Miércoles 24 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

El Eden sin Dios

Oscar Esquivel | 12/08/2022 | 00:31

Cuando volteamos para atrás y vemos que solo las cosas simples son lo que valen realmente, entonces añoramos valorando ese momento de felicidad. Con una pequeña señal en vida, podemos cambiar el día, tal vez algo nos guio, pudo ser Dios o el destino marcado en el universo.

 

 Hace unos días pasaba por un camino rural y vi que vendían tunas, dos puestos con huacales, el primero estaba un joven con una muchacha, preferí parar en el segundo puesto donde atendía  una señora que me observo en todo momento, bajé del vehículo,  me vería cansado del viaje, porque para pronto me ofreció un tuna ya pelada  que sacó  de una pequeña hielera, antes de tomarla ya la saboreaba imaginando el sabor del fruto del desierto ¡delicioso!, a la primera mordida sentí su jugo de elixir de dioses, fresca como la mejor mañana.

 

 Una mujer sencilla, tal vez alguno 50 años de edad, pero mermada  en su rostro del cansancio que da trabajar el campo; tomo un vaso completo lleno de tunas y me lo regla, sin ante pedirle siquiera  el precio del huacal, su manera de vender sin medir sus pérdidas – vamos tómelas, coma más, al fin Dios proveerá- la pena me envolvió y tome el recipiente, compre una caja completa de tunas, mi esposa que me acompañaba, vio que también vendía nopalitos tiernos y le pregunto- ¿de a cómo la bolsa? contestándole – a 20 pesos- saco el dinero de la cartera y le pago, la señora sin mediar nada, pone sobre su pequeña mesa, cubierta con un mantel de plástico impresa de flores, otra bolsa - esa llévesela se la regalo- ¡No! exclamamos los dos al unísono -¿Cuánto es? Pregunto mi esposa    -nada- dijo ella, de todas maneras, pagamos la bolsa de nopalitos y ella dijo, mirando su bolso pequeño sacando 10 peso como cambio- Dios nos da más- Tal vez su religiosidad o la prisa por vender para llevar el sustento a su casa nos ofreció demás de lo que podía dar. Ella se llama Margarita y nos regaló felicidad.

 

¿Dónde nos perdimos? ¿Qué dejamos de hacer para vivir un calvario innecesario? Nunca nos conformamos con nada, tal vez Dios no existe ya o se ha ausentado definitivamente.

 

“Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe” Gabriel García Márquez. 

 

En el edén mexicano, desde antes de la conquista, los imperios mesoamericanos estaban llenos de dioses a quienes rendirles tributo, a la conquista de la espada y la cruz todos los dioses murieron para dar cabida a un solo Dios, trescientos años pasaron para ser independientes y nos quedamos con el dios occidental, habría otros en lugres diferentes del mundo, pero fue quien nos tocó. 

 

Parece que ya no escucha las suplicas del pueblo que llora su ausencia, ¿habrá muerto Dios?, el Dios bueno y misericordioso está en el espíritu de millones, pero no en sus acciones, como pueblo hemos permitido dejar a un lado el valor de lo que es el elegir, optamos por un gobierno seglar que con base a engaños se he hecho del poder, cientos de ocasiones mencionan a la divinidad para que les de fuerza y sabiduría por su “mandato”. 

 

En todo el país tenemos queriendo o no, la firme decisión de destruir lo que Dios no dio, para el ateo lo que el universo nos otorgó. Durante décadas nos convencieron que el progreso venia desde la propia naturaleza, la abundancia de recursos era tal que la administración de ellos poco importaba, y hoy pagamos las consecuencias, medio país en sequia extrema por la avaricia la codicia de vivir como dioses, el agua nunca acabará pensaron algunos compatriotas del norte y otorgaron a la industria las concesiones de agua en bastas cantidades, como siempre se prefirió el materialismo que los alimentos y las necesidades de la gente.  Y Dios mando la lluvia al sur, tanta que lo que llueve en un mes cae en una hora, inundándose ciudades, pueblos enteros quedan bajo el agua, las cosechas se pudren, los ciclos ya no son los mismos, los arboles que equilibraban el ambiente ya no están en los cerros de la selva, solo queda la soledad de la tierra árida.

 

 Estamos a un paso del no retorno a consecuencia del cambio climático

 

¿Y? nadie se pone de acuerdo, el gobernante evita atender los conflictos para esconder sus errores políticos y no tener que lidiar con sus opositores, nadie dialoga, nadie debate, nadie hace nada. 

“El conflicto puede ser doloroso, pero la solución sin dolor no existe y en cualquier caso su búsqueda trae consigo como dolorosas consecuencias a la estupidez y la inutilidad; la apoteosis del avestruz”. Christopher Hitchens  

 

Cada victima de violencia, maltrato, indiferencia social, aquellos que apagaron sus vidas con la esperanza encontrar a sus hijos desaparecidos por el Estado o la delincuencia, son ignorados, somos seres que la apatía colectiva ha permitido ver como las diferencias sociales, se manifiestan con la destrucción de los bienes del otro, ya nadie se siente a salvo en sus comunidades, las mismas ciudades incendiadas por el crimen. 

 

¡¿Por qué nos has abandonado?! ¿y si nunca estuvo aquí y dejo que viviéramos estos momentos?, o ¿nunca existió este Dios y solo nuestros males es producto de la descomposición psicológica en masa esa que mata, empobrece y sufre?

 

Con Dios o sin él, la sociedad esta abrumada, desconcertada a falta de guías, de verdaderos gobernantes, nos mantienen distraídos en cosas banales, no prestamos la debida atención a  los problemas que nos aquejan, no queremos ser sabios, nos gustan las noticias procesadas, sean falsas o verdaderas, no nos acostumbramos a observar para después razonar, el discurso político ya no encaja con la realidad, les enferma las personas de pensamiento diferente y crítico,  la intelectualidad ya no cuenta, estorba. 

 

El país se niega a debatir, los políticos menos, las ideas buenas se descalifican y no se debaten, sugieren el cambio social sin aspiraciones, abren su corazón con tal devoción por su gente, por su pueblo, por su tierra, creyendo que las despensas, las tortillas, las fiestas, son la manera de mantener a Dios en esta tierra adolorida.

Nos saludamos pronto