Hace 4 años realicé un Road Trip en una motocicleta Harley-Davidson por Estados Unidos, recorriendo cerca de diez mil kilómetros con el pretexto de asistir al 115 aniversario de la marca en Milwaukee, Wisconsin.
Esa rodada tatuó mi alma, viajar en Harley por Estados Unidos fue algo único y muy introspectivo, algo que me urgía repetir. Así que hace un par de semanas decidimos ir a Las Vegas, Nevada, rentar unas Harleys y pasear por Arizona, visitando el Gran Cañón.
Fue un viaje corto de 3 días y poco más de mil kilómetros, alquilamos, por USD 300 diarios, unas impecables Road Glide Limited negras 2022, con motor Milwaukee 114 de 1868 centímetros cúbicos; nunca había manejado este modelo y me pareció hermoso e ideal para el viaje.
Salimos hacia la Presa Hoover, situada en la frontera de Nevada y Arizona, y luego continuamos por carretera con exóticos paisajes desérticos y disfrutando de espectaculares vistas del Río Colorado; posteriormente tomamos la histórica Ruta 66, donde fuimos transportados al mundillo que inspiró la película "Cars".
Por último, llegamos a descansar al poblado de Williams, Arizona. A la mañana siguiente salimos rumbo al Gran Cañón, donde pasamos el día visitando el museo de Geología y recorriendo en moto y a pie el Parque Nacional, en la parte de South Rim.
Finalmente pernoctamos en el hotel "Pluma Roja" a unos 50 km del parque, y al día siguiente tuvimos que regresar directo a Las Vegas, ya que, aunque teníamos planes de dar una vuelta más larga, hubo cierre de accesos por cuestión de clima, nos tomó el frío, lo cual hizo especial la rodada, pues nunca había andado en moto a temperaturas tan bajas. Me gustó la experiencia.
En conclusión, volvió a ser una gran vivencia rodar en el país vecino, ya que es muy diferente a hacerlo en México, no mejor, no peor, simplemente distinto.
La diferencia radica en que en el país de las Barras y las Estrellas las carreteras llegan a ser monótonas debido a lo bien construidas que están, los grandes tramos rectos, los límites de velocidad, además de que el tránsito es más civilizado y los caminos aparentemente más seguros.
Esto generó un estado de relajación mental donde me pude concentrar más en el disfrute pleno de mi moto y de mis pensamientos, creándose una especie de meditación en movimiento. No fue importante el tema de la velocidad y las curvas, pues el goce de la rodada estribó en devorar kilómetros con comodidad y confort, llegando en ciertos momentos a sentir una sensación parecida a volar, en una simbiosis entre mi moto y mi mente.
El viaje tuvo un costo de mil 800 dólares americanos ($35,000) incluyó avión, tres noches de hotel, renta de motos, gasolina, comidas y algunos extras.