Plano Informativo | 27/11/2022 | 01:46
No tratemos de cambiar nuestra vida, a cambio de la vida de alguien; porque no sabemos lo que el otro esté viviendo, y no se puede con una vida, que no nos corresponde.
A cada uno, se le ha asignado una misión, y junto con ésta, la capacidad para desempeñarla.
Por eso mismo, nadie está capacitado, para vivir una vida que no es la suya.
La vida humana no se puede definir; porque cada vida es única. Ortega decía: “La vida es la de cada cual”. Y ya cada quien tiene su definición de vida; todo, de acuerdo a como le haya tocado vivirla.
Más aún, la vida personal, no se puede transferir. Ya que nadie, puede suplantarnos en nuestro destino.
Por tanto, cada uno tendrá que arreglárselas con su propia existencia. Por eso mismo, va a decir Ortega: “La vida es radical soledad”.
Porque si Dios nos hizo únicos, es para que vivamos una vida singular. Y por eso, cada quien tendrá que asumir su propio destino.
Ya lo dice el Evangelio: “Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada”. (Mt.24).
Porque cada vida es única, cada quien con su destino; y por tanto, con una misión que cumplir.
Pero no olvidemos, que nunca estamos solos; quizá, estaremos solos de los demás, pero nunca estaremos solos de Dios.
Dios, no nos ha arrojado a la existencia, para tener que vivirla en soledad. Ya que en el recorrido de este mundo, Dios camina con nosotros.
Pero, que fácil es olvidar, que Dios está presente; para después llegar a sentir, que estamos abandonados.
Es necesario estar despiertos, para que el sueño no nos pierda, y lleguemos a pensar, que Dios nos tiene abandonados.
Escuchemos al Señor, que hoy nos dice: “ Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor”.(Mt.24).
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.