Martes 21 de Mayo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

El riesgo de manchar el plumaje

José Luis Solís Barragán | 23/02/2023 | 11:07

Durante más de 18 años Andrés Manuel López Obrador fue un líder de oposición que logró colocarse como el más relevante de la época post alternancia política de nuestro país, fue un duro crítico no sólo del sistema político-electoral, sino también del modelo económico preponderante desde fines del siglo pasado.

 

El argumento central del López Obrador era el ser diferentes a la clase política emanada del llamado PRIAN, la honestidad como eje central de su persona y lo que definía como su mayor riqueza era su congruencia y calidad moral.

 

Es difícil encontrar una explicación lógica que permita darnos una idea de la razón por la que “su plumaje” no se manchaba, sobre todo con los escándalos de corrupción durante el paso del tabasqueño por la Jefatura de Gobierno de la CDMX, sin embargo, algo lo blindaba y de una forma extraña, esos sucesos no afectaban su popularidad y nunca descarrilaron sus aspiraciones presidenciales.

 

Puede ser que la sociedad perdonase los cuestionamientos más duros al lopezobradorismo sobre supuestos sobornos, por el simple hartazgo de la corrupción desmedida de Enrique Peña Nieto; que olvidase las alzas delictivas a nivel local en la CDMX durante su gestión, tras el paso turbulento en materia de seguridad de Felipe Calderón; incluso que olvidaran un mal desempeño gubernamental, ante el desencanto del cambio nunca materializado por Vicente Fox.

 

De las razones que lo blindaron poco podremos afirmar, pero es claro que su papel de opositor lo convirtió en un referente obligado ante cada paso errático de los gobiernos de la República y ese papel pronto lo catapultó en el líder que lograse amalgamar una serie de demandas sociales que no habían encontrado respuesta por parte de los distintos Gobiernos.

 

Su papel de opositor lo desempeñó sin duda alguna de forma muy acertada, sin embargo, el Gobierno no es lo mismo que la oposición, en un lado se requiere fiereza en los argumentos, mientras que en otro se demanda responsabilidad, en uno se exige reclamar nuestras demandas, mientras que en otro se les exige cuentas sobre los aciertos y los fracasos.

El Presidente López Obrador y su partido viven un proceso muy complejo para dejar atrás el movimiento opositor y convertirse en Gobierno, para aceptar que la responsabilidad de la conducción del país ya no puede ser producto de estudios arqueológicos, sino de rendición de cuentas por actos del presente.

 

Sin embargo, pese a esa complejidad y que no han logrado consolidarse como gobiernos, es claro que el hartazgo social siguió blindando a López Obrador y a MORENA, por lo que algunas situaciones que hubiesen sido imperdonable hacer unos años, hoy pueden ser pasadas por alto.

Pero ese blindaje no es una patente de corso, vemos que, en el quinto año de Gobierno, la cuarta transformación no se materializa, que el eslogan de no somos iguales, cada vez se convierte más en el mito construido, que la verdad verificada; y que el “plumaje” que no se había manchado, cada vez pierde más su claridad.

 

Hoy MORENA y sus gobiernos cargan con escándalos relacionados con la red Metro en la CDMX, con libros comprados a sobreprecios escritos por morenistas del Senado, por Gobernadores que no ponen freno a la corrupción en sus virreinatos, con hijos y parientes incomodos por todos lados, con obras cuyos presupuestos no alcanzaron ni para el arranque y con un juicio que los señala de no ser tan diferentes a lo que tanto se critica.

 

El juicio contra Genaro García Luna podría ser la estocada en este quinto año que quite la protección a un “plumaje” que un sector social consideró intacto, por lo que de suceder ello, Andrés ser convertirá en un político más, que sólo robó la esperanza de millones de mexicanos.

El juicio contra García Luna se concibió como la herramienta que sepultara a la oposición, pero ahora puede abrir la puerta para que empiece a cuestionarse de forma determinante la calidad moral de aquellos que presumían que su “plumaje” no podía mancharse.