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Lo que queda del informe

José Luis Solís Barragán | 05/09/2022 | 00:11

La figura del Ejecutivo en nuestro país siempre ha tenido un papel preponderante en el sistema político nacional hemos transitado del ¿Qué horas son? Las horas que usted quiera presidente; a las facultades metaconstitucionales del mismo.  

 

Por ello el informe presidencial se convirtió en un rito fundamental en la mitología presidencial de México, el primero de septiembre de cada año el país se paralizaba para acompañar al presidente en su día, se suspendían las clases, se cerraban las calles y la televisión y radio sólo trasmitían el mensaje.

 

El PRI no es el responsable de la mitificación del Presidente, pero si puede ser señalado por haber construido el andamiaje que institucionalizara el mito como un elemento central de la República y que empezó a desmontarse con la transición y la alternancia.

 

La alternancia política no eliminó el mito que implicaba la figura presidencial, pero sin lugar a dudas destruyó la solemnidad priista, ejemplo de ello es que el informe dejó de darse en el Palacio Legislativo y de generar parálisis nacional, para transformarse en un acto protocolario mucho más simplificado que eliminaba toda interacción con la soberanía nacional.

 

Los informes presidenciales en México nunca han sido ejercicios reales de rendición de cuentas, siempre han tenido una carga eminentemente política, ya que en este acto el titular del Poder Ejecutivo trazaba la ruta a seguir en el siguiente año y en algunas ocasiones hasta lanzaba un mensaje que alimentara la especulación del tapado.

 

Cuando los Presidentes fueron desterrados del Palacio Legislativo para rendir el informe, se terminó parte de la importancia del día, ya que no existía ni el riesgo de que alguien fuera un antagónico y por el contrario su actos sólo servían para envolver de aplausos a los inquilinos de Palacio Nacional.

 

Los presidentes surgidos después de la alternancia aceptaron poco a poco la nueva realidad que implicaba el ejercicio del poder y las nuevas correlaciones de las fuerzas políticas en las que las mayorías aplastantes quedaron olvidadas y la relación Congreso-Ejecutivo en muchas ocasiones vivió altos momentos de tensión.

 

Sin embargo, desde el 2018 no sólo construyó una nueva correlación de fuerzas en las que MORENA asaltaba el poder con mayorías indestructibles, sino que el Presidente López Obrador catapultó un papel del Ejecutivo en la vida pública desbordante, cuya máxima expresión es la mañanera como ejercicio de comunicación vertical.

 

La rueda de prensa mañanera, la presencia permanente del presidente en estos ejercicios hizo que los informes de Gobierno se difuminaran por completo ¿Qué diferencia hay entre una mañanera ordinaria y el mensaje del 1º de septiembre? ¿Qué nueva información puede aportarse si se desgasta de forma cotidiana la interlocución del ejecutivo con los medios de comunicación?

 

Este cuarto informe de gobierno que en muchos casos pasó desapercibido como ejercicio de contraste de gobierno, regresa a los mensajes ocultos de la época priista y abre interrogantes irrelevantes como: ¿Por qué el mensaje fue de corta duración? A diferencia de otros años ¿Por qué el presidente no se veía con los ánimos desbordantes? ¿Por qué el acomodo de los invitados?, entre otras.

Es una pena que la rendición de cuentas en nuestro país siga sin ocupar un espacio relevante, ya que queda desdibujada en la ornamenta de actos protocolarios que carecen de sentido, cuando se pierde de vista el objetivo central que es: informar a la ciudadanía y a la soberanía el estado que guarda la administración.

 

Del día del Presidente podemos decir que este 2022 no quedó nada y si consideramos que la nueva visión implica retomar como eje central de la República la mitificación presidencial, quizás, se esté pensando que el día de apertura del Congreso de la Unión, no es digno para ser el día del Presidente.