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Un gran acuerdo o que se vayan

Oscar Esquivel | 15/07/2022 | 09:28

La benevolencia que nos da el pensamiento permite generar acuerdos, convenios con aquello que nos parece igual o semejante a lo que pensamos y esto nos permite la sana convivencia con pensamientos distintos con un mismo fin. No podría argumentar ninguna idea sin la sabiduría que otorgaron otros en historias pasadas o de igual forma, tan actuales que las vivimos día a día.  Somos seres aun cuando no lo parezca, buscamos siempre estar en unidad. 

 

No existe ningún momento de la historia del hombre donde no se busque la unidad, inclusos entre pueblos sometidos por conquistadores que se fueron acomodando por siglos a las costumbres impuestas. La unidad hace nacer y sostener a las sociedades, lo común son la moral y física, normalmente la moral es discordante de la física, la moral es la dignidad representativa del pueblo y la física, impone el bienestar común en un mundo material.  “Hasta para estar en guerra, necesitan unirse los unos contra los otros” Vázquez de Mella.

 

Buscando la unidad para llegar a un acuerdo; ya no se recuerda el día que los mexicanos  luchamos por un bien común con unidad, para llegar a ella se permitió el  derramamiento de mucha sangre, la independencia nacional y después de ella, la perdida del territorio, la reforma juarista, el progreso mal entendido del porfiriato, la revolución mexicana y sus posteriores 70 años en el poder de un partido único, llega la alternancia, a pesar de todo  esto no hemos aprendido a llegar a un acuerdo nacional por el bien de México.  

 

Nos falta ser más humanos para alcanzar lo anhelado, somos un pueblo de arraigadas y profundas contradicciones, sometidos a la barbarie desde épocas inmemoriales, casi atrevería a decir, estamos tatuados con la combinación del ADN indígena y español, con un resultado mestizo llenos de frustraciones. 

 

 Ante las contradicciones sociales, económicas y políticas, el desconcierto y la poca fe en nosotros mismos, permitimos los agravios y las vejaciones de aquellos a quienes les conferimos el poder público; estamos sujetos a los caprichos, como resultado han dejado que cada miembro de la sociedad mexicana, este abandonado a su suerte, sienta el peligro sobre su espalda, individuos desprotegidos por las leyes y por la inmoralidad que es la impunidad, la corrupción y los privilegios de una minoría reptiliana rapaz.

 

Se hacen llamados desesperados de la sociedad civil, intelectuales, periodistas, activistas a formar unidad nacional para llegar a un gran acuerdo mexicano por la prosperidad, donde cada voz esté representada. Los tradicionales partidos políticos ya nos son garantía de hacer política como el arte del servicio público, han sido rebasados. No se trata de derecha, izquierda, social democracia, o teorías económicas y políticas extranjeras, se trata de establecer una ruta que permita llegar a ser felices como pueblo.  

 

Todos los días en cualquier noticiero o redes sociales vemos menguados nuestros sueños de paz y prosperidad, las malas noticias son como la contaminación que todo destruye. 

 

Existen  gobiernos locales francamente desligados de la realidad, la seguridad los rebasa por la indolencia y la mala planeación,  la mala economía  los hace temblar la gran mayoría de los estados son dependientes en más del 90% de las participaciones federales y no mueven un dedo para una mayor recaudación, no se diga los municipios; las obras publicas se convierten en espejitos de cambio, piedras por votos, en el corto tiempo las obras  termina por ser un dolor de cabeza para el erario por reparaciones tempranas, los municipios del país, ni se diga son territorios de ocurrencias.   

 

TRAZAR RUTA CON VOLUNTADES

El gran pacto nacional, un acuerdo de gran envergadura que sostenga el crecimiento sin exponer el futuro de las nuevas generaciones, podría ser interminable la lista de requerimientos que necesitamos, pero el primero como ya dijimos, es la voluntad de hacerlo, entendiendo que cada cabeza es un mundo, las ideologías no son ajenas, los principios del pensamiento libre de cada individuo u organización, no debe ser obstáculo para trazar ruta de progreso.

 

En la infraestructura nacional tal parece que los caprichos son la identidad de cada 6 años, se construyen grandes obras sin haber escuchado a los pobladores, cuantas construcciones no se abandonaron, escuelas están en ruinas, miles de millones de pesos tirados a la basura, somos ricos y no lo sabíamos; el peor de los pecados es el abuso de los recursos públicos. 

 

Todos los estados de la república deben de participar en proyectos regionales que tengan impactos nacionales, aun estén apartados unos de otros; la ley de obra pública en todos los niveles de gobierno, urge ser modificada, para terminar de una vez por todas con otorgar obras al mejor amigo. 

Un acuerdo por la educación en la realidad mexicana, primeramente, estar dispuestos a renunciar a los traumas, entre el conservadurismo y lo liberal, respetando la laicidad, atendiendo el concepto de igualdad entre los hombres, la ciencia como una herramienta para el progreso, y sobre todo el respeto a la civilidad, al medio ambiente, enseñar respeto a grupos diversos y vulnerables, reconocer que tenemos una historia todos participantes con aciertos y fracasos, pero al final al final todos somos mexicanos. 

 

Un abrazo a los generadores de la paz y las armas para contrarrestar a quienes la destruyen. A los gobernantes se les ha dado la confianza para el uso de la fuerza contra quienes atentan contra nuestra libertad, utilizarla si es necesario con todos los recursos al su alcance, sin olvidar también los orígenes de la violencia que se encuentra en lo más recóndito, la pobreza y la marginación. Terminar de una vez por todas con la impunidad en muchas ocasiones el contubernio del Estado degrada la justicia y sus instituciones. 

 

El gran pacto o acuerdo nacional, no es una ocurrencia vaga, es el reclamo de millones y es generar las condiciones para nueva constitución política mexicana, si es necesario se escriban cada letra, cada palabra, con la sangre de quienes han muerto con la esperanza de ver un México mejor. 

 

Los cortos de miras que ostentan el poder, parece que son imposibles de cambiar, necios, tercos, ególatras, sería  necesario aplicarles el desdén y con un gran “manotazo ciudadano sobre la mesa” hacerles sentir que ya no estamos de acuerdo en su proceder, somos una sociedad adulta para ver que se requiere un cambio de ruta sustancial y radical, que disminuya la pobreza y el país ofrezca oportunidades para todos, cerrar el paso al despilfarro público y la riqueza que hay sea distribuida con sabiduría.

 

Un acuerdo nacional ciudadano sin sectarismos, que dicte los limites a los oligarcas del poder.

No es una utopía, es factible hacerlo.

Nos saludamos pronto.

OSCAR ESQUIVEL