CIEN MILLONES, PIDE EL CEEPAC

CIEN MILLONES, PIDE EL CEEPAC

Solamente Jesús Conde Mejía sabe lo que podría hacer dentro del Plan Estatal de Desarrollo con los cien millones de pesos que el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana está solicitando como presupuesto para ejercer en el 2011.

Lo más seguro es que los destinaría a obras de rehabilitación de decenas de escuelas que requieren de mantenimiento, si no es que de servicios sanitarios o reposición de sus instalaciones eléctricas, techos y tuberías de agua potable.

Contrataría el personal necesario para el hospital general de Soledad y le proporcionaría equipo , instrumental quirúrgico, medicinas y material de curación que tanta falta le hacen a ese nosocomio y a clínicas y centros de salud de varios municipios y comunidades.

Construiría puentes y vados donde los vecinos quedan incomunicados a consecuencia de las lluvias y las inundaciones consiguientes, o conectaría comunidades aisladas construyendo brechas y caminos de unos cuantos kilómetros que por ahora los mantienen a horas de distancia porque sólo caminando se puede llegar.

Extendería con pocos cientos de metros la red de suministro de energía eléctrica en zonas urbanas, suburbanas y rurales que hasta ahora carecen de tan indispensable servicio.

Ampliaría el número de beneficiarios del BanSanLuis impulsando de ese modo el desarrollo económico, social y cultural del estado con proyectos y programas en manos de cooperativas o familias emprendedoras.

Son muchas las necesidades de municipios y comunidades rurales y colonias urbanas que la Secretaría de Finanzas atendería dentro del Plan Estatal de Desarrollo con los más de cien millones de pesos que pide el CEEPAC para mantener el remedo de democracia en que estamos inmersos desde que el gobierno federal inventó los órganos electorales ciudadanizados o, como lo dijo en una ocasión Ernesto Zedillo, en esta “democracia dirigida”.

De acuerdo con la opinión de comentaristas profesionales, apenas se salva la gestión del IFE cuando estuvo en manos de José Woldenberg, y nada más.