Domingo 5 de Mayo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Sinaloa nos debe doler a todos

José Luis Solís Barragán | 17/01/2023 | 00:53

Por muchos años los Gobiernos han mostrado la captura de los llamados “grandes narcotraficantes” como un triunfo de las administraciones, han buscado que la noticia sea el sello que permita que la sociedad crea que hay un compromiso fundamental para abatir la delincuencia organizada y porque no decirlo, como un elemento legitimador de su mandato.

 

Si bien estos logros deben ser reconocidos, también se debe señalar que desde hace varias administraciones, vivimos una constante de crecimiento de los índices delictivos en las diferentes regiones del país, lo que nos muestra que en materia de seguridad se tiene un gran pendiente con la sociedad.

 

Y esta deuda queda evidenciada cada vez que encontramos zonas en las que parece que el Estado tiene la incapacidad de actuar, y ejemplos de ello podemos encontrar varios como Michoacán y Tamaulipas con Felipe Calderón Hinojosa, Tierra Caliente con Enrique Peña Nieto; y Sinaloa entre otras Entidades Federativas con Andrés Manuel López Obrador.

 

En el año 2019 que vivimos el famoso “culiacanazo”, por momentos se percibió un Estado reumático, pasmado, e inoperante, fuimos testigos de como los actos de violencia terminaron por frenar al Gobierno y de esta forma se sembraba la duda sobre si los grupos criminales eran más fuertes que el Estado mismo.

 

En el arranque del 2023 las escenas de violencia derivado de la captura de un presunto delincuente siguen dejando muchas interrogantes, quizás hoy no nos cuestionemos de si la delincuencia puede poner de rodillas al Estado, pero sí, surge la duda sobre hasta que punto la delincuencia ha desplazado al Estado del espacio público de México.

 

Sinaloa fue sin duda una zona de guerra, las imágenes se parecían a las que nos llegaban de la guerra en medio oriente, es difícil imaginar el pánico en que se encontraba una población, en la que su propio gobierno Estatal cerraba sus puertas ante un clima de ingobernabilidad.

Sinaloa nos debe doler a todos los mexicanos, porque las causas de la inseguridad que hoy paralizan una ciudad, no se construyeron en un día, sino que son resultado de décadas de un Estado que claudica a su función y otorga espacios a la delincuencia organizada, de Gobiernos que prefirieron vivir en la ceguera, por conveniencia o miedo.

 

Sinaloa no es tan diferente a los 31 Estados restantes que integran la República Mexicana, hoy lo vivieron los sinaloenses, pero ya lo han padecido en Guanajuato, Michoacán, Tamaulipas, Zacatecas y otros; y eso es algo que debe preocuparnos a todos, porque la inseguridad puede golpearnos a todos en cualquier momento. 

 

Sinaloa es una clara muestra de décadas de estrategias fallidas contra el crimen organizado, nos permitió ver que los discursos de coordinación entre Federación, Estado y Municipios solo son palabras huecas que no impactan en los resultados, nos permitió constatar que la inseguridad es un problema que está cimentado desde la base estructural del Estado mismo.

 

Ideal sería decir que de lo que se vivió Sinaloa aprendimos, sin embargo, el tiempo muy seguramente dejará en claro que como siempre para los Gobiernos, es muy bueno el impacto mediático, pero no hay un espacio de reflexión sobre la estrategia de seguridad, por lo que no tendremos un análisis serio de donde estamos y hacía donde vamos.

 

Nadie merece las horas de pánico que vivió la población sinaloense, por lo que como sociedad es justo que empecemos a reflexionar de que forma podemos ayudar a reconstruir el tejido social que se encuentra en muchas regiones completamente destruido, porque lo que si es claro es que el Gobierno sólo, no está dando los resultados que se necesitan.

 

México sin duda es un gran país y su población no merece vivir en el miedo que genera la inseguridad, hoy duele Sinaloa y ojalá como sociedad alcancemos aquella premisa del cantautor Ismael serrano: “Que la tristeza, si es compartida, se vuelve rabia que cambia vidas...”