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Homilía: Que la esperanza nos traiga La Paz

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 04/12/2022 | 02:57

No solo hay que vivir del “aquí y del ahora”. También hay que vivir de lo que está por llegar.
Porque, el “ahora”, no siempre nos es favorable; y la mejor salida, es vivir de la esperanza.
El tiempo de adviento nos recuerda, que lo mejor, es lo que está por venir; Dios viene a llenar nuestros vacíos.
Esta vida temporal,  nos hace  vivir de recuerdos y esperanzas.
Aunque los excesos, nos hacen perder la esperanza; porque nos llevan a creer, que ya lo tenemos todo, y que no nos queda nada por esperar. 
Pero, cómo el hombre nunca está completo, entonces algo ha de quedar pendiente.
Decía Agustín Basave: “Como virtud, la esperanza es un justo medio. Su exceso es la presunción y su defecto la desesperación. Mientras la presunción es una anticipación antinatural de la plenitud, la desesperación es una anticipación antinatural del fracaso, de la condena. El presumido es un iluso, el desesperado es un autodestructor; ambos son soberbios”. 
Al presumido y al desesperado, les  falta humildad. Porque ésta, es necesaria para volver a esperar. 
Porque el soberbio, no sabe mirar más allá de si mismo; y bien sabemos, que hay realidades que solo pueden  venir de lo alto.
Hoy nos dice Juan el Bautista: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”. (Mt.3).
Volvamos  hacia Dios, porque al encerrarnos en  nosotros mismos, nos hemos  atrapado  en  la angustia.
Y la única salvación, es la que viene de Dios; y no la de  los hombres.
Por lo mismo, dice Juan el Bautista: “ Hagan ver con obras su conversión y no se hagan ilusiones pensando que tienen por padre a Abraham, porque yo les aseguro que hasta de estás piedras puede Dios sacar hijos de Abraham”. ( Mt.3).
La esperanza, no es algo que se ve, lo mejor es vivirla, y no confundirla, con  mera ilusión.
Dice Agustín Basave: “No cabe confundir la esperanza con el optimismo. Éste se funda en una experiencia contemplada desde lejos y aquélla en una experiencia vivida”.
Vivamos de la espera. Porque mientras haya vida, también habrá esperanza.
En este mundo, la salvación va a llegar, a partir del momento que volteemos hacia  Dios, en búsqueda de auxilio.  
Hay que volver a esperar, para volver a vivir.
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12
Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo:
«Voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos”».
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que pide la conversión.
Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.
Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».