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Salvan mexicanos legendaria librería madrileña

Agencia Reforma | 30/05/2022 | 23:36

Asido a los libros cual si de un salvavidas se tratara, Jorge F. Hernández encara una nueva etapa de su vida capitaneando una mítica nave que parecía condenada a su propio naufragio.

 

 Dicho en otras palabras, el escritor mexicano, desempleado tras su infortunada salida de la diplomacia cultural, que ha atribuido a la censura, se estrena como librero al frente de la histórica Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. La misma que a finales del 2021 anunciara su cierre, liquidara sus ejemplares y pusiera en alquiler su espacio en la calle General Oráa, en el barrio de Salamanca, donde abrió sus puertas a mediados de la década de los 40 del siglo pasado. Una tragedia para una comunidad que no concebía el cese de este negocio familiar con más de siete décadas de historia.

 

 "Es una librería con mucho sabor, con una gran tradición. Y las dueñas, Lourdes y Ana Serrano, habían decidido ya jubilarse", explica Hernández en entrevista telefónica.

 

 "Eso provocó, pero de veras, una inmensa tristeza. Incluso yo había ido en alguna ocasión a comprar un libro y me dio tristeza saber la noticia, porque es triste que una librería de pronto tenga que cerrar y se convierta en otra cosa".

 

 Fundada por el catedrático y abogado Raúl Serrano Guillén -a quien la dictadura franquista asedió por su militancia republicana-, y nombrada como la ciudad griega que albergara la segunda biblioteca más importante del mundo antiguo, Pérgamo se distinguió por siempre mantener la libertad.

 

 El prohibido Diccionario filosófico de Voltaire se exhibía en el aparador, mientras que la edición del Fondo de Cultura Económica (FCE) de El Capital, de Karl Marx, que llegaba desde México, se vendía envuelta en papel de estraza, ilustra Hernández.

 

 Aunado a ello, mantenía un vínculo importante con la comunidad estudiantil de colegios como el Ramiro de Maeztu, "que es la herencia de la institución libre de enseñanza previa a la Guerra Civil, y emparentada con el exilio mexicano", remarca el autor.

 

 Tras la conmoción que causó el anuncio de las hijas del fundador de Pérgamo sobre el cierre, un empresario mexicano que ha preferido mantenerse en el anonimato decidió alquilar el lugar para mantener viva la librería, ahora con Hernández al frente.

 

 "Yo siempre quiero decir su nombre, pero él no quiere. Simplemente decir que es mexicano-gallego, y, por lo pronto, ya es mi nuevo amigo.

 

 "Llevo nueve meses desempleado. Yo salí tristemente de la Embajada de México (en España), donde era agregado cultural, y la verdad es que quedé en la ruina. Y pues, he hecho algunas chambitas, he hecho algunas cositas, pero la verdad es que andaba yo buscando trabajo, y entonces me ofreció ser librero", comparte Hernández.

 

 ¿No lo dudaste ni por un segundo?

 No, al contrario, se me llenaron los ojos de lágrimas, y dije: "Por supuesto que le entro". Entonces todo esto parece cinematográfico, pues es justo cuando yo ya estaba realmente naufragando.

 

 Cinematográfico, también, al estilo de la adaptada 84, Charing Cross Road, la ya mítica tienda londinense de antigüedades que Helene Hanff llevó a un libro y que después saltó a las pantallas, pues Hernández ya se ve como el acomedido Frank Doel -encarnado en el cine por Anthony Hopkins-, en su primera vez al otro lado del mostrador. Inspirado, además, por el papel que los libreros han jugado en su propia formación como lector.

 

 "Yo me debo a libreros. Yo soy un escritor que, en primer lugar, soy lector, y yo me formé como lector gracias a ellos. En particular, Enrique Fuentes, de la vieja Librería Madero; creo que incluso me ayudó a ser una mejor persona", dice el autor de títulos como Réquiem por un Ángel y La Emperatriz de Lavapiés sobre el emblemático librero a quien dedicó su columna de El País tras su fallecimiento en marzo del año pasado.

 

 "Porque de verdad fue muy generoso, como tantos libreros que te orientaban, que te recomendaban, que te contagiaban lecturas. Y yo espero hacer lo mismo ahora".

 

SALTO A LA MODERNIDAD

 En pleno arranque de esta nueva etapa de Pérgamo, Hernández tiene claro a qué puerto desea llegar: "Lo que quiero es mantener su ánimo, por supuesto, pero también que sea un puente hacia la novedad".

 

 Al estilo más propio de una farmacia, recuerda el autor, las librerías en España -y anteriormente también las de México- atendían desde el mostrador las peticiones de los lectores, con los libreros yendo ellos mismos a la trastienda por los títulos como si surtieran una receta.

 

 "Pérgamo es un bosque de madera de cerezo. Los estantes son una maravilla, tienen casi 80 años, y el concepto ahora va a ser que el cliente pueda entrar y recorrerlos", adelanta Hernández.

 

 "Por supuesto, yo voy a atender a todo mundo. Yo estoy dispuesto a conseguir lo que sea y me subo a la escalera, porque son 4 metros de alto. Pero el chiste es que el cliente no necesariamente llegue al mostrador a pedir su receta".

 

 Además, la música estará presente en cada rincón. No solamente barroca o zarzuela, sino también algún bolero o música jarocha, "porque, evidentemente, va a tener un sabor mexicano", dice el nuevo librero, deseoso también de que los volúmenes editados en México crucen el Atlántico.

 

 "Santiago (Hernández Zarauz), mi hijo, tiene una editorial en México (Minerva), y ya le ofrecí que por lo menos va a tener un punto de venta en España. Y así se lo digo también a otros editores mexicanos".

 

 Un estante de libros en inglés y otro de libros de poesía figuran también en la renovación proyectada. Misma que además prevé implementar estrategias para hacer frente a la baja en las ventas que motivara en principio la jubilación de las dueñas del lugar.

 

 "No se trata de un negocio que mantenga los niveles (de venta) que tuvo en el pretérito, pero también se trata de una librería que nunca había tenido página web, no había tenido actividad en redes sociales y no había tenido tampoco un propósito, que pienso ofrecerle a todos los habitantes del barrio, sobre todo a los de la tercera edad.

 

 "La librería puede ser un puente para las personas que no están acostumbradas a pedir libros por internet", resalta. "Entonces, yo no tengo ninguna bronca con que la librería se los pida, porque nosotros sí vamos a tener una computadora, y en la librería lo recogen. Eso a lo mejor puede ayudar a que el negocio funcione mejor".

 

 Aunado a esto, el autor celebra que muchos de sus amigos dedicados también a las letras ya han aceptado ir a firmar libros. "No hay mucho espacio para dar charlas, tertulias, conferencias, pero por lo pronto vamos a arrancar con firmas de libros". El primero de ellos, adelanta, será el español Antonio Muñoz Molina.

 

 Durante esta transición, Lourdes y Ana Serrano han estado presentes, orientando amablemente a Hernández y manteniendo el contacto con las editoriales, ante las cuales ya presentan al mexicano como el nuevo vendedor.

 

 "Eso se lo agradezco muchísimo a las señoras", expresa. "Y no hay un solo día que no vaya alguien del barrio, algunos incluso llorando, a agradecer que Pérgamo va a seguir. Y así va a ser".

 

'LO ÚNICO QUE NOS SALVA SON LOS LIBROS'

 Rescatar las librerías, sobre todo las pequeñas, debería ser una obligación mundial, opina Hernández.

 

 El autor espera que lo realizado con Pérgamo pueda contagiar a otros para hacer lo propio, aunque reconoce que en Europa esto es posible gracias al precio único del libro, legislación inexistente en México. O que existe, pero que resulta letra muerta.

 

 "Entonces, por eso llevan desventaja y juegan de sobrevivientes las pequeñas librerías, y por eso han cerrado tantas en México. Una manera de resucitarlas es que aceptemos el precio único, que un libro te cueste lo mismo en cualquier lado, como te debe costar el litro de leche", exhorta Hernández.

 

 "Por cierto, también sería muy loable que todos los países del mundo acepten que el libro debe ser parte de la canasta básica", continúa. "Lo único que nos salva, ya lo sabes, está en los libros. Lo digo siempre y lo repito: como personas, como país y como planeta, lo que nos va a salvar está en los libros. Y ojalá y lo entiendan los políticos".