MÉXICO, D.F.
EL UNIVERSAL | 24/09/2010 |
Uno de los más destacados rectores que ha tenido la Universidad Nacional Autónoma de México, Javier Barros Sierra, nació en 1915 en el Distrito Federal. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y cursó la licenciatura en las que hoy son la Facultad de Ingeniería y la de Ciencias, y obtuvo su título en Ingeniería Civil y de maestro en Ciencias.
Formó parte de la comunidad estudiantil de la Universidad y gracias a su increíble visión y actitud sobresaliente, pronto se convirtió en líder. Fue consejero universitario y en diversas ocasiones participó como catedrático, siendo profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y en la que hoy es la Preparatoria 2, Erasmo Castellanos Quinto (antes la Antigua Escuela de Iniciación Universitaria).
Entre sus diversas actividades universitarias, también formó filas en el área de investigación del Instituto de Matemáticas desde 1943. Su constancia y empeño hicieron que se convirtiera en director de la Escuela de Ingeniería, cargo que aprovechó para promover la Dirección de estudios Superiores, con lo cual poco después la escuela se convirtió en la Facultad de Ingeniería, de la que Sierra asumió la dirección desde 1955 hasta 1958, año en que fue presidente de la Primera Conferencia Nacional de Facultades y Escuelas de Ingeniería, en Monterrey. Javier Barros Sierra fue coautor del libro Introducción al Cálculo Diferencial e Integral, editado por la Universidad Nacional.
Más tarde, Barros Sierra fundó el Instituto de Ingeniería y participó en la fundación de la empresa ICA (Ingenieros Civiles Asociados); sin embargo, Barros no fue sólo un
hombre de asuntos universitarios, también se destacó en otras actividades correspondientes al sector público, al asumir el cargo de Secretario de Obras Públicas durante la presidencia de Adolfo López Mateos, en el periodo de 1958 a 1964; en esta etapa participó en diversos proyectos, como el edificio de Condesa, el estacionamiento de Gante y de las facultades de Ciencias y Filosofía y Letras, entre otros.
Cabe resaltar que durante el tiempo que ocupó ese cargo hubo un aumento de 55% en la red nacional de carreteras y se construyó la autopista México-Puebla, así como la vía ferroviaria de Chihuahua-Pacífico.
Se distingue por haber sido el primer director del Instituto Mexicano del Petróleo, puesto que desempeñó en 1966, mismo año en que se convirtió en el rector de la máxima casa de estudios (UNAM), cargo que concluyó en 1970, sin saber que dicho puesto lo llevaría a realizar grandes acciones en defensa de la Universidad, mismas que hoy lo hacen ser recordado con admiración y respeto.
Entre sus acciones como rector de la Universidad estuvo la creación del sistema de créditos en los que se le daba la oportunidad a los alumnos para que cursaran las llamadas “materias optativas” en cualquier plantel de su elección; cambió la duración del curso escolar, pasando de un año a ser sólo semestral; se creó la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza; se fundó el Laboratorio Nuclear; se estimuló al CIMASS (Centro de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas, Sistemas y Servicios) y promovió la creación de la Dirección General de Difusión Cultural, entre otras cosas.
En 1964 se comenzó a realizar un proyecto para ampliar la Universidad, y en este mismo año comenzó a ocupar la silla presidencial el hombre en el que recaen un sin numero de reproches por el derramamiento de sangre en el movimiento estudiantil de 1968, Gustavo Díaz Ordaz.
Tras un conflicto iniciado entre estudiantes de la vocacional 2 del IPN (Instituto Politécnico Nacional) y una preparatoria incorporada a la UNAM (la preparatoria Isaac Ochotorena), inició una disputa que tuvo que ser frenada por granaderos que irrumpieron en dicha vocacional, trayendo como consecuencia la detención de varios estudiantes.
A finales de julio de 1968 se realizaron diversos paros escolares y los granaderos se introdujeron en varias escuelas, entre ellas la preparatoria 1, donde destruyeron una puerta tallada en el siglo XVIII, acto que fue condenado por Javier Barros, quien manifestó su descontento mediante un discurso donde exigía la libertad de los estudiantes, refiriéndose a ellos como presos políticos, mientras que izaba la bandera mexicana a media asta. Ese mismo día se puso al frente de una manifestación en Insurgentes, donde se popularizó la frase “Únete pueblo”.
El conflicto culminó la tarde del 2 de octubre de 1968, cuando miles de estudiantes asistieron a un mitin en la plaza de las Tres Culturas, donde fueron rodeados por tanques del Ejército y tras una luz de bengala inició la matanza contra estudiantes, acción que hasta hoy mantiene heridas en la memoria de académicos y estudiantes universitarios.
Al finalizar su periodo como rector de la Universidad, Javier Barros Sierra fue sucedido por el Dr. Pablo González Casanova.
Barros Sierra murió el 15 de agosto de 1971 en la ciudad de México. El 2 de octubre de 2008, con motivo del 40 aniversario del movimiento estudiantil, se llevó a cabo una ceremonia en la que se izó la bandera a media asta en memoria de los estudiantes fallecidos. Durante la ceremonia, el rector José Narro Robles develó la placa con la que se nombró a la explanada de la Torre de Rectoría como Javier Barros Sierra, en presencia de su viuda y de sus hijos.
El libro “Conversaciones con Javier Barros Sierra” de Gastón García Cantú, revela las opiniones que ese ex rector tenía acerca de los sucesos de 1968.