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El Ángel de la justicia

Oscar Esquivel | 27/01/2023 | 05:55

Como nos ha costado obtener una justicia como la representada en la imagen del arcángel Raguel, donde un lienzo tapa sus ojos símbolo de no ver a quien juzga, si es al rico o al pobre, desarrapados sin nada y hasta el potentado más brillante, no ver a quien aplicara la justicia, es lo deseable; el arcángel también lo hará con la espada símbolo de poder, de fuerza, de la aplicación de las leyes y sus contenido, sin ella, no tendrían ese poder inhibitorio ante la sociedad, la espada es el símbolo de hacer cumplir sus decisiones. “La justicia sin poder se convertiría en un perro guardián sin dientes; poco menos que una broma”.

 

 Los cuerpos de seguridad y defensa del Estado en un régimen democrático deben estar escrupulosamente regidos por una constitución que les otorgue certeza de sus acciones, ellos forman la primera línea de un poder judicial autónomo en todos los sentidos, desde un policía de barrio, hasta un magistrado de la nación. 

 

La balanza por su parte es el equilibrio de un todo, de aquello que conforma una cultura social en convivencia, cuando el Estado la desequilibra, brotan los tiranos, y cuando el ciudadano es quien la carga a su lado, hace la revolución, así se una criminal sin ideales. Si la misma justicia es torcida por quienes tienen la responsabilidad de ejercerla, entonces la sociedad vivirá  inmersa en el caos en un  lugar donde vale más la represión, la tortura, el criminal, que las propias víctimas, entonces penamos en caminos como lo hacemos hoy, empedrados, sinuosos y peligrosos, la justicia del ángel Raguel ya no será  la armonía, ni la paz, porque nuestro sistema judicial se desgasta al punto que ya pronto veremos solo la venda de los  ojos de ángel justiciero, como un trapo de lino transparente, ve todo y elije a quien le aplica la justicia, únicamente con el rigor de la espada. 

 

 Todos los mexicanos hemos esperamos que la justicia nos llegue como un maná del cielo, y el poder judicial sea la nube de algodón, donde posar tranquilos, cuando se ha sido victima de algún delito, nada frustra con locura la ineptitud de un poder judicial lento, emborrachado de miel de privilegios, gordo, gigante, inexplorable, como dice el periodista Alejandro Páez Varela, “nadie sabe dónde empieza ni donde termina, es como un basurero de una ciudad, apesta y ¡vaya que apesta!, Como atrae a las moscas y cucarachas, como se ve que lo disfrutan las ratas”. Las leyes escritas que durante décadas este país las sufrió sufragando con sangre cada palabra, se borran ante decisiones erradas tomadas por algún en algún juzgador, lo mismo libera a criminales de lo común o uno de cuello blanco, permite deliberar a favor de un indolente padre que deja sin alimento a su hijos, permitiéndole verlos aun cuando no los mantiene, con el único argumento “no tiene trabajo”, un juez que determina que una caricatura del presidente debe retirarse de toda publicidad por ser “acto anticipado de campaña” es una vacilada ridícula, con ganas de perder el tiempo, otros, cometen injusticias alargando juicios por una demanda de un pequeño comerciante que llevo a al ruina su negocio, porque un influyente comprador no quiso pagarle, después de promesa de pago, que nunca realizó; las victimas de una mala sentencia que ha llevado a cientos de inocentes a la cárcel por no tener un abogado quienes los defendieran, y bajo este pretexto, los encierran 10 o 15 años en una  prisión podrida, mientras, los jueces no serán nunca castigados ni cesados.

 

Cuando una madre pierde en el limbo de una ciudad a su hija, se enfrenta en el preámbulo del purgatorio, cruza  entre policías cuya similitud a un zombi no es casualidad, no oyen, ni ven, pero si comen del dolor de la desesperación que ocasiona la desaparición de algún ser querido. En su búsqueda frenética, va de un lugar a otro, con información o si ella, busca entre el desierto, la selva, en un basurero o algún canal de aguas negras, ya nada le consuela, hasta que un milagro y no la justicia, le da un hueso o una mano, un pie, ese día descansará, con dolor inmenso por fin dormirá. 

 

Al igual como se defiende la democracia, su instituto electoral con todo y sus aberrantes privilegios, no se escucha una sola voz de políticos, exigiendo una gran reforma al poder judicial, una tal, que sacuda todas las practicas que lastiman a la sociedad, injusticias sofocantes, la desesperación comienza ha hartar. La impunidad mayor se ejerce en el poder judicial, abogados que no ven resueltos sus casos, con el tiempo abandonan a su clientes porque estos ya no pueden solventar sus gastos. Juicios eternos hacen riquezas. 

 

¿Cuántos caso de injusticias conoce usted? Si es victima ¿espera justicia? Los hombres hacen las instituciones, estas crecen con las mejoras que se realicen, las décadas pasan y no se avizora una modernización al poder judicial, mucho menos cambios en las leyes que imponga orden, porque quien las hacen, los aturdidos diputados, se encuentran ocupados satisfaciendo sus egolatrías y sometiéndose a sus jefes políticos, menos a quienes les dio el voto.

 

El poder judicial, debería ser un referente de equilibrio, “institucionalizar” la armonía y ganarse la autonomía plena con solo respetar la ley, sin interpretaciones convenencieras, ni vender sentencias al mejor postor, cuando esto suceda el México atribulado será mucho mejor.

 

Nos saludamos pronto

 

OSCAR ESQUIVEL