Dr. Eugenio José Reyes Guzmán | 15/08/2022 | 01:29
La anti política energética del gobierno federal mexicano ya les colmó el plato a sus socios del T-MEC. Vino en repetidas ocasiones el enviado especial para el clima, John Kerry, invitando a AMLO a acelerar la cooperación bilateral para abatir el cambio climático. También lo hizo la Secretaria de Energía de EUA, Jennifer Granholm advirtiendo sobre “el potencial impacto negativo de las reformas energéticas propuestas por el gobierno mexicano sobre las inversiones norteamericanas … México ha sido bendecido con una abundancia de potencial energía renovable … podría impulsar a su propio país al menos diez veces, crear millones e empleos bien remunerados y desarrollar una extraordinaria industria de exportación orientada a un mundo que necesita soluciones de energía limpia”.
Igualmente, sendos legisladores republicanos y demócratas han escrito repetidas cartas quejándose amargamente del trato preferencial que se le da a la CFE y a PEMEX a través de obstáculos regulatorios a la inversión o a la continuidad de sus negocios. A pesar de todo ello, el gobierno mexicano no cambia un ápice su postura. Hace unas semanas, sin embargo, se abrió lo que parecía ser un propósito de enmienda ante la expectativa por la visita de AMLO a Biden. Tristemente, una vez más un cubetazo de agua gélida apagó cualquier vestigio de esperanza y demostró nuevamente que “árbol que nace torcido jamás su tronco endereza”. A raíz de ello, el gobierno norteamericano dio luz verde a las consultas para desahogar los temas energéticos que ingenua y pacientemente habían estado conteniendo.
¿Y que pudiera esperar México de dichas consultas de resolución que terminarían el 16 de septiembre? Pues bien, la probabilidad de perder en el mecanismo general de solución del capítulo 31 del T-MEC es muy alta y se anticiparía, no una terminación del mismo, sino un enérgico castigo hacia las exportaciones mexicanas. ¿Cuáles productos y por qué monto? Quizás sería un tipo de carrusel donde serían gravados en forma itinerante aquellos productos que políticamente le causen mayor dolor al gobierno en turno y por un monto equiparable a la afectación por la estulta tozudez presidencial. Tal vez los aguacateros de Michoacán, los tomateros de Sonora o los exportadores de mango Ataulfo de Chiapas les toque patrióticamente sacrificarse para mantener con un respirador artificial la “soberanía energética” de PEMEX y la CFE. Caray, ¡Cuánto daño innecesario e inhumano está el gobierno dispuesto a provocar por una falsa ideología!
Si México, al igual que lo hiciera Gran Bretaña con la Unión Europea, optara por salirse el T-MEC, las consecuencias serían catastróficas, peores aún de lo que están siendo para los británicos, sería simple y llanamente un suicidio. Afortunadamente eso no puede ser y, primero Dios, no será por al menos tres razones. De entrada, se requiere la aprobación de dos terceras partes del congreso federal, segundo, las economías de Norteamérica están íntimamente ligadas y la competitividad regional depende de las tres y, por último, sostengo que, aunque AMLO se empeñe en sacar al T-MEC del terreno técnico y dejarlo solo en la arena política, México es demasiado grande y cercano a EUA para así perderse. Sin duda, el hundimiento económico de México se llevaría de encuentro a los socios comerciales de Norteamérica y a muchas naciones más. Afortunadamente, es un hecho, en un mundo global, México no se manda solo.
No señor, el suicidio para México no es una opción. De entrada, el costo político para MORENA lo pagarían en las urnas en el 2024 y eso pudiera ser lo único que para el presidente pese más que su ego redentorista. No lo sé, pudiera ser que la soberbia le impida ver el conjunto de las cosas, pero tarde que temprano le quitarán a la fuerza el obcecado vendaje de los ojos y lo obligarán a ver su vil miseria.