Clara Villarreal | 13/09/2022 | 00:17
Mar abierto
Dejamos atrás la Isla Santa Cruz con dirección a la Isla San Cristobal; montados en un bote, el viaje tuvo una duración de dos horas. El mar estaba picado y la vista al horizonte nos permitía que aquel viaje no se convirtiera en mareos y pesadez. Al llegar a la isla nuestro hotel se encontraba frente al Muelle, nos instalamos en el hotel y pronto fuimos a preguntar sobre los tours que podíamos hacer para ese mismo día y los días siguientes. Todos las agencias promocionaban el Tour 360o, consiste en un recorrido de todo un día y que le da la vuelta completa a toda la isla, contando con cinco paradas: Bahía Rosa Blanca, Bahía Sardina, Punta Pitt, Cerro Brujo y León Dormido.
Rosa Blanca es una bahía pequeña ubicada al este de la Isla de San Cristóbal que cuenta con un conjunto de pequeñas playas y su principal atractivo es la playa que se encuentra al centro de la bahía; su arena es muy fina, color blanco y el agua es cristalina. El snorkel en esta parte de la bahía es realmente indescriptible ya que la cantidad de animales marinos que encontramos fue realmente sorprendente, sin embargo el tour aun nos tenía una sorpresa mas adelante.
Playa Cerro Brujo este lugar es ideal para relajarte, acostarte en la playa y disfrutar de la vista ya que desde este punto se puede apreciar a lo lejos la roca del León Dormido, en esta playa el mar es tan tranquilo que literalmente pareciera estas dentro de una piscina y lo mejor de todo es que solo éramos 15 personas en este lugar, solo para nosotros, disfrutando de la paz, la tranquilidad y el sonido ligero del oleaje. Eso sí, nos rodeaban leones marinos que a la vez también dormían a nuestro alrededor.
La roca León Dormido también conocido como “Kicker Rock” es una formación rocosa o cono erosionado de ceniza volcánica; son dos piedras verticales de más de 100 metros de altura, este lugar es un refugio para muchas aves marinas como piqueros patas azules y lobos marinos. El snorkel en este lugar fue algo como sacado de una película, pudimos nadar con numerosas especies de peces, tortugas marinas gigantes, mantarrayas y lo mas impactante fue ver una manada de tiburones martillo.
Es imposible saber la cantidad exacta de tiburones que vimos y con los que pudimos nadar por encima de ellos, pero de lo que si estoy segura es que no eran menos de 20 tiburones, algo realmente emocionante y a la vez lleno de adrenalina pura. Cuando subimos nuevamente a la embarcación mi acompañante y yo nos fundimos en un abrazo muy impactados por la experiencia que acabábamos de pasar y de la cantidad de animales marinos que habíamos podido observar, realmente ver todo aquello fue un golpe de suerte. Sin embargo nadar en mar abierto también fue otras de las aventuras que palomeamos en la lista de cosas por hacer en esta vida.
Continuará...
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