Plano Informativo | 26/06/2022 | 02:10
Hay momentos, en que nos encontramos en una disyuntiva. Y es ahí, que nos vemos obligados a tomar una decisión. Y que trabajo cuesta, tomar decisiones; porque hay que dejar algo, por alguien, y la renuncia es dolorosa.
A muchos, les cuesta trabajo tomar una decisión. Pero la vida, nos pone en situaciones, que nos orillan a tener que decidir.
Porque al ser libres, nos hacemos responsables de nuestro destino. Y la vida, se va haciendo a base de decisiones.
Decía Ortega: “ No somos libres de ser libres, somos libres a la fuerza “. La libertad, tiene un alto precio, porque hay decisiones, que no quisiéramos tener que tomar, y preferimos que sean otros, los que decidan.
Y ante la disyuntiva, es necesario hacer una opción: o lo uno o lo otro. Y esa, es una decisión, que no incluye: lo uno y lo otro. Hay que optar por algo, y lo demás, dejarlo atrás.
Hoy dice el Evangelio de Lucas: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. (Lc.9).
No podemos caminar hacia adelante, con la mirada puesta en el ayer.
Hay quienes prefieren no decidir; pero eso, es ya, una decisión; y tendrán que afrontar, las consecuencias de su desidia.
Y mientras el hombre es indeciso, Cristo no evade el dolor, y asume su destino, con firmeza y determinación.
Hoy, nos habla el Evangelio, de esa actitud del Señor, y nos dice: “Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomo la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén”. (Lc.9).
El Señor, sabe que al entrar en Jerusalén, tendrá que encontrarse con la muerte; pero también sabe, que necesita dar ese paso, para alcanzar una vida nueva.
Hay decisiones que duelen, pero son necesarias, con tal de obtener algo mejor; y en tal situación, se ocupa firmeza y determinación.
Hay penas, que se tienen que padecer, porque si no las vivimos, nunca alcanzaremos la gloria.
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez