Sábado 20 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Del monólogo a la conversación

Clara Villarreal | 22/11/2022 | 11:05

Dicen que la conversación es un arte y creo que hay algo de razón en ese dicho. Pues aunque los seres humanos aprendemos a hablar a eso de los 2 años, toma mucho más tiempo y aprendizaje alimentar una conversación con otras personas.

 

Aprendemos a pronunciar palabras, a hablar, y comunicar nuestras necesidades. Nos lo celebran, claro. Es nuestra manera de decir “este soy yo”, “este es mi lugar en el mundo”. Y como si fuera una broma, tan pronto agarramos vuelo nos meten el freno de mano: debemos aprender a callar. Casi siempre por instrucción de mamá, papá, o un maestro. Descubrimos que hay una autoridad que controla qué tanto podemos decir o participar.

 

Durante la infancia, nuestra idea de platicar se trata de un balance o una negociación entre lo que puedo articular contra los frenos que me imponen. Y así es más o menos como se construye nuestro concepto de comunicarnos... nada más lejos que aquel de conversar. Y todavía es más triste cuando nos damos cuenta de que hay adultos que creen que de eso se trata la conversación.

 

En fin, aprendemos a hablar y callar hasta que conocemos el teléfono. Ahhh “ahora sí...” mientras uno esté hablando el otro tendrá que esperar las ganas y dejar que soltemos todas las palabras atiborradas una detrás de otra. Hasta que, en el momento de tomar aire, el interlocutor aprovecha el breve silencio y compensa el castigo de escuchar apoderándose de la palabra.

 

Algo similar sucede con los mensajes de audio de WhatsApp. Un mensaje breve de un minuto o dos, es perfectamente comprensible, pero ¿qué me dicen de los monólogos de 15 minutos donde sin importar a qué velocidad lo pongamos a reproducir el mensaje aquello se vuelve eterno?

 

Al día de hoy, se nos ha olvidado lo que en verdad es una conversación o quizá nunca lo aprendimos. Conversar es mucho más que hablar y callar, porque implica escuchar, pero escuchar de verdad, no sólo para contestar. En el olvidado arte de la conversación hay que a animar al otro a que nos comparta de sí, a que se abra más y nos revele su ser. Al mismo tiempo, nos corresponde valorar y recibir con amor lo que este nos entrega con sus palabras y en ese intercambio también dar de nosotros.

 

A mí me encanta detonar conversaciones en tiempo real, a través de la palabra, o de manera desfasada, a través de un mensaje o un blog. Porque ahí también, nos podemos exponer a una idea que detone una inquietud en nosotros, que nos deje pensando o nos dé claridad y rumbo, entonces a la hora de exponer y de compartir, se genera una conversación.

 

Conversar es un arte, olvidémonos de monólogos y de imposición de ideas. Mejor, ¡conversemos!

 

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