo y América Latina no se queda atrás, consumir es el objetivo a alcanzar, producir tantos bienes superfluos que no se necesitan.
 
Constante guerra comercial ver quien alcanzan la gloria, a sabiendas que proviene de la gente pobre, estos últimos, permanecen ahí, nacen y mueren en su condición limitada de pobreza, para salir de ella, muchos se convierten en “la carne de cañón” de grupos criminales, no importa si la riqueza les dura un mes o diez años, con tal de vivir dentro del sistema que les deje ver la luz de una pantalla de televisión o de un teléfono celular, seguramente se usará como herramienta para “halconear” y vigilar a las fuerzas del orden en sus recorridos de vigilancia.
 
No es fácil enfrentar una guerra y menos cuando el enemigo es astuto, bien armado, con recursos económicos ilimitados, además con socios “comerciales” poderosos de occidente y con proveedores como China con su sistema sin escrúpulos, engranaje perfecto para surtir de anfetaminas a la nación más poderosa del mundo, los Estados Unidos, socio y enemigo, amigo y cómplice, comprador, consumidor y auto víctima.
 
Ante un hecho lamentable como el secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, a manos de una célula del crimen organizado, el gobierno Norteamericano ejerció su “sutil presión” diplomática enviando al FBI y un equipo completo de investigadores de la DEA de manera inmediata, el gobierno mexicano lo niega, pero las evidencias están ahí, ¿sería una manera de intervención o cooperación conjunta? No sabemos, lo cierto que, si están aquí las agencias de inteligencia policial extranjeras, es para “ayudar” con la guerra desatada hace 18 años, por un presidente como Felipe Calderón que perdió la brújula y hundió el barco en la inseguridad más violenta y duradera que ha tenido el país.
 
Tenemos un vecino poderosos, con una capacidad de generar tecnología militar ilimitada, dentro de su territorio combate a sus delincuentes comunes, ladrones , asesinos, pandillas con gran eficacia pero casualmente, no ha podido evitar que por su fronteras pasen millones de pastillas de fentanilo, una droga tan poderosa que quienes la consumen, deambulan como zombis en ciudades como Chicago, Filadelfia, Nueva York, son ya tierra de caminantes vivos, donde a cada paso a tomar la droga, irremediablemente morirán; 179 ciudadanos norteamericanos mueren
 
diariamente a causa de sobredosis, dos tercios de ellos por el fentanilo, una droga 100 veces más poderosa que la morfina y 50 veces mayor que la heroína.
 
¡Es la guerra! Dicen algunos, es el “capitalismo consumista”, es la “degradación social de los occidentales”, opiniones nos encontraremos por doquier, pero nos preguntamos ¿qué tanto colabora le gobierno Norteamericano para evitar tal catástrofe? Si 7 de cada 10 armas pasan por la frontera hacia México, conocen las fábricas, los distribuidores, el mercado negro, todo lo saben, entonces su amistad colaborativa donde la dejan, seguramente una de ellas, fueron las herramientas que se utilizaron para, secuestrar y matar a sus ciudadanos en Matamoros.
 
Muy preocupados y activos el Departamento de Estado exigieron al gobierno de López Obrador una investigación exhaustiva, inmediata y eficiente, así se hizo, encontraron a las cuatro víctimas con las exigencias que “solicitaron”, tristemente al mismo tiempo otros lugares, murieron asesinados, policías, Guardias Nacionales, soldados, con sus armas.
 
150 mil muertes, 200 mil desaparecidos en el país no son suficientes para acelerar el aparato judicial, los cientos de presuntos delincuentes detenidos en infraganti, al día siguiente son liberados por algún juez, corrompido por el dinero ilícito y manchado de sangre. En la guerra existe el intercambio de prisioneros, en este doloroso conflicto se les libera, se les provee y hasta les dan las disculpas, todo por un debido proceso equivocado, porque para el señor magistrado todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario ¡qué diablos! Este comportamiento de la autoridad debería ser considerado como traición a la patria, lealtad que tanto se mencionan en los actos públicos, y hasta juran a la bandera su lealtad incondicional.
 
Todo conflicto ligado a la inseguridad pública se genera por la impunidad, para los Norteamericanos, según ellos no existe en su país, si fuera así, cuantos capos de todo tipo de delitos de alto impacto del crimen organizado se conocen que sean juzgados y los encarcelen, la cruda realidad es ¿cuántas armas se conocen incautaron antes de pasar por la frontera por el gobierno Americano ? Menos de mitad de lo incautado en México. En el 2022 se incautaron 5 355 armas largas, 2 332 armas cortas, 4 millones de municiones, granadas de fragmentación 649, y aun no se recuperan las 2500 armas compradas por el gobierno de Calderón en mercado negro se supone, utilizadas como señuelo para rastrear posteriormente. ¿Es un crimen de estado que se tiene pendiente de juzgar?
 
Los mexicanos tenemos la esperanza de que algún día, hoy un delincuente en lugar de asistir a enseñarse a matar pueda tener la oportunidad de tener escuela, libros en lugar de armas, que el trabajo sea bien remunerado para cubrir sus necesidades básicas y de entretenimiento sano.
 
Esta pesadilla no es mas que el resultado de políticas sociales fallidas de ambos países.
 
Mientras exista demanda habrá oferta, pero se puede limitar si las traiciones cesan en esta guerra sin fin.
 
Nos saludamos pronto.
 
OSCAR ESQUIVEL