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El arte de engañar

Dr. Eugenio José Reyes Guzmán | 01/06/2022 | 10:08

Existe una estratagema muy conocida entre los políticos basada en una teoría llamada la Ventana de Overton que describe con una peligrosa exactitud, cómo se puede cambiar la opinión pública y la verdad, incluso sobre temas antes impensables. Al leer sobre ella, recordé un artículo escrito por mi hijo Rodrigo intitulado “La Guerra de las Ideas” exponiendo la dificultad de las personas a la hora de distinguir entre la verdad y el engaño. En fin, la teoría fue desarrollada por el vicepresidente del “think tank” Mackinac, José Overton, y consiste en los siguientes cinco pasos:

 

El primer paso es llevar una idea de lo totalmente “inconcebible” a ser considerada como “radical”, término mas sutil que decir impensable o imposible. Para ello, curiosamente se recurre a la ciencia donde se llevan foros de discusión y simposios para hablar de casos donde sí podría suceder. En definitiva, no se refiere a situaciones o circunstancias donde se pudiera entender, mas no justificar, como asesinar a un asaltante, robar para comer, las mentiras piadosas o incluso las guerras. Mas bien se explica por alegatos científicos de frente a situaciones antes inimaginables como el canibalismo, pero excusado por “situaciones extremas”, el aborto “por violación” o la pederastia, quizá por “el consentimiento” de una niña inocente, engatusada o coaccionada. La idea es suavizar lo inconcebible, eliminar el tabú y comenzar a hablar de ello.

 

Durante la segunda etapa, como resultado de los coloquios y envalentonados por las declaraciones de los supuestos científicos, una minoría de caníbales, abortistas o pederastas, comienzan a hablar más y más del tema para que pueda ser gradualmente aceptado por la población. Estas minorías pasan de victimarios a víctimas y repiten una y otra vez, al estilo Goebbels, que no se debe tener prejuicios, que es progresista pensar como ellos y comienzan, ahora sí, a atacar a quienes no compartan sus ideas. En esta fase es donde lo anormal, inmoral e inhumano se “normaliza” y se condena públicamente a quienes no comparten sus antivalores llamándolos intolerantes, fanáticos y conservadores. Para propagar el nuevo concepto, cambian la narrativa de canibalismo a antropofagia, de aborto a “pro-choice” y de pederastia a “diversidad sexual”.

 

El tercer nivel en el proceso de adoctrinamiento ideológico, so pretexto de los “derechos humanos” es pasar de lo aceptable a lo sensato. Claro, se escudan denunciando que un ser libre tiene derecho a decidir qué comer, carne humana, sobre su cuerpo, aborto, y sobre su preferencia sexual, incluso el delito atroz de la pederastia. A estas alturas ya hay quienes incluso defienden a muerte sus posturas con alaridos e injurias, nunca con argumentos. Ahora bien, para quienes no lo consideren sano, natural o correcto, se les tacha de odiosos extremistas, retrógradas y se invierten los papeles etiquetando a los antes denunciantes de moderados radicales y derechistas.  

 

Una vez llevada la idea de lo inconcebible a lo aceptable y de lo aceptable a lo razonable, la cuarta etapa es convertir esos aviesos conceptos en populares y novedosos. Por algún extraño motivo, dichas ideas “progresistas”, por absurdas que sean, son muy atractivas para algunos grupos de artistas, actores y medios de comunicación quienes las convierten en su bandera considerándolas como las nuevas modas. Estas ideas se socializan a través de canciones, películas, novelas, comerciales, series y espectáculos. Con ese empujón, los caníbales, abortistas y pederastas se convierten en famosas figuras públicas y en modelos a seguir por presuntamente haber ejercido feliz y libremente sus derechos humanos. 

 

La última etapa de estas ideologías es llevarlas a la esfera política y legalizarlas. Para ello, las infames minorías que anteriormente habían encontrado todas las puertas cerradas, de repente encuentran un terreno fértil para afianzarse. Estas perversas ideologías utilizan todas las técnicas de persuasión para pasar de un rechazo absoluto a la legalización a través de engaños y se aprovechan de la ignorancia del pueblo bueno y sabio para sembrar una nueva conciencia colectiva. Dichas diabólicas y falsas doctrinas, una vez hechas ley, condenan a quienes no las secunden acusándolos penalmente de antropo-fobia, socio-fobia u homofobia. 

 

Sin duda, es realmente pernicioso apuntalar la Ventana de Overton para manipular las mentes y tergiversar los principios y valores de una sociedad para dividirla, fracturarla, destruirla o inducirla al mal.  La verdad es que todo lo anterior suena muy familiar y lo podemos constatar con ideologías comúnmente aceptadas como la masonería, el comunismo y el socialismo, todos ellos destructores del tejido social, pero asumidos por millones de azorados. Hilando fino, cerca de casa podemos escuchar retóricas como “abrazos y no balazos”, el regreso a usar el contaminante combustóleo, el fin de la corrupción y los constantes ataques a los empresarios, al INE, a la Iglesia y a la familia. Adicionalmente, hay iniciativas como la legalización de las drogas, la contrarreforma energética, la defensa de las dictaduras latinoamericanas, la obtusa jerga de “la mejor política internacional es la nacional” y muchos contrasentidos más.

 

Pero también podríamos sumar a la lista de la Ventana de Overton al secularismo donde el mundo decidió “legalmente” sacar a Dios de la educación, del trabajo, de la familia y de la vida cotidiana. Espero que los humanos humildemente deseemos tener y sepamos pedir siempre y en todo lugar sabiduría para discernir en la verdad.