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Cuando éramos niños

Oscar Esquivel | 20/05/2022 | 18:24

Quien no recuerda aquellos días de emociones y alegrías de la infancia, ¡ah! la primera edad, como nos divertíamos, con la simplicidad de los juguetes, o sin ellos, eran épocas de soñar, el avance tecnológico lo veíamos como muy lejano, de otros países, de Japón los consentidos, con todo preferíamos los juegos en la calle o el parque cercano para ir en “bola” en la bici, todo era maravillosos, recuerdos de la infancia que también asomaba sus errores inocentes, los recuerdos son solo eso, una fotografía grabada en la mente de quienes lo vivimos, un espejismo que quedo en lo lejano y complejo del cerebro, algunos dirían, “…es solo la composición química orgánica” que te regresa del tiempo lejano al  presente, con regocijo e incluso tristeza.

 

 De pronto sientes la necesidad de volver atrás y nunca dejar de ser niño, solo queda el recuerdo, pero cuando llegan sin avisar y brota en un momento que no se esperaba, tal vez al ganar un empleo mejor o al adquirir una casa o tener un hijo, todo aquello que te satisfaga en el presente y te permite suspirar por el camino recorrido… ha valido la pena.

 

Hay que reconocernos para sentirnos complacidos con lo vivido, es en ocasiones difícil de expresar el encanto que fue el superar los obstáculos.

 

“En la tierra habría menos amarguras si todos los hombres, no se dedicaran con tanto ahínco a recordar dolores antiguos, en vez de soportar con entereza los presentes” Goethe

Nuestra historia no valdría nada si continuamos repitiendo los errores que nos molestaban, vivimos para contar las aventuras del ayer y no para revivirlas, remediando lo que nos causó algún inconveniente en nuestras inmaduras vidas. 

Debo confesar que, al poner el primer dedo en el teclado, antes de escribir pensé en la infancia recordando tantas cosas, que escribiría un libro, pero algo broto en la mente que deduje que dentro esos pasos infantiles hubo aprendizaje desde los primeros pasos, hasta la formación de disciplina deportiva, nos enseñaros y nos adoctrinaron en un sistema para respetar.

 

Reflexiones que se conjugan con el pasado infantil y el presente de adulto.

 

“Todos los hombres de la historia que han hecho algo en el futuro, tenían bien fijos los ojos en el pasado.” Chesterton 

 

Nos enseñaron a ser libres, que la tecnología sería una herramienta para ello y hoy somos esclavos de ella, nos consume la pantalla, nos ahoga el resentimiento mundial, lo positivo se lo come la envidia, la avaricia y el maquillaje a granel de las personas en su expresión escondida para inhibir sus carencias y despotricar contra el otro en la pantalla.

 

De niños nos enseñaron que había que respetar a los maestros, nuestros padres nos ponían en sus manos, literalmente, algunos buenos y la escuela era felicidad para la gran mayoría, para otros la tortura de aguantar la regla en la palma de la mano,  jalón de orejas, de patillas, la permisibilidad del algunos maestros del acoso y la violencia de compañeros de clase con los más débiles, hoy nos toca vivir ver como alumnos y maestros se enfrascan en trompadas para dirimir diferencias en el salón de clase, perece que el pasado hizo bien, fomento la violencia. 

 

De niño nos dijeron que debíamos respetos a la autoridad, al policía y al soldado por ser garantes de nuestra seguridad, poder que le otorgamos al Estado mexicano, no sabíamos que era el Estado, pero nos sentíamos seguros. Creo la gran mayoría de estos servidores públicos de seguridad darían la vida por defendernos, pero ¿cómo? sin armas, sin certeza jurídica, sueldos miserables, un ejército que es y debería seguir siendo, orgullo nacional; desafortunadamente solo les permite exhibir sus armas en los desfiles del 16 de septiembre, con carencias enfrentan a una delincuencia mejor armada, para colmo se les humilla no permitiendo usar la fuerza, que el pueblo les confirió. 

 

Cuando niños si nos portábamos mal o hacíamos alguna travesura, nos asustaban con regalarnos al Ropavejero, moríamos de miedo al oír grita a alguno de ellos. Nunca imaginamos que al día de hoy no solo a niños, a muchachos, hombres, mujeres, sin distinción de clases sociales, el Ropavejero a sustraído a más de 100,000 ciudadanos de sus casas, dejando en el pesar a miles de familias, los mata los desparece. La política de poco sirve, las estrategias de seguridad son un fracaso, los colectivos de búsqueda están a la deriva. 

 

De niños nos dijeron tantas cosas, que si no hubiéramos vivido la infancia creeríamos que este mundo presente es perfecto, vivimos en libertad sabiendo que grandes zonas del país esta controlado por los “malos”, para los políticos y empresarios surgidos de los beneficios del poder, simplemente compran un departamento en Miami o Madrid, y se olvidan del problema. 

 

Nos dijeron que teníamos presidentes que velaría por todos, que, gracias a la revolución, se consiguió construir el IMMS, el ferrocarril, la CFE, la pobreza solo estaba en el campo, que PEMEX era la fuerza y la columna económica para el progreso del país, que como mexicano deberíamos sentirnos orgullosos, de pronto, todo se desmanteló, bajo doctrinas importadas para la cual no estábamos preparados, el país sucumbió ante los extranjeros, resultado 56 millones de pobres.  

 

Nuestra niñez está ante un panorama de incertidumbre, ¿qué les enseñaremos para que la historia no la repita en 20 o 30 años? ¿cuál será nuestra herencia? 

Cuando éramos niños
Los viejos tenían como 30
Un charco era un océano
La muerte lisa y llana no existía

Cuando muchachos
Los viejos eran gente de 40
Un estanque era océano
La muerte solamente una palabra

Ya cuando nos casamos
Los ancianos estaban en 50
Un lago era un océano
La muerte era la muerte de los otros

Ahora veteranos
Ya le dimos alcance a la verdad
El océano es por fin el océano
Pero la muerte empieza a ser la misma

 

Mario Benedetti

 

Nos saludamos pronto. 

OSCAR ESQUIVEL.