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'Navega' Juan-Marcos en las letras de Octavio Paz

Agencia Reforma | 30/05/2022 | 23:37

¿Cómo suena el idilio entre un hombre y la ola que se ha prendado de él al salir de la playa, obstinada en no abandonarlo?

 

 Esa forma de agua salda que, entre brazos, "se erguía, increíblemente esbelta, como tallo liquido de un chopo", según escribiera Octavio Paz en Mi vida con la ola (1949); la misma cuya piel ciertas noches "se cubría de fosforescencias, y abrazarla era abrazar un pedazo de noche tatuada de fuego".

 

 Traducir al lenguaje musical tales evocaciones del Premio Nobel de Literatura mexicano ha sido una empresa acometida por el compositor mexicano Antonio Juan-Marcos, autor del monodrama homónimo al relato de Paz, el cual se estrena este martes en el Festival Claude Helffer, en Vitry-sur-Seine, Francia.

 

 "Lo primero que a mí me entusiasmó para seleccionar este cuento, para musicalizarlo y hacer un monodrama, son justamente todas las descripciones que Paz hace sobre la ola", comparte Juan-Marcos en entrevista telefónica sobre la pieza, comisionada por el Ensamble Almaviva y el Ministerio de Cultura de Francia.

 

 "Me pareció muy lúdico y muy poético el tratar de musicalizar las diferentes representaciones de la ola".

 

 Con la experiencia previa de haber compuesto un ciclo de canciones a partir de poemas del autor de El laberinto de la soledad, Juan-Marcos, doctor en composición musical por la Universidad de California en Berkeley, se abocó esta vez a la historia de amor imposible de corte fantástico y surrealista, envuelta en metáforas sobre la feminidad, el estado de enamoramiento, el momento erótico y las crisis entre una pareja.

 

 Seguimiento de la evolución del vínculo entre ambos personajes, desde las primeras caricias, besos, risas e intercambio de confidencias, a los insultos, ataques e irritación; con una ola que, de límpida, plena y sinuosa, acaba enturbiada y contraída hasta congelarse. La transformación de los estados físicos va de la mano con la de los emocionales.

 

 "Todos esos diferentes estados de la ola obviamente tienen implicaciones musicales, porque hay que hacer una música muy diferente para una ola que se expande y abarca toda la casa y es alegre, que canta y tiene caracolas. Todo eso implica una música mucho más flexible, más fluida, mucho más bondadosa en su expresión.

 

 "Y después, cuando la ola se va contrayendo, se va aislando, haciéndose hielo, pues implica una articulación más seca, frases mucho más cortas y segmentadas, porque el hielo después se va rompiendo; una armonía más seca", detalla el compositor.

 

 Conforme avanzaba en la escritura de esta adaptación musical para flauta, saxofón, viola, violonchelo, percusión y piano, Juan-Marcos cayó en cuenta de la importancia del relato, por lo que centró su atención en el barítono y en hacer que su canto contara claramente la historia imaginada por Paz.

 

 "Para hacerlo y poder tener una escritura melódica que remite un poco al canto lírico, tuve que seleccionar los fragmentos más importantes de la historia, los que hacen avanzar más la acción dramática. Entonces, elegí siete fragmentos e hice una historia dividida en siete movimientos", expone.

 

 Tales movimientos están enlazados por sonidos electroacústicos e imágenes en video que constituyen la parte escénica del montaje.

 

 Esto último ha corrido a cargo del artista multimedia Ian Winters, creador californiano que viajó a París para trabajar con el ensamble y con la directora escénica de la pieza, Alexia Guiomar, que a su vez es la directora del festival, dedicado esta edición a la música de los siglos 20 y 21 en conmemoración del centenario de Helffer, connotado pianista y teórico musical francés.

 

 "Se trata de una puesta en el espacio, más que una puesta en escena", precisa Juan-Marcos, refiriendo la propia definición usada por Guiomar.

 

 "Es decir, utilizar el espacio escénico para que se sienta que no es solamente un concierto, sino que es un acto que tiene una dimensión teatral, por así decirlo", continúa el compositor. "Esa idea de la puesta en espacio me gustó mucho, y es algo que ella (Guiomar) ha estado explorando desde hace dos meses que recibió la partitura".

 

 Mi vida con la ola, cuya escritura Juan-Marcos alternó con la composición de una ópera que estrenará este año en México, se suma a los trabajos del compositor por musicalizar obras literarias, que hasta ahora han abarcado desde sonetos italianos del siglo 17 hasta poesía y ficción latinoamericana contemporánea.

 

 A decir suyo, la literatura no sólo tiene la gran ventaja de poder transmitirse de múltiples formas: oral, escrita o musicalizándola, sino que comparte con la música la cualidad de hacer que las personas se identifiquen a través de resonancias emocionales, y a través de ello sentirse comprendidas o acompañadas.

 

 "Eso es lo bonito de la literatura, y creo que la música también lo tiene: componemos y escuchamos para compartir y para no sentirnos solos", dice, y resalta el tiempo de concierto como un momento de compañía entre músicos y audiencia.

 

 "Hay un elemento de comunión, por así decirlo, un acompañamiento que creo que se parece a la literatura en el sentido de que lo hacemos también, aparte del gusto estético, para saber que no estamos solos. Compartir esos momentos nos hace sentir acompañados", concluye el compositor.

 

DE TOUR Y CON LA DANZA EN LA MIRA

 Después de su estreno en Francia, Mi vida con la ola podría viajar a los países de donde proceden algunos de los involucrados en su montaje.

 

 Es decir, naciones como Argentina, de donde son algunos de los músicos del ensamble Almaviva y su director, Ezequiel Spucches, así como a México, tierra de Juan-Marcos.

 

 "La idea es hacer una gira entre Argentina, México y Estados Unidos. Es un poco lo que estamos trabajando; todavía no hemos concretado bien las fechas, pero la idea es hacer girar este monodrama en esos tres países", adelanta el compositor.

 

 El propio formato de la puesta, con imágenes en video para las que no hace falta más que un proyector, facilitará esta movilidad de la obra, que Juan-Marcos quisiera ver adaptada, ahora, en un espectáculo dancístico.

 

 "Fíjate que este mismo cuento tengo muchas ganas de que se haga un ballet después", confía.

 

 "Creo que puede quedar muy bonito hacer un ballet donde la ola sea una bailarina que se transforme con diferentes vestuarios y con diferentes movimientos, y el narrador sea otro personaje, un bailarín", ilustra. "Tal vez no propiamente un ballet, pero una obra que incluya un elemento de danza".

 

 Sería, remarca, la primera vez que escribe para danza; "y a eso sí que le tengo el ojo muy puesto, porque creo que puede quedar bonito dos bailarines, dos danzantes, representando al hombre y a la ola".