Domingo 23 de Junio de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Urge eliminar las guerras

Gregorio Marín Rodríguez | 30/09/2022 | 00:02

Estamos viviendo un materialismo extremo.

   

Predominan la economía y la politiquería, pero una economía artificialmente cuadriculada para mantener esquemas que aseguren altas ganancias inmediatas, que fortalezcan las estructuras favorecedoras de todo tipo de privilegios y que aceleren enriquecimientos enfermizos que llevan en sí mismos el germen de la autodestrucción, un virus que es invisible para los enfermos, que no se dan cuenta de que el dinero es fiel a su vocación de perder valor en la medida de la avaricia.

   

Los valores éticos y morales están arrinconados en los baúles de la antigüedad. Las drogas, los homicidios, el robo y la delincuencia organizada ocupan los lugares de la religión, la educación, las tradiciones culturales y familiares, y el amor al prójimo.

  

Uno de los cánceres más notables y dañinos de esta época es que los gobiernos del mundo no cumplen con sus funciones o las cumplen a medias, pero vayamos al meollo de la situación, que es el motivo de nuestras reflexiones: la amenaza real de una guerra nuclear.

 

LA GUERRA EN UCRANIA, UN TUMOR

   “Gente del pueblo”, como el autor de estas líneas, ha estado observando el desarrollo de una guerra local, como la de Vietnam, la de Corea y otras, que en el fondo son aprovechadas aparentemente como una forma de hacer negocios.

   

La invasión de Ucrania, por ejemplo, que pudo haber sido evitada por medios pacíficos ante las repetidas amenazas previas de los beligerantes, a los ojos de observadores imparciales y objetivos parece que está siendo usada como un pretexto para hacer negocios sin importar la pérdida de vidas humanas, porque a pesar del conocido poderío bélico de Occidente no se movió un dedo ni al principio ni en algún punto medio para detener la violencia, mientras se realizaba el envío de un río de armamento a Ucrania, un país que formó parte de la URSS y que está perdiendo el 15 por ciento de su población por la anexión voluntaria de cinco provincias ucranias a Rusia, movimiento que está siendo manejado con propaganda con la amenaza de emplear toda la fuerza bélica de Occidente contra Rusia, lo que ha dado lugar a a que el presidente Putin advierta del uso de armas nucleares en su defensa.

 

BOMBAS ATOMICAS, FIN DEL MUNDO

   

El mero sentido común y el recuerdo del uso de la primera bomba atómica por el ejército de los aliados occidentales en Hiroshima, que causó la muerte de más de cien mil japoneses, y más de cincuenta mil en Nagasaki, es motivo suficiente para oponerse a rotundamente a una guerra nuclear en nuestros días, guerra que acabaría, en unas horas, con todos los seres humanos.

   

Es sabido que Rusia posee cientos de bombas atómicas y Occidente otros tantos. Los resultados de recurrir a extremos en el conflicto entre Rusia y Ucrania nos ofrecen pruebas por anticipado de que el líder oriental no dudaría en usarlas, por eso expresamos nuestra más enérgica oposición a que los dueños del mundo caigan en ese extremo. Nos unimos al llamado que hace un periodismo inteligente y responsable en la página Editorial de “La Jornada” el miércoles:

   

“Por el bien de la supervivencia planetaria cabe esperar que el amago del Kremlin no sea más que una balandronada para presionar a Zelensky (para muchos lectores de periódicos: un títere de Occidente), a aceptar soluciones pactadas y que en ningún momento se contemple con seriedad el empleo de arsenales que no sólo no deberían ser usados, sino que, por elemental sensatez, no deberían siquiera existir”.

    

Otro de los graves males de nuestro tiempo, y que forma parte de los intereses que hay que cuidar para no salirse del huacal y exponerse a represiones o medidas correctivas disfrazadas, es el control de los medios porque éstos, a veces resultan “más papistas que el Papa”, y publican la información con sordina o con sesgada parcialidad, a sabiendas de que el promedio cultural y de capacidad de entendimiento de muchos lectores e del nivel de la instrucción primaria. Seamos prudentes y no pensemos sólo en nosotros mismos.