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La defensa de la democracia

José Luis Solís Barragán | 12/11/2022 | 13:15

 

Después de los regímenes totalitarios del siglo pasado la democracia comenzó a convertirse en un ideal, se percibió como el anhelo de libertad al que todo país debía aspirar, pero ¿quién está a la altura de colocarse a la cabeza de la defensa de la democracia?

 

Esta interrogante tiene relevancia si consideramos que en los últimos años la democracia no a perecido a manos de golpes militares o villanos temidos por Hitler y Mousssolini, la democracia ha caído por sus propias reglas, porque muchas veces se lucha por la democracia para llegar al poder, pero no para ejercerlo.

 

Las democracias siempre están en riesgo, un paso en falso puede hacernos recorrer caminos hacia retornos autoritarios que nos alejan de los principios democráticos, Trump en Estados Unidos y algunos casos más en América latina son buenos ejemplos de ello.

 

España en la década de los 80´s a la muerte del dictador Francisco Franco comenzó su transición rumbo a la democracia, pero ese periodo histórico dista mucho de ser un momento de tranquilidad política, ya que incluso en 1981 algunas facciones militares intentaron un golpe de Estado.

 

El 23 de Febrero del 1981 un grupo militares irrumpieron el Pleno de la Cámara de Diputados de España, con una serie de disparos hicieron tirarse al suelo a todos los legisladores y funcionarios, solamente el Presidente Adolfo Suárez se mantuvo en pie pese a las amenazas de la milicia.

 

Probablemente la figura del expresidente Alfonso Suárez hoy pueda mitificarse, para tratar de entender las razones que hizo que no se aventara al suelo, si ello lo hizo por un acto involuntario por la parálisis del miedo, o si fue producto de un razonamiento en defensa de la democracia nunca lo sabremos, pero lo que es claro que su decisión ayudo a salvar a la democracia española de un retorno al militarismo del franquismo.

 

¿Pero qué tiene que ver este acontecimiento histórico con nuestro México? Por sí mismo nada, habría que decirlo, pero la acción de Adolfo Suárez nos hace pensar que de todos los gritos tanto de los cercanos al Presidente López Obrador, así como de la oposición e integrantes de la sociedad civil, todos que se proclaman defensores de la democracia pero ¿qué están haciendo para su salvaguarda?

 

La defensa de la Democracia no puede limitarse a la emisión de panfletos y comunicados, a discursos políticos vacíos o a la propia inactividad social, su defensa requiere congruencia y acciones concretas, su defensa requiere que entandamos la importancia de la democracia y el precio que se ha pagado para tenerla.

 

La democracia no sólo es el INE, aunque se debe reconocer el papel que está institución ha desempeñado durante la transición, alternancia y los tiempos que corren; la democracia somos todos, pero en un país tan polarizado hemos perdido de vista el común denominador que tenemos todos, es decir el sentimiento de ser mexicanos.

 

Vienen tiempos de estridencia y descalificaciones, habrá mucho ruido y pocos argumentos, habrá algarabía y pocas ganas de construir y todos pretenderán asumirse como los verdaderos defensores de la democracia, pero ¿Realmente quien estará a la altura de evitar que México dé saltos al vacío que puedan poner en riesgo nuestra democracia?

 

Esto no tiene nada que ver con reformas electorales, Trump no requirió cambios legales para lesionar la democracia americana, tiene que ver un clima polarizado, con una falta de representación política, con los niveles de pobreza, e incluso con repudio social acumulado por décadas.

 

En este punto es importante que la sociedad este informada y activa, que exija cuentas, ya que ante el encono que se vive en la clase política, solamente la sociedad puede evitar que lesionemos nuestra democracia y de esa forma quizás desde la sociedad surja el Alfonso Suárez que México necesita.