Armando Limón | 04/07/2022 | 02:44
El cambio de gobierno que encabeza Ricardo Gallardo Cardona es más complejo de lo que se podría suponer, los últimos relevos sexenales del PRI y PAN, de Horacio Sánchez a Juan Manuel Carreras, con el intermedio del panista Marcelo de los Santos, no significaron ninguna transformación y solo dieron continuidad a un sistema político caduco que prolongó la corrupción y desigualdad.
El triunfo electoral de Gallardo bajo las siglas del PVEM que puso fin a una hegemomía partidista de casi 90 años, se sustentó en gran medida en las banderas de un cambio de raíz en la forma de gobierno, de una nueva relación con la ciudadanía y de aplicar el presupuesto a favor de las mayorías y no solo de unos cuantos como era la regla.
Cuando se da un cambio de régimen como el que encabeza Gallardo, surge la resistencia de los grupos afectados con la pérdida del poder de facto que detentaban y sus múltiples privilegios, son minorías que ahora se dedican a realizar distintas acciones de sabotaje y protestas para entorpecer el avance de las acciones del nuevo gobierno e intentan en vano desestabilizarlo, algunos se escudan en el anonimato de las redes sociales y utilizan a “comunicadores” para infundir alarma y miedo entre la población con información falsa y distorsionada, que no se puede considerar de ningún modo como libertad de prensa.
Entre los que encarnan la llamada “herencia maldita” podemos mencionar a las caciques sindicales de la burocracia estatal que se hundieron en la corrupción, se investiga ya como una de esas “lideresas”, que se han eternizado en el cargo de manera autoritaria y antidemocrática, pactó con el gobierno anterior el pago salarial de una treintena de sus empleados personales a través de una “outsorcing” y los hizo pasar como docentes en distintos ramos sin serlo; además se echaba a su bolsa los bonos del Día de la Madre y del Día del Padre que correspondían a sus afiliados.
Esa misma charra sindical que enarbola un discurso de “izquierda” y es comensal frecuente de los mejores restaurantes de la ciudad, ha acumulado un patrimonio millonario con recursos del erario, se dedica a realizar plantones y bloqueos viales, a exigir la reinstalación de trabajadores nada productivos y cuyo contrato se venció, acude a foros internacionales y se victimiza, cuando arrastra una pesada estela de corrupción y ha causado un daño cuantioso al erario estatal.
Otra “herencia maldita” que dejó el pasado gobierno, fue una policía sin vocación de servicio, no se generaliza, hay buenos elementos cuyo trabajo se reconoce, pero persisten quienes se hacen de la vista gorda o en el peor de los casos trabajan para bandas criminales, se ha iniciado una depuración en el C5, centro de monitoreo del estado a través de cámaras de video. Si los mandos policiacos designados por este gobierno no dan resultados, se tendrán que ir a su casa, en el gabinete de Gallardo ya está visto que se han ido funcionarios al no rendir lo que se esperaba de ellos, no hay inmovilismo como con Carreras que en seis años no hizo cambios a pesar del desastre que tenía.
LA CASA DE GOBIERNO
Este lunes el gobernador Gallardo comenzará la transformación de la Casa de Gobierno en un albergue para niños y niñas en situación vulnerable. Creada por Jonguitud, se volvió un símbolo de derroche y abuso de poder: con Carreras y su familia como inquilinos había una nómina de ¡120 empleados!, con un presupuesto mensual de 210 mil pesos, más 150 mil en pago de servicios y mantemiento, más gastos diversos costaba en total 3 millones de pesos al mes.