Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) es un soñador incurable, un autor que sueña despierto, que a diario escribe lo que ocurre mientras duerme, que inspira parte de esas visiones en su literatura.
Ayer, el rumano compartió sus sueños con Mil Jóvenes, habló de su infancia y juventud, de su pasión por la escritura y la lectura, de su fascinación por los terrenos de lo onírico, que heredó de su madre.
"El idealismo es pensar que este mundo en el que vivimos no es el único mundo posible (..) se puede pensar que existe algo más elevado, más bello, más valioso que este mundo que vemos con los ojos, es decir, tener sueños, y los sueños pueden ser muy distintos, puedes soñar con encontrar a tu alma gemela, ese es el sueño más hermoso que tienen los jóvenes", relató el escritor en un auditorio Juan Rulfo completamente atiborrado.
"Otro sueño puede ser la realización de una carrera profesional, ser ingeniero aeronáutico, médico o cualquier otra profesión, no existe una profesión que sea despreciada, todas son necesarias, hay otros sueños como querer ser un futbolista, o una top model, hacer lo que nos haga felices y entre todos estos sueños también existe el de convertirse en artista, rockero, pianista, pintor, escritor o filósofo", apuntó el autor calificado como uno de los autores más celebrados de la literatura rumana actual.
Durante más de una hora, Cartarescu, ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022, habló también de su fascinación por la letra escrita y recordó sus orígenes en medio de la pobreza, pero también de la curiosidad.
Sus primeros años de vida transcurrieron en una pequeña habitación en donde comía y dormía junto con sus padres. En esa diminuta casa no tenía libros, pero recuerda vívidamente que su madre le leía. Conforme fue creciendo la pasión por la letra escrita aumentó, leía hasta ocho horas diarias, no salía con los niños de su edad y su gran campo de juegos era la biblioteca.
Desde que tiene memoria se ha maravillado con la lectura y con la magia de los libros, incluso confesó que escribió su primera novela a los nueve años.
El autor definió que Rumania y América Latina tienen muchas similitudes. Además de compartir la raíz latina del idioma, las dictaduras y las injusticias han sido moneda de cambio en ambos territorios. Hay más similitudes que diferencias, hay una gran necesidad por contar historias, apuntó el autor de Cegador, quien citó el trabajo literario de Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Jorge Luis Borges.
Cartarescu resaltó que la historia de un libro siempre es completada por el lector. Es él el que le termina de dar vida.
"La lectura es el mejor entretenimiento posible, porque no existe otra forma de arte que exija la contribución de la mente como ocurre con la lectura, cuando lees un libro también lo creas, eres una especie de coautor, aunque leamos el mismo título no estamos leyendo el mismo libro, cada quien lee un libro diferente, el libro se escribe entre el escritor y el lector", reflexionó el narrador, poeta y ensayista, candidato habitual al Premio Nobel de Literatura.
Mircea Cartarescu es un autor torrencial, que escribe como una especie de alucinación, fascinado por el misterio que se esconde en los pequeños actos cotidianos, interesado en la identidad propia y colectiva, en darle vida a sus sueños, apuntó el filólogo y escritor Antonio Sáez Delgado, quien acompañó al escritor rumano en su reunión con Mil Jóvenes el marco de la Feria Internacional del Libro.
"La literatura de Mircea es una literatura torrencial, una literatura que muchas veces se aproxima a lo fantástico, es una especie de alucinación, cuando leo a Mircea Cartarescu siento que hay un grito de salvación de alguien que pretende salvar a alguien o a algo (?) este soñador incurable que es Mircea Cartarescu, aparece en varios de sus libros", describió Sáez Delgado, quien fue uno de los jurados que le otorgaron el Premio FIL de Literatura.
