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La caída de Murillo Karam

José Luis Solís Barragán | 24/08/2022 | 16:54

El Gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto inició su sexenio con un frenesí político por la construcción del Pacto por México y las reformas estructurales que afirmaban colocaría a nuestro país en el rumbo del crecimiento y desarrollo; pero en plenas festividades palaciegas, la realidad propició que la administración pasara a la historia por los escándalos de corrupción y múltiples acontecimientos de inseguridad no esclarecidos, siendo el más relevante el de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

La noche de Iguala en Guerrero, hicieron despertar a los peñistas del sueño de que el país ya lo habían reinventado, mostró en cuerpo entero a una administración que no fue capaz de romper con las viejas praxis de un sistema político caduco.

La desaparición de los 43 normalistas fue el inicio del fin del peñismo, las torpezas posteriores sólo propiciaban incrementar el malestar social y acabar con la imagen de “una nueva forma de hacer política”, era claro que la realidad que vivía la sociedad se encontraba muy distante de la percepción de la clase política gobernante.

El ahora presidente Andrés Manuel López Obrador siempre se mostró prudente con el caso de los normalistas, tenía claro que los acontecimientos salpicaban a actores de todos los partidos políticos sin distinción, y tanto el alcalde de Iguala como el Gobernador de Guerrero, habían emanado del partido que lo había postulado en el 2012 en su búsqueda por la presidencia.

Sin embargo, entre más se hundían los peñistas, Andrés Manuel y los suyos más se acercaban a la tragedia, más simpatía mostraban a la causa, hasta que la lucha de ellos quedó muy ligada a MORENA, en la búsqueda para la regeneración de la vida pública del país.

Desde el triunfo electoral morenista quedó anclada la promesa de ir por una nueva verdad legal, que esclareciera la llamada “verdad histórica”, del entonces procurador Jesús Murillo Karam, 4 años de silencio del Gobierno Federal se rompieron hace unos días y mientras parecía la antesala del carpetazo final del asunto, todo dio un giro inesperado.

El viernes se dio a conocer la detención del entonces Procurador, más allá de los delitos que se señalan, parece ilógico y desproporcional que se lleve a la justicia a la autoridad investigadora y no a las autoridades que, en la nueva investigación oficial, se asume participaron en la desaparición de los jóvenes.

El hombre que se le acusa de torcer la verdad se encuentra detenido, pero al exsecretario de SEDENA ni se le menciona, al ex gobernador de origen perredista ni se le recuerda y a los demás titulares que se supone involucrados ni se les señala.

Los padres de los estudiantes y la sociedad no se quedaron conformes con la investigación de la Comisión de la verdad, eso aleja al presidente del cambio prometido, pero esta detención le puede dar una bocanada de aire no solo con este tema, sino con la crisis de inseguridad y económica que estamos atravesando.

La detención del exprocurador también se enmarca con la salida de Rosario Robles Berlanga, como si alguien de los peñistas debiera ser el trofeo que muestre el cambio que en el discurso se plantea.

Si Murillo Karam o cualquier funcionario, en este u otros temas, cometieron una violación a la Ley, sea cual sea la forma en que se materializó, que se haga justicia, pero esperemos que no estemos frente a la sentencia que el funcionario señaló en la antesala de su detención: “no es penoso, es político”.