Crónica de una muerte anunciada

MORENA ha sido sin duda un fenómeno político sin precedentes, como maquinaria electoral por momentos ha parecido imparable, su arribó al poder tomó por asalto a los partidos tradicionales, mismos que quedaron pulverizados ante una realidad que rebasaba su propio entender.

El nuevo tablero político mostraba una oposición achicada, no sólo por sus antecedentes y falta de legitimidad social, sino por su propia sordera ante los reclamos sociales y su falta de empatía ante las causas que habían fortalecido el triunfo morenista.

Si a ello sumamos el discurso polarizador y la intención de imponer sin matices dos visiones aparentemente excluyentes, en la que tu única opción como ciudadano es formar parte del pueblo bueno y sabio o de los vestigios de la mafia del poder.

Por todo ello era claro que la única forma de ser competitivos era mediante la creación de un grupo opositor en el que se tratarán de aglutinar el mayor espectro posible de fuerzas políticas sin importar colores e ideología, con el firme propósito dicho por ellos mismos, de: “salvar a México”.

Sin embargo, existieron varios errores de origen que hacían poco viable que la propia alianza Va Por México sobreviviera de forma prolongada y que el tiempo ha mostrado que pareciera que su fecha de caducidad está próxima.

El primer error sin duda es la máxima gatopardista: “Cambiar todo, para que nada cambie”, el pretender que el México del Pacto por México era el mismo, que el país gobernado por MORENA, es sin una duda una arrogancia que no abona a la hora de buscar votos.

El Pacto por México y la alianza se construyeron desde las cúpulas, se olvidó que existía una militancia que no encajaba en la idea de que los partidos políticos eran entes homogéneos sin disidencias y se no quisieron ver que el país iba más allá de sus propias estructuras.

El segundo error tiene una relación directa con el origen de la alianza, ya que, si bien se construyó con fines electorales, la realidad es que nunca tuvieron una intención de la construcción de una agenda clara de ideales y postulados que permitiera que se distinguieran de la oferta política del partido gobernante.

Va por México sólo buscaba sumar votos, más nunca estuvo en su esencia la construcción de un plan alternativo de nación, planeaban triunfos electorales, pero no pasaba por su mente la construcción de gobiernos, situación que no permitía convencer aquellos que no querían regresar a lo que se tenía antes del 2018.

El tercer error es no haber entendido los mensajes que traían consigo mismo los fracasos, es decir la sociedad exige que dejen su arrogancia y bravuconería para aceptar que no habían sido la clase política ejemplar que había llevado al país en su momento de máximo esplendor.

El error es no aceptar sus desaciertos, generar espacios de autocrítica que permitan que la sociedad crea que están dispuestos a realizar cambios para no cometer los errores del pasado, ya que la búsqueda de nuevas alternativas electorales fue originada por el hartazgo que ellos mismos habían propiciado.

En estos días la cúpula dominante del PRI asentó un golpe que parece herir de forma determinante a la coalición opositora, nadie debiera sentirse sorprendido ya que la mezquindad de unos sigue prevaleciendo sobre la confianza ciudadana depositada, nada distante a las cúpulas anteriores.

Sin embargo, para lo que queda de la alianza puede ser el momento de su resurgimiento, pueden empezar por entender que la sociedad mexicana va cambiando, que la forma tradicional de hacer política no convence y que tienen dos opciones adecuarse o seguir traicionándose entre ellos hasta conseguir anularse por completo.

Las expectativas en la alianza cada vez se desploman más, sin embargo, si logran generar una autocrítica y una reconfiguración, podrían empezar a ganarse la confianza que hasta hoy siguen sin conseguir de la ciudadanía, pero para ello deben entender que no se trata de ellos mismos, sino del país que esperamos alcanzar.