El Sol de México | 08/01/2023 | 11:26
De aguas profundamente azules o verde esmeralda, el municipio de Villa Jiménez cuenta con una de las formaciones geológicas más impactantes de Michoacán: un ojo de mar al que se le conoce como La Alberca de los Espinos.
Situado en el cráter de un volcán cuya última actividad está calculada hace unos 25 000 años, la alberca tiene un diámetro de 740 metros y una profundidad de 29, rodeada de una zona boscosa en donde nogalillos, colorines, zapotes, copales y capulines dan el contraste perfecto a esta maravilla de la naturaleza.
El viaje por carretera a este lugar consta de un recorrido de 112 kilómetros partiendo de Morelia. Para llegar, hay dos posibles rutas, una, tomando la Salida Quiroga y siguiendo por la carretera Morelia-Zacapu. Se trata de una carretera estatal, sin casetas de peaje pero que hará que el trayecto se alargue unas dos horas.
La otra alternativa es tomando la Salida a Salamanca y siguiendo por la Autopista México-Guadalajara y al llegar a la desviación a Zacapu se toma la carretera estatal Zacapu-Panindícuaro hasta llegar a Jiménez, a 2 kilómetros ahí se ubica La Alberca Los Espinos. Por esta vía sí se debe de considerar el pago de casetas, pero a cambio, el viaje se reducirá a unos 80 minutos.
Ya sea por la autopista o por la libre, dependerá de gustos. Aunque la ruta con cobro de peaje es más corta te puedes perder de la comida típica y artesanías de las comunidades que se encuentran en la carretera libre. Como las catrinas y ollas de Capula, comida tradicional en Iratzio, las carnitas de Quiroga y los múltiples puestos a bordo de carretera.
La Alberca de los Espinos es un cuerpo de agua ubicado dentro del cráter de un volcán extinto, está rodeado por unas laderas con una altitud de 2,030 m.s.n.m., (metros sobre el nivel del mar). Este tipo de lagunas también son conocidas como Axalapascos y hay otras dos en el estado: la Alberca de Teremendo y la Alberca de Tacámbaro.
Para entrar a este lugar no se requiere de un pago, sin embargo, los lugareños reciben una cooperación voluntaria de los visitantes. Este ojo de agua permite a los turistas pasar una tarde alejados del bullicio de la ciudad y acompañados de una diversidad de colores que van desde el azul turquesa hasta el verde esmeralda de su agua dependiendo de la temporada en que se visite.
Además de los altos árboles que rodean al volcán extinto como sauces y fresnos, así como la observación de las especies que habitan el lugar como topos, tlacuaches, correcaminos y aguilillas.
Para poder disfrutar de las actividades es necesario llevar calzado cómodo que te permita caminar por el sendero rumbo al Mirador y después descender hacia el ojo de agua, además de llevar agua para hidratarse y también se puede llevar alimentos.
En el año 2003 fue declarado como fue declarado como un área natural protegida, con el carácter de Zona de Preservación Ecológica.