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El fuego de la historia

José Luis Solís Barragán | 04/11/2022 | 02:55

Una de las grandes aspiraciones de los humanos es que nuestro paso por está vida tenga una trascendencia más allá de nuestra vida terrenal, aspiración legitima sin duda alguna; pero en la clase política está trascendencia a veces puede ser un delirio enfermizo.

 

¿Cuántas veces no escuchamos a los gobernantes señalar “hemos avanzado en este ramo, más que ningún gobierno en la historia?”; a ello se suma esas obras faraónicas que más que benéficas para el país, sirven para incrementar el ego personal.

 

De esta y diversas formas más la clase política trata de trascender aunque sea en el discurso, ya que generalmente con el paso de los años, ese mito que ellos mismos construyeron termina por ser consumido por el fuego de la historia.

 

El actual Gobierno Federal es encabezado por un hombre que le gusta recordar en todo momento a esos grandes personajes de la historia oficialista que están enaltecidos sin darles una justa dimensión humana, es decir, se ha construido una apoteosis sobre sus figuras.

 

Esta obsesión histórica es una explicación clara del porque autodenominarse “la cuarta transformación”, ello sin duda requiere mucho amor propio, para querer asumirse en vida con la trascendencia de Hidalgo, Juárez y Madero.

 

Sin embargo, los juicios de la historia no son tan benevolentes como el amor propio que podamos tenernos, es más, el fuego de la historia tiende a ser mucho más duro lo que cualquiera podría pensar.

 

Aunque la comparación pueda molestar, Carlos Salinas de Gortari se disponía a dejar el poder con la certeza que sería recordado como uno de los mejores presidentes del país, que su proyecto de nación tendría continuidad y que su trabajo lo catapultaría directo a la Organización Internacional del Comercio.

 

Pese a esa aspiración de Salinas, a los pocos meses de dejar el poder el fuego de la historia y la realidad lo alcanzaron, el mito de la modernidad se desquebrajaba y las aspiraciones perdían sus cimientos; y porque no decir que más de dos décadas después de irse, hemos convertido al expresidente en uno de los villanos favoritos de esta “nueva transformación”.

 

Esto requiere ser recordado para aquellos que hoy ostentan el poder, ya que quizás con ellos la historia sea más dura de lo que ha sido con sus antecesores y no porque no merezcan como humanos equivocarse, sino porque en ellos una gran cantidad de mexicanos depositaron sus esperanzas que hace mucho habían perdido.

 

El fuego de la historia puede consumir al lopezobradorismo y quizás este ya no sea el momento para generar el gobierno que se prometió que harían, pero es el instante perfecto para evitar que el país tome rumbos a los que pocos quisieran transitar.

 

El lopezobradorismo tiene al filo de la navaja temas trascendentales como la militarización, la democracia y sus instituciones, la salud pública y la carencia de medicamentos, la caída en los índices de estado de derecho y corrupción, combate a la pobreza, relaciones comerciales y política energética, entre otros.

 

Y solo por estás situaciones, vale la pena que en Palacio Nacional se pregunten ¿Con que papel esperan pasar a la historia? ¿Con el del hombre que quiso ser rey o el hombre que ayudó a construir un mejor país?

 

Cerca de dos años le quedan a la administración de Andrés Manuel López Obrador, este tiempo puede ser poco para hacer algo para mejorar el país, o puede ser mucho tiempo para que este país siga sin avanzar o en retroceso.

 

¿Qué tan dura será la historia con aquel hombre que por años trascendió como el opositor más importante de la época moderna de nuestro país?