HABLEMOS DE OTRAS COSAS

A unos días de navidad, la ciudad se ilumina de luces, el centro histórico por las noches nos invita a pasear por sus calles principales, frente a palacio municipal se instaló  ungran árbol de escarcha y luces, acompañados por esfera brillantes doradas, el pasaje peatonal de la calle de Zaragoza, cada vez se encuentra con más gente, caminando hacia la Basílica de Guadalupe, o de regreso, lo importante es pasear, tal vez, comprar una mini dona de chocolate o bañada de  azúcar con canela. La gente parece murmurar constantemente y con la voz tan baja para que los niños a su lado no escuchen la conversación de adultos o de Santa. El frio característico de diciembre invita a cubrirse, aunque en ocasiones parezcamos osos polares de tanto abrigo, tan solo estamos a 16 grados.

Hacemos un espacio y paramos un rato en el calle, la gente de prisa te empuja de un lado a otro, dando la sensación de mecerte como en una ola del mar, no importa, con tal de escuchar un fragmento de la ópera de Carmen de Bizet, interpretada por alguna alumna de conservatorio, cuando de pronto cambia de género musical y su melodiosa voz deja escuchar Blanca Navidad y termina con el Ave María, los transeúntes aplaude con prisa, dejando algunas monedas en el  lienzo de terciopelo puesto exprofeso para la cooperación.  

Para las siete de la noche, ya obscurecido, se ven a grupos de estudiantes que salieron de la preparatoria o secundaria, identificados por su uniforme se arremolinan en la esquina de la calle de Manuel José Othón esquina con Morelos atrás de catedral, al centro de ese cardumen estudiantil se encuentra Doña Molle que no vende más que una mitad de bolillo con frijoles, adornados con lechuga finamente picaday una delgada, casi hostia de jitomate, tres rayaduras de queso sierra, y salsa al gusto, un delicia para el paladar de los jóvenes y viejos. No podía faltar el carro de elotes y ezquites, competencia de los molletes más famosos de la ciudad, patrimonio intangible potosinos.

Tomado con sumo cuidado y dejando escurrir el agua hirviendo de la mazorca, el cocinero urbano, lo aprieta con fuerza insertando un palo en forma de estaca, como la lanza al toro maltratado en un acorrida, de la que mejor no hablamos, lo golpea en donde puede para formar un “paleta” llena de granos de maíz, después del zarandeo, suavemente toma un limón impregnado de polvo de chile exprimiéndolo y untándolo, como curando las heridas, lo pasa por todo el contorno de la gramínea, para darle ese toque acido que no falta en la comida mexicana, después con una palita de madera, unta con cuidado cada espacio, cada grano con crema dulce de vaca y mayonesa al gusto del comensal,  un poco de sal y  la cena esta lista.

Para ya no tropezar con la gente en estas noches de barullo navideño y salir de ese embudo culinario, de Zaragoza, aOthón a la Plaza del Carmen, donde el templo se impone y a lo lejos se ve el coloso de Villerías, el Teatro de La Paz. En la plancha de la plaza se ven a las Marías que ofrecen al paso, papas fritas con suficiente salsa roja, cantidad que nunca satisface a paladar. 

Se escucha una voz, de esas chillonas y agradables, pero con un repertorio de “carretonero”, es un payaso, rodeado de personas que no dejan de reír a carcajadas, tal vez olvidando un poco el estrés del día, el artista callejero, solo hacer burla de quienes se atreve a escucharlo, pero hace sobresalir la alegría que se necesita en estos días.

Lo importante en tiempos difíciles es convivir y preparar la entrada de la navidad y del próximo año 2023. El recorrido por algunas de nuestras calles y observar cómo las personasde este San Luis dolido por la violencia y la falta de trabajo, a pesar de todo esto parecen felices, no importa el frio, ni la cena de 10 pesos, nadie quiere pensar en sus gobiernos ni mucho menos en sus destinadas políticas.

La paz la construimos desde adentro de nuestras almas y la relación con los semejantes. 

Personas van, vienen, se encuentran, saludan, ríen, lloran, cargan tristezas y alegrías, todas camina hacia un solo objetivo, tratar de dejar las desavenencias de un año difícil, pero no imposible de superar.

Nos saludamos pronto

OSCAR ESQUIVEL.