Oscar Esquivel | 16/09/2022 | 08:15
Las revoluciones mexicanas, la independencia del imperio español, la guerra civil en la reforma, la de los caudillos 1910, todas han tenido su sello indiscutible de traiciones, durante y después de sus consumaciones. Los logros históricos a base de sacrificio de miles de hombres, la perdida de medio territorio, no fue suficiente para consumar la independencia nacional. Hoy por hoy en un resultado que ya no asombra pero entristece, en una encuesta por el mes patrio, solo el 51% de los mexicanos están orgullosos de haber nacido en esta tierra, el resto hubieran preferido ser ciudadanos de otro país.
Las felonías de un puñado de creyentes mesiánicos, han hecho del país un territorio de privilegiados, donde marcan un destino indeseable, incierto y peligrosos. A la consumación independencia y durante y todo el siglo XIX, se consolido la hegemonía de “señores feudales”, la clase media incipiente y poco audaz, género que los grandes terratenientes fueran Gobierno, pueblo y Dios. La obscuridad por donde caminaba la justicia, hizo crecer estrepitosamente las fortunas, soslayando la profunda miseria mexicana, no solo en lo material, sino también la espiritual, formándose así el desdén por la tierra patria.
Llega la intervención norteamericana con sus funestas consecuencias, permitida desde lo alto del gobierno se sustrajo la dignidad y el honor mexicano en su corta vida como nación libre, la patria fue despojada; con los años venideros, cientos de levantamientos desorden y caos en todo el territorio.
En el periodo juarista, con su reforma de las leyes de 1857, generó que la nación convulsionara, como siempre en la época , el dinero y el clero, ofrecieron a Napoleón III que México se convirtiera en un estado monárquico, la nueva Corona Imperial sería de Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena, Archiduque de Austria, mucho nombre para tan poco país que quedaba, títulos de pompa, entre Lupitas, Marías, Jesús y José, el nombre para los traidores siempre fue importante, sobresalir entre la “indiada”.
Afortunadamente siempre habrá hombres y mujeres con un valor extraordinario, más allá de los límites para contrarrestar los excesos de unos cuantos, Benito Juárez fue uno de ellos. En una época de vaivenes, se dan los asentamientos político y sociales, llega el porfiriato, con tensa calma, se dan los pasos para la transformación económica, no sin sus respectivas contradicciones, la producción en manos de terratenientes hacendados y la riqueza nacional comprometida con los extranjeros, fue el sello del gobierno Porfirista, algunos defenderán el modelo, pero como hasta lo que sucede en nuestros días, después de 30 años en el poder, no supo no quiso repartir la riqueza, ni acabar con los latifundios y la explotación de los poderosos con el pueblo pobre.
La clase media sin salir de su estatus mediocre prefería callar, y para su asombro, la revolución la convoco un terrateniente coahuilense, hacendado, realmente rico, Francisco Ignacio Madero, el Indalecio una derivación de inocente, demostró que la gente que lucha por ideales como el “apóstol de la democracia” es asesinada y callada por lo que piensa, al igual que José María Pinos Suarez, a manos del traidor, el borracho de Victoriano Huerta “la Cucaracha” les segó su existencia. Así de manera violenta tuvieron la misma suerte los ideólogos de la revolución mexicana, no llegaron a ver los resultados de su lucha.
Desafortunadamente al final de la guerra revolucionaria, los asesinos de los caudillos fuero quienes se hicieron de gloria y la lucha de otros quedo en el olvido. Han transcurrido 90 años y aún no terminan los sucesos de traición de quienes se dicen herederos de las revoluciones.
Bajo el manto revolucionario que lo vio nacer, hoy se desquebraja en un ardid de su dirigencia traicionera, el PRI.
No se entiende y menos ahora, cuando el país requiere de hombres probos, que los pocos priistas que quedan, estén a merced de un esquizofrénico, narcisista que con el afán de prevalecer vivo políticamente, comprometió la esencia del partido, ideales, principios y activismo, entregándolo al partido Acción Nacional, que fue su bandera y justificación para no dejar crecer al conservadurismo, sinónimo de traición y muerte.
Alejandro Moreno dirigente máximo de las hordas revolucionarias, faltando a su palabra y por ende la de todos los priistas, ahora convertidos en cómplices colaboradores de la traición, a la decadente alianza “Va por México”, al sostenerlo, la militancia se convierte en un ejército servil, convenenciero y roto en su dignidad.
La vileza llego, cuando la justicia de la Cuarta Transformación prefiere otorgarle impunida a un sujeto por demás corrupto, a correr el riesgo de no tener una votación mayoritaria para anexar a la Guardia Nacional a las fuerzas armadas. La militarización del país esta dada desde tiempos de Calderón o más atrás con Díaz Ordaz, si bien, junto con la prisión preventiva oficiosa no es lo que requiere México, en este momento de la historia de violencia que vivimos, lo hace necesario. El sistema judicial esta por demás corrompido, es lento e incompetente, imaginemos un ministerio publico que apenas escribe, formar un expediente bien hecho en 48 horas, para que un juez pueda dictarle prisión a un delincuente de poca monta no lo verán nuestros ojos.
Nuestros potosinos también traicionan.
La traición es el cáncer de este país, es el fuego que consume, es la clase política que con sus limitadas ideas, prefiere al publicidad como medio para convencer, mientras las obras que realizan son de mala calidad, eso es traición; como lo es dar espectáculos de farándula mientras la pobreza crece, tal vez sea una justificación que la gente prefiere para olvidar un poco su pesada vida; es traición, creerse mesías cuando su pasado describe el funcionario que es, que no permite los disentimiento de sus colaboradores y los despide sin mediar debate, sumisión o represión, es traición adornar la ciudad cuando sus cimientos se colapsan en un cloaca, es traición regalar el patrimonio municipal de la capital de San Luis Potosí solo por las ansias de querer ser “el gobernador en lugar del gobernador”.
A LA PATRIA
Patria, ahora que tus hijos la razón los confunde, olvidando la herencia milenaria y la zozobra recae en sus hombros, ahora que han renacido las tentaciones de traicionarte y entregarte a la desolación por al saqueo de tus riquezas, el mar, la selva, el oro de la entrañas de tu tierra, algunos de tus descendientes continúan llamando al poderoso “salvador”, olvidando a tus hijos de bronce, los más pobres, ahora más que nunca ángel de la patria, posa sobre nuestras mentes y corazones la sabiduría para entenderte y amarte por siempre.
Felices fiestas patrias ¡Viva México!
Nos saludamos pronto.
OSCAR ESQUIVEL