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Riesgos del traslado de aguacate para el Super Bowl

El Financiero | 05/02/2023 | 12:05

La ruta que recorren los aguacates mexicanos para preparar guacamole en las mesas y restaurantes de Estados Unidos durante el Super Bowl es larga y, a veces, peligrosa.
 
Comienza en pueblos como Santa Ana Zirosto, en lo alto de las neblinosas montañas cubiertas de pinos de Michoacán. Las carreteras son tan peligrosas, acosadas por cárteles del narcotráfico, delincuentes comunes y bandas de extorsión y secuestro, que la policía estatal escolta a los camioneros lo suficientemente valientes como para afrontar el trayecto de 60 kilómetros hasta las plantas de embalaje y envío de la ciudad de Uruapan.
 
El camionero Jesús Quintero comienza temprano en la mañana, recolectando cajas de aguacates cosechados el día anterior en huertos alrededor de Santa Ana, antes de llevarlos a una estación de pesaje. Luego se une a otras camionetas que esperan una caravana de camionetas blanquiazules de la policía estatal —que recientemente cambiaron su nombre por el de Guardia Civil— para partir rumbo a Uruapan.
 
“Ahorita (estamos) más tranquilos, porque va acompañándonos la patrulla, porque es una zona muy peligrosa. Pues ya va uno más tranquilo con el apoyo de los policías”, afirma Quintero mientras esperaba que el convoy saliera.
 
El peligro de los caminos de Michoacán
El oficial de la policía estatal Jorge González precisa que los convoyes escoltan alrededor de 40 camiones por día, asegurando que alrededor de 300 toneladas de aguacate lleguen a las plantas empacadoras diariamente.
 
“Estos operativos este año se ha logrado que el índice se baje al 90-95 por ciento aproximadamente”, asegura González. “El acompañamiento se da hasta que lleguen a sus empaques y de ahí ellos ingresan sus camiones sin ningún problema”.
 
El productor José Evaristo Valencia está contento de no tener que preocuparse de si sus aguacates cuidadosamente cuidados llegarán a la planta de empacado. Esas plantas dependen de los acuerdos que han hecho con los huertos locales para cumplir con los envíos prometidos, y los aguacates robados pueden significar perder clientes.
 
Valencia afirma que los principales afectados son los productores. Sostiene que las escoltas policiales los han ayudado mucho.
 
Una vez que los aguacates llegan a Uruapan o a la vecina ciudad de Tancítaro —la autoproclamada capital mundial del aguacate, que recibe a los visitantes con un gigantesco aguacate de cemento—, el camino hacia el norte es algo más seguro.