Para crecer, hazlo diferente

Las ventajas de dar el salto hacia lo diferente

Hay una frase muy famosa que le suelen atribuir a Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Nunca se comproboì si realmente eìl dijo eso o no, pero la frase lleva algo de razoìn.

Los seres humanos tendemos a repetir nuestras conductas. Es como si nos aprendieìramos el caminito, y luego ya nada maìs lo seguimos en automaìtico. La realidad es que los resultados no siempre son lo que esperamos. Es decir, emprendemos una accioìn esperando cierto resultado, pero si no resulta como queremos, nos cuesta reflexionar cuaìl es el punto a cambiar.

Transformarnos y madurar aspectos es difiìcil. Sobre todo cuando se trata de cambiar haìbitos, conductas, estilos y ritmos de vida. Pero cambiar, no necesariamente tiene que ser un proceso draìstico ni mucho menos, doloroso. Para transmutar, lo que quieras, solo se necesita un primer paso en la direccioìn correcta.

Bueno, ¿y cuaìl es la direccioìn correcta? La verdad es que puede haber muchas. Estoy segura de que para llegar al eìxito hay maìs de un camino y no existe el camino correcto, solo caminos y nuestra misioìn es descubrirlos. Entonces, lo importante es empezar, dar ese primer paso, en un sendero que queramos explorar, ojo, debe ser algo diferente a lo que siempre hacemos, aunque duela, hay que ir en direccioìn contraria.

Voy a ir aterrizando los ejemplos. Yo viajaba todo el tiempo, y el 99% de mis viajes eran por trabajo. Tengo en mi mente muy establecido que, si voy a viajar, es porque voy a trabajar. En ocasiones, haciìa trayectos pesadiìsimos: estaba 6 horas en un paiìs, con una agenda saturada y, al terminar la uìltima reunioìn, tomaba el primer avioìn para regresar a Meìxico. Para miì era muy difiìcil imaginarme viajando solo por el placer de hacerlo, sin agenda, sin presiones, sin estar pensando todo el tiempo en coìmo voy a capitalizar la experiencia. Viajar por trabajo me ha traiìdo muy buenos resultados, no me estoy quejando, pero penseì que “cambiarme el chip” de que “no todo viaje tiene que ser laboral” podriìa traerme algunos beneficios. Este anÞo me atreviì a hacerlo.

Al diìa de hoy me encuentro viajando por Sudameìrica haciendo esta reflexioìn y debo decir que los primeros diìas fueron muy raros. Como que no sabiìa queì hacer si no estaba trabajando o atendiendo el celular. Y luego, poco a poco, algo se activoì dentro de miì. Aprendiì a relajarme, a soltar el control y, lo mejor, a tomar una perspectiva diferente. Sin duda, ahora mi capacidad de apreciar una situacioìn es maìs amplia y este viaje me ha abierto la mente. No es que haya cambiado por completo mi forma de ser, sino que ahora soy capaz de adaptarme a distintos ritmos, situaciones, estilos y entornos.

Esto que yo viviì se puede aplicar en muchas aìreas de la vida. Yo me atreviì a viajar por placer y soltar el ritmo del trabajo. Igualmente alguien puede explorar tomar un curso de cocina, abrirse a nuevas amistades, darle un nuevo giro a su negocio. O simplemente, exponerse a nuevas conversaciones, otros escenarios, lecturas diferentes que nos lleven a reflexionar sobre ideas que nunca antes habiìamos tocado. Dar el salto hacia lo diferente, cuesta un poquito al principio, genera miedo, pero una vez que lo hacemos, crecemos enormemente como personas, seguimos aprendiendo y seguimos construyeìndonos paso a paso.

¿Hacia que rumbo te vas a atrever a caminar hoy?

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