La tuba es un instrumento fundamental en la sección de metales de cualquier orquesta, no obstante, pocas veces toma rol protagónico.
Por ello es afortunado haber escuchado la noche del pasado jueves, y como estreno local, el "Concierto para tuba y orquesta", Op. 139, de Jorge Salgueiro, con la Orquesta Sinfónica de la UANL.
El tubista de la agrupación, Ulises Miranda, fungió como solista y vaya que demostró ser un maestro de su instrumento.
Dividida la obra en cinco secciones ejecutadas sin interrupción, Miranda hizo gala de control y manejo de la respiración admirable para abordar esta música que explora desde el registro más agudo hasta el más grave en un rango de varias octavas, en especial de los graves.
Por otro lado, solventó el sonido multifónico en los pasajes donde así lo exigía, es decir, dos voces: el del instrumento per sé y otro producido por la voz del ejecutante.
El acompañamiento de la orquesta, con Guido Maria Guida como director huésped, resaltó la vivacidad rítmica y colores del autor portugués, siendo notables los percusionistas.
El aplauso efusivo hizo a Miranda regresar para brindar, por si fuese poco lo previamente ofrecido, otro no menos difícil y extenso encore: "Premier Jour", del francés Fabien Wallerand, con el que consolidó la ovación.
Al inicio de la velada se ejecutó la obertura a "Der Freischütz", de Carl Maria von Weber, y posterior al intermedio la Sinfonía No. 3 en mi bemol mayor, "Heroica", de Beethoven.
En la primera, Guida realizó una lectura equilibrada, en una aproximación más de estilo clásico que de romanticismo, mientras que en Beethoven consiguió momentos memorables, como en el segundo movimiento, "Marcha fúnebre", donde mantuvo la tensión y el pulso adecuado, cosa que pocos directores consiguen.
Además, en el scherzo resaltó su vivacidad y en la coda del cuarto movimiento imprimió la velocidad rápida esperada para un gran cierre.
Mención especial para los cornistas Carlos Estevens, Stefan Benz e Isaí Gutiérrez que dejaron escuchar un sonido redondo en cada intervención de la sinfonía.
Los asistentes, que acudieron en mayor número a la semana pasada, pero no más de la mitad del aforo del Teatro Universitario, ovacionaron de pie a ensamble y batuta.
