Agencia Reforma | 22/06/2022 | 23:38
El encuentro entre la cineasta alemana Monika Treut y la actriz y dominatriz noruega Eva Norvind (o "Ava Taurel", como era conocida en ese mundo) parecía ser una mera cuestión de tiempo.
En la década del 90, ambas radicaban en Nueva York, como parte de una comunidad de "outsiders" en el bullente circuito artístico y contracultural de la urbe; ambas, también, interesadas en el descubrimiento del placer a través de la dominación y el dolor controlado.
En ese momento, sin embargo, Treut (Alemania, 1954) no sabía que Norvind, cuya historia de vida es tan insólita como increíble, terminaría por convertirse en la protagonista de una de sus películas más celebradas, el documental Didn't Do It For Love (No lo hice por amor).
El pasado fin de semana, esta cinta de 1997 fue una de las joyas proyectadas en el Festival Mix, Cine y Diversidad Sexual, donde la audiencia de la Cineteca Nacional, impactada, le hizo una pregunta reiterada a su autora: "¿Por qué esta cinta no se distribuyó de manera masiva en México?".
Y es que antes de convertirse en una de las figuras más prominentes de la escena del sadomasoquismo en Nueva York, Norvind (1944-2006) fue una conocida vedette y protagonista de películas serie B mexicanas ("churros", como ella misma los llamaba) en los años 60, hasta que desapareció por completo de la vida artística del País.
También, como muestra el documental de Treut, fue una inesperada protagonista de la escena cultural mexicana de la época, adorada por figuras como el director de teatro Juan José Gurrola, el pintor José Luis Cuevas y el escritor Hugo Argüelles.
Homenajeada en esta edición del Festival Mix, Treut, calificada por Arturo Castelán, director del encuentro fílmico como una "Maverick del cine documental", recuerda en entrevista la extrañeza -y maravilla- que todavía le causa la figura de Norvind.
"En Toronto, en 1992, proyectaron mi película Female Misbehavior (Mala conducta femenina), y Norvind la amó, así que se me acercó y me dijo 'Monika, ¿puedes hacer la segunda parte de la película sobre mí?'", recuerda la cineasta.
Para entonces, ambas se habían tratado ya, de manera por demás accidentada, cuando, luego del estreno de la película Seduction: The Cruel Woman (Seducción: La mujer cruel), Norvind explotó contra Treut con un reclamo por la forma en la que era retratada la vida de una dominatriz, una mujer que adopta el papel dominante en prácticas sexuales, sobre todo bondage.
"Fue un encuentro muy extraño, porque saltó hacia mí de pronto y yo estaba un poco sorprendida. En esos días era una dominatriz muy conocida, pero se veía como una ama de casa ordinaria", recuerda.
Años después, sin embargo, luego de una mala experiencia trabajando para una compañía de Hollywood, Treut decidió que haría la película sobre Norvind, todavía sin saber a cabalidad la extensión de su historia de vida.
"Un día llegó a mi casa en Nueva York con una enorme maleta, llena de fotografías y artículos de periódicos sobre su tiempo en México como protagonista de películas serie B y estrella de la farándula, y yo me quedé completamente sorprendida por ella y pensé: '¡Fantástico! Ésta va a ser una película interesante'".
Y su protagonista, desde luego, no la decepcionó.
Además de vedette y, después, dominatriz célebre, Norvind fue una talentosa fotógrafa, una cineasta esmerada y una terapeuta interesada en la rehabilitación de personas presas por crímenes sexuales, además de una académica avezada en todos estos temas.
Llegada a México a los 20 años buscando aventuras, Norvind comenzó su trayecto de vida independiente arrastrada a un sistema mediático que la convirtió en un objeto sexual sin agencia propia.
"Pienso que ella fue simplemente etiquetada como esta rubia gigantesca que es estrella de películas serie B y nada más, sin mucha libertad, y siento que la gente pensaba que era un poco tonta, los prejuicios sobre una rubia despampanante", opina Treut.
"No entendían que era muy sensible y muy inteligente", abunda.
Norvind, muestra el documental, incluso llegó a prostituirse con políticos mexicanos de alto nivel (que en la cinta no se nombran) y a casi ser expulsada del País, luego de una entrevista en televisión en la que abanderó la libertad de las mujeres para decidir sobre su cuerpo a partir de la píldora anticonceptiva.
Fue hasta que conoció a la fotógrafa Nadine Markova, de quien se volvió asistente, que Norvind encontró la forma de retomar el control de la imagen que le había sido arrebatada.
"No me gustaba cómo me había convertido en un objeto frente a la cámara, entonces decidí colocarme detrás de ella", como ella misma dice, entrevistada por Treut, en el documental.
"Ella era muy abierta hablando sobre eso", dice la cineasta. "Se sentía estancada siendo esta estrella de películas serie B, y luego cambió esa posición, y creo que fue muy buena reflejando su situación. Me gusta un dicho suyo: 'Necesitas una espalda fuerte para cargar los días sencillos', y siento que eso la caracteriza".
La cercanía posterior de Norvind con la intelectualidad artística mexicana se muestra en entrevistas con Gurrola, Cuevas (a quien, juguetonamente, golpea con un fuete en la cama) y al cineasta Nicolás Echevarría, a quien acompañó en una filmación.
"Amé (a todas esas personalidades), totalmente las amé. Pensé que eran personajes muy orgullosos de la cultura mexicana y las artes; eran fantásticos, no tenían miedo, eran graciosos, tenían un gran sentido del humor y disfruté mucho trabajar con ellos", recuerda Treut sobre su indagación en el mundo de los artistas mexicanos.
El retrato de la cineasta sobre Norvind la muestra como una mujer en constante cambio, siempre inconforme, pero poseedora de una inteligencia y sensibilidad de privilegio que la llevaron a realizar su sueño de convertirse en cineasta, empeño que realizaba hasta que falleció, trágicamente, ahogada.
"Siento que haber hecho esta película conmigo, Didn't Do It For Love, la entusiasmó para hacer su propio filme, porque dijo: 'Vamos, no es una gran proeza, sólo haces unas cuantas entrevistas y te pones listo en el proceso de edición'", recuerda Treut.
"Me marcó para decirme que estaba haciendo una película y que estaba muy contenta y muy orgullosa, y yo pensé que eso era fantástico, le di algunos consejos porque era su primera película, y luego llegaron las horribles noticias de que había muerto (en Zipolite, Oaxaca), y pensé que era muy trágico porque pensé que era la primera vez en su vida que era feliz y orgullosa con ella misma", lamenta.
De ese encuentro entre ambas, sin embargo, queda el testimonio de una mujer excepcional, realizado por otra cineasta de excepción.
AGRADECE HONORES QUEER
Además del homenaje que le realizó el Festival Mix, Treut ha recibido otros honores por sus retratos de la diversidad sexual, como el importante Teddy Award, que otorga el Festival Internacional de Cine de Berlín a cineastas que tocan temas LGBT+ en su obra.
"Supongo que no hay muchas cineastas cisgénero ahí afuera que tienen una carrera tan larga como la mía. Hay muchas mujeres que hacen una o dos películas y ya, y yo empecé a principios de los 80 y casi 40 años después sigo aquí", dice, modesta.
En el Festival Mix, Treut presentó, además de su retrato de Norvind, las cintas Gendernauts (1999) y Genderation (2021), en las que retrata, con 20 años de distancia, a personajes de la comunidad artística de San Francisco que cuestionan los roles tradicionales de género.
Es una de sus grandes contribuciones al cine de la diversidad sexual, calificativo que agradece.
"Me gusta. No tengo nada contra ello, aunque también he hecho películas sobre otros temas. Hice películas sobre niños en las favelas de Río de Janeiro y también he filmado en Taiwán, pero es cierto que siempre hay algo queer en ellas", reflexiona.